25 noviembre 2019

Supernadal al rescate







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El grito ensordecedor de más de doce mil personas luego de que Denis Shapovalov estrellara la derecha en la red no será fácil de olvidar para los presentes en 'La Caja Mágica'. Rafael Nadal ganaba su octavo partido en seis días y le daba a España su sexta Copa Davis. Sin perder sets en individuales ni sufrir roturas de servicio en ambas modalidades, vimos una versión superlativa de Nadal, de las mejores de su carrera a nivel tenístico. Es cierto que no enfrentó a ningún Top10 pero su tenis fue arrollador y el servicio, su mejor golpe. Jamás se lo vio tan agresivo y con un porcentaje tan alto de primeros saques. Khachanov, Gojo, Schwartzman, Evans y Shapovalov sufrieron la intensidad de 'Rafa' que minimizó el juego de sus rivales y los volvió obsoletos, provocando errores que no cometerían ante otro jugador.
La primera edición de la renovada Copa Davis comandada por el Grupo Kosmos, Gerard Piqué y compañía, llegó a su fin. Fueron siete días intensos, de jornadas muy largas que empezaban a las diez de la mañana y se extendían casi siempre más allá de las dos de la madrugada. La Copa del Mundo del Tenis, como bautizaron a este nuevo formato, contó con la presencia de seis Top10 y doce Top20, un número elevado al tratarse de un certamen de equipo del que no dependen de sí mismos para participar. De nada sirve ser Top10 si no cuentas con al menos un compañero Top100, como le sucedió este año a Dominic Thiem (4°) o Stefanos Tsitsipas (6°), ausentes por no haber clasificado con su país.


El sitio elegido, 'La Caja Mágica', ubicada al sur de Madrid, de fácil acceso en automóvil o medios de transporte público, contó con tres estadios cubiertos con capacidad para 12500 (Manolo Santana), 3500 (Arantxa Sanchez Vicario) y 2500 (Estadio 3) personas respectivamente, algo que pocos lugares en el mundo pueden presumir. La casa del Masters1000 Madrid cambió la tierra batida por las pistas duras bajo techo de la compañía Green Set (Javier Sanchez Vicario), la misma superficie de los torneos previos a las Finales de la Copa Davis (Amberes, Basilea, París y el Masters), con el objetivo de que los jugadores no sufran cambios bruscos de superficies en la parte final de la temporada.
Las quejas nunca faltan y de este nuevo formato se escuchan desde que se anunció que el torneo se desarrollaría en Madrid bajo condiciones totalmente diferentes a las de antaño. Los más puristas extrañarán las localías en donde el anfitrión elegía estadio, superficie y pelotas para favorecer las características de sus jugadores o para entorpecer las de su rival de turno. No iba a ser sencillo convencer a un público muy tradicionalista de cambiar por completo un torneo que se disputó por primera vez en 1900 y que sigue vigente más o menos con la misma configuración. Pero un cambio era necesario porque el torneo estaba perdiendo prestigio porque las estrellas del circuito empezaron a no asistir, básicamente por las malas fechas en el calendario y por los cambios de superficie.
El punto más flojo fue la programación de los partidos. A excepción del domingo que finalizó alrededor de las veintitrés, nunca el último partido de la jornada terminó antes de la una de la madrugada, con el récord histórico de la competencia el miércoles (4:03am), motivo por el cual las gradas, lógicamente, estaban vacías. El aforo fue otro tema en boca de todos durante la semana. Agotadas las entradas cada vez que jugaba España, el turno mañana fue el más desolado, con muy pocos espectadores durante la fase de grupos. Incluso la organización del torneo cambió el horario del primer turno a partir del viernes (11 a 10:30) y al no ser notificados personalmente los que habían comprado la entrada, el partido matutino de cuartos de final lució casi sin público.
Pero no solo los periodistas y fanáticos criticaron a la organización, los propios jugadores no estuvieron del todo conformes con determinados aspectos del certamen. Novak Djokovic, el menos perjudicado por no haber jugado nunca el turno tarde, tuvo una crítica mixta: "Apoyo el hecho de que había que hacer un cambio respecto al antiguo formato porque no generaba suficiente interés. Quizá el formato ideal está en algún punto intermedio entre éste y el antiguo. Tal vez crear un torneo de ocho selecciones o quizá tener una o dos semanas antes durante el año en las que los países puedan jugar en casa en los grupos clasificatorios previos. Lo ideal sería jugar justo después del US Open. Esa sería la mejor época del año para disputar este torneo".
Rafael Nadal tampoco se quedó callado cuando le preguntaron su opinión: "Los horarios son malos para los aficionados y para los tenistas. La gente al día siguiente trabaja. Es un problema pensando en los jugadores, en los equipos y en el público". El escocés Andy Murray solo disputó una serie por problemas en su ingle he hizo hincapié en algo que pocos remarcaron: "Las pistas de entrenamiento y de burbuja son bastante diferentes con respecto al estadio de juego. Es un hándicap que nos perjudica a todos. Apenas tienes margen de error. Los partidos son más emocionantes y más impredecibles; es obvio que para los tenistas sea algo más estresante que antes".
Es fácil criticar sin construir pero es cierto que, a simplre viste, soluciones hay varias, algunas más bruscas, otras más leves. La más sensata: estirar la competencia. Quedó demostrado que en siete días es inviable disputar esa enorme cantidad de partidos. La más simple, supertiebreak los terceros sets, al menos los dobles, como en el circuito ATP o acortar los tiempos entre partidos. La más drástica sería disminuir la cantidad de equipos participantes o sino, cambiar de sede por una con más estadios cubiertos disponibles en esa fecha del calendario. La organización ya debe tener las opciones sobre la mesa y seguramente veremos unas Finales de Copa Davis, Madrid 2020, mejor organizadas.

Daniel Vitale Pizarro desde la 'Caja Mágica'

18 noviembre 2019

Un gran paso


"Hacía mucho que no lloraba tras un partido. Nunca había experimentado una cosa así. Mi espíritu está vacío, ni siquiera puedo pensar. Es el peor sentimiento". Stefanos Tsitsipas estaba destruido. La derrota contra Stan Wawrinka en Roland Garros tras más de cinco horas fue la antesala de la debacle en primera ronda de Wimbledon frente a Thomas Fabbiano, también en cinco sets. En Londres el griego se terminó de derrumbar: "Me encerré en mi habitación durante tres días. Debía aislarme y olvidar lo ocurrido. Me puse a leer la novela 'El Alquimista' (de Paulo Coelho) y luego busqué otro libro que pudiera inspirarme. Elegí una biografía de Roger Federer y me pasé esos tres días entregado a la lectura y la meditación". Tsitsipas había tocado fondo.
Su depresión fue tal que acumuló seis derrotas consecutivas en torneos ATP entre julio y septiembre. Su tenis excelso no fluía y las dudas mentales aparecían en cada ciudad a la que asistía. La gira asiática también empezaba mal pero en Beijing encontró algo de lo que había perdido. Finalista en la capital china y semifinalista en Shanghai y Basilea, su confianza era otra totalmente diferente de la de mitad de temporada hasta esta parte. Triunfos ante Zverev y Djokovic no alcanzaban para ganar un título. Primer clasificado al Masters #NextGen y sexto al Masters Finals, el heleno decidió 'defender' su título de Maestro Sub21 pero en Mayores.
El torneo más importante del mundo detrás de los Grand Slams por puntos repartidos, dinero y dificultad para ganar el título ya que se debe, como mínimo, vencer a tres Top10, cumplía cincuenta ediciones. De Tokio 1970 a Londres 2019. En el medio, una veintena (23) de campeones que, en muchos casos, el Masters significó o significa su trofeo más importante hasta hoy. Nikolay Davydenko, Alex Corretja, David Nalbandian, Grigor Dimitrov, Alexander Zverev y Stefanos Tsitsipas son los seis 'Maestros' que no fueron campeones de Grand Slam, una tendencia de los años 2000, impensado décadas atrás. Quizás una de las respuestas sea el superprofesionalismo que exige tanto a los jugadores que no llegan al final de la temporada al 100%.


El año del griego terminó mejor de lo que empezó, con puntos altos durante el primer tercio y el último del calendario. Campeón en Marsella y Estoril, sumó victorias de gran calibre como ante Roger Federer en el Australian Open, contra Rafael Nadal en Madrid o frente a Novak Djokovic en Shanghai, curiosamente sin ser campeón en ninguno de esos eventos. Pero la 'Arena O2' de Londres presenciaría una nueva victoria del ateniense sobre el de Basilea en 2019 pero que esta vez sí aprovecharía para llevar el trofeo a su casa, en una final electrizante versus Dominic Thiem, su verdugo en la final de Beijing. Los problemas se profundizaron en Londres y en Londres fue donde desaparecieron. Cuentas claras.

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“Sé que no puedo predecir el futuro pero creo que estoy muy cerca de ser coronado campeón de Grand Slam. Sé que estas son palabras fuertes, pero siento que pertenezco a ese lugar. Estoy compitiendo contra los mejores jugadores del mundo y la cantidad de esfuerzo y trabajo que pongo todos los días merece tener un resultado como este”, declaraciones peligrosas de Stefanos luego de que varias generaciones se tuvieran que conformar con alguna que otra final esporádica de Grand Slam durante los últimos quince años. El monopolio del 'Big3' más temprano que tarde se terminará, entonces la pregunta es, ¿cuándo?

Daniel Vitale Pizarro

11 noviembre 2019

Italia se frota las manos


El tenis italiano está mutando y parece que no habrá vuelta atrás. Una nueva camada de jugadores está emergiendo y cambiando el paradigma del tenis itálico. Ahora son altos, potentes, especialistas en canchas rápidas y sin tapujos a la hora de atacar, siempre hacia adelante. Liderados por Matteo Berrettini (23 años - 8° ATP), el trabajo de la Federación Italiana de Tenis está dando sus frutos y en poco tiempo se cambió con el biotipo del tenista mediterráneo. Italia finalizó la temporada 2019 con ocho jugadores dentro del Top100, la mayor cantidad en su historia. pero lo más importante, solo dos superan los 27 años, lo que refleja que no son casos aislados o casuales, sino que marca un trabajo mancomunado entre todas las partes que involucran el crecimiento de un jugador de tenis.
Hace rato que Italia apostó por el tenis y los buenos resultados no paran de llegar. Pero el éxito de un programa de mediano-largo plazo no se mide ni debería medirse solo en títulos, sino en logros como tener ocho Top100 y siete Top200; el Masters #NextGen en Milán; el Masters en Turín a partir de 2021; el Masters1000 en Roma y el circuito más caudaloso de Futures (24) y Challengers (18) de toda Europa. Toda esta estructura de torneos está apoyada por sponsors que creyeron en el desarrollo en un mediano-largo plazo. Además, un canal de TV abierta (SuperTennis) transmite tenis las 24 horas, desde el tenis infantil hasta los profesionales, un combo de cosas que se refleja en estos últimos cinco años pero que explotó en 2019.


Llegaba noviembre y parecía que todos los flashes se los llevaban Fabio Fognini (12° ATP y campeón Monte Carlo) y Matteo Berrettini (8° ATP y clasificado al Masters). Pero por un momento los ojos dejaron de mirar al talento de San Remo y al aplicado romano para posarse sobre un joven italiano que solo los fanáticos conocen: Jannik Sinner. Jannik nació en San Candido, Provincia de Bolzano, Región Trentino-Alto Adigio, al límite con Austria. Sus padres trabajan como cocinero y camarera en un Refugio alpino en Val Fiscalina por lo que creció en las montañas hablando un dialecto cuasi alemán. Jugador de tenis ocasional, fue campeón nacional de ski en la especialidad 'slalom' en 2008 y subcampeón en 2012.
A los trece años fue cuando conoció a Riccardo Piatti y a partir de allí, su vida cambió por completo. Convencido por el afamado entrenador italiano, el tenis comenzó a ser su prioridad. Jannik recuerda ese momento: “Todavía iba a a la escuela en mi ciudad natal, pero me tomaba mi tiempo para bajar a su Academia y luego volver a subir. Es cierto que complementar ambas cosas me hacía estudiar un poco menos que los niños normales, es una realidad a la que todavía me enfrento, ya que de momento no he dejado los estudios”. Por esa cuestión decidió mudarse a Bordighera, provincia de Imperia, Región Liguria, lugar de la Academia 'Piatti Tennis'. Allí inicio su camino hacia el profesionalismo y aprendió a hablar italiano con fluidez, a pesar de haber nacido y vivido bajo territorio italiano.


Disputó pocos torneos Junior ITF y junto a su equipo decidieron incursionar en el circuito profesional. Casi sin experiencia, a los diecisiete años logró su primer título Challenger, seguido por dos trofeos Futures, al revés de lo que indica la lógica. Tres semanas consecutivas que jamás olvidará porque significaron el despegue del joven de cabellera rojiza que lo hizo reflexionar sobre su presente y futuro. Jannik Sinner estaba para cosas importantes en este deporte. El campeón más joven de un Challenger en toda la historia italiana debía mantener los pies sobre la tierra y no quemar etapas porque sí. Pero su rápida progresión hizo imposible seguir los pasos normales de un jugador con proyección.
En Budapest llegó su primera victoria ATP, en Roma su primer triunfo en Masters1000, en el US Open debutó en un Grand Slam, en Amberes alcanzó sus primeras semifinales ATP, en noviembre fue 93° del mundo y en Milán, invitado por la organización, ganó su primer título en el Masters #NextGen. "No tengo palabras para describir como me siento. Ha sido una semana increíble, enfrentándome a jugadores con mejor ranking que yo y que ya están algo más consolidados en el circuito. Poder compartir con ellos esta experiencia ha sido inolvidable. Tampoco puedo olvidarme del público que no ha parado de animarme y de la organización del torneo, ya que si no me hubiesen invitado no habría estado aquí. Espero poder volver el año que viene y defender mi título"


A lo largo de su corta carrera como profesional había ganado siete partidos ATP y embolsado $274,470. Solo en Milán ganó cuatro encuentros ATP y $372,000. Ni lerdo ni perezoso, siguiendo la tendencia de los jóvenes y asesorado por sus agencias de representación, Sinner se trasladará de la casa de sus padres en Sesto (Italia) al Principado de Mónaco, país exento de impuestos: “La idea es mudarme a Monte Carlo, un lugar hermoso donde te levantas cada mañana y puedes ver las montañas, para mí eso es el paraíso. En esta profesión hay que viajar mucho, así que volver a casa y relajarme de esta forma es perfecto”.

Daniel Vitale Pizarro

04 noviembre 2019

Dudas despejadas


El número uno del mundo fue campeón en el Masters1000 París sin ceder sets pero horas después amaneció como número dos ATP. Novak Djokovic perdió la primera posición del escalafón mundial a pesar de haber ganado cuatrocientos puntos más que la temporada pasada en Bercy ya que el puntaje que otorga el Masters desaparece una semana antes del torneo junto con el último M1000. El motivo de esta quita inusual de unidades antes de 'defenderlas' es para que al certamen de final de temporada acudan los ocho mejores jugadores con los puntos conseguidos durante 2019 y no de los últimos doce meses, como ocurre en el 99% de los torneos.


Desde que el balcánico se retiró del US Open por dolores en el hombro izquierdo, la sensación en los torneos posteriores en los que participó eran de dudas por su estado de salud. Semanas después, el propio jugador se encargó de despejar esas especulaciones siendo campeón en Tokio y París, no sin antes mencionar en cada conferencia de prensa, que no estaba al 100% físicamente. La derrota en cuartos de final en Shanghai sumado al gran año de Rafael Nadal, sin perder antes de semifinales en once de sus doce torneos de 2019, hicieron que perdiese el N°1 ATP, puesto que podrá recuperar durante el Masters de Londres, pero que no depende de sí mismo para lograrlo.
El serbio sabe que no será fácil volver a la cúspide del tenis pero tiene claro que es una de sus prioridades, a día de hoy la más importante: “Obviamente terminar por sexto como N°1 ATP  es una motivación para mí, un objetivo de cada día, uno de los objetivos más importantes que puedo tener a nivel profesional, al igual que ganar tantos Grand Slams como sea posible o luchar por ser el número uno del mundo el mayor tiempo posible. Ahora no es momento de hablar de predicciones, ya que no sería real. Tengo que esperar a Londres y ver si puedo alcanzarlo”. Finalizar N°1 ATP significaría sobrepasar a Roger Federer y Jimmy Connors, ambos con cinco temporadas al tope de la lista de entradas, e igualaría a Pete Sampras, aunque la hazaña del norteamericana haya sido en años consecutivos...


Pero como sucede cada vez que un miembro del "Big3" se acerca a las instancias finales de un torneo, los estadígrafos se frotan las manos porque los récords se rompen a la orden del día. Djokovic igualó la cantidad de títulos ATP conseguidos por John McEnroe (77) y quedó a un Masters1000 de Nadal (35), en una batalla mano a mano entre serbio y español. El nacido en Belgrado superó por primera vez a sus pares en la lucha por ganar más "Grandes Torneos". Entre Grand Slams, Masters1000 y el Masters, acumula 55 cetros, uno más que sus colegas, en una frenética competición en la que no cabe lugar para otro, una década cuasi monopólica de las citas más importantes del circuito ATP.

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Novak se tomó un tiempo para reflexionar sobre su quinto título en París y lo que significa un trofeo ATP más: “No nos olvidemos que esta victoria no debe considerarse como algo normal, común. Es un privilegio levantar grandes títulos, una de las principales razones por las que todavía sigo jugando a nivel profesional. Amo el tenis, me encanta entrenar, estar en el circuito, ser profesional, participar en los eventos importantes, todo esto te cambia la vida. Tienes que adaptar tu estilo de vida por completo para tener una pequeña oportunidad de triunfar. Hasta ahora he tenido el privilegio de contar con el apoyo de toda mi familia y mis seres queridos, porque se necesita un equilibrio tanto dentro como fuera de la pista. Necesito recordar esos preciosos momentos porque ahora soy padre y las cosas han cambiado en términos de prioridades, en lo que realmente me importa más de la vida”.

Daniel Vitale Pizarro

28 octubre 2019

El patio de su casa







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A Roger Federer no solo lo une a Basilea el haber nacido en la homónima ciudad suiza del cantón alemán. Su primer contacto con el evento tenístico fue en 1993 (doce años) cuando lo eligieron para ser recogepelotas. En 1997, el helvético de dieciséis años debutaba como tenista profesional en el ATP Basilea, gracias a una invitación por parte de la organización para disputar la clasificación. Veintitrés ediciones después desde su debut en Suiza, las quince finales alcanzadas en su ciudad natal lo convirtieron en el hombre récord de la Era Abierta en disputar definiciones en un mismo certamen y los diez títulos conseguidos allí, récord personal de más trofeos en un mismo torneo junto con Halle. Quizás por eso las lágrimas luego del triunfo en medio de una ovación que parecía interminable.
"La gente piensa que solo estoy ahí, obteniendo el título, pero hay mucho más que eso. Manejar a cuatro niños es todo un desafío, un lindo reto. Y cuando estoy allí y recuerdo todo eso en mi cabeza, me llega y no puedo controlar mis emociones. Con la música de fondo y los niños entrando en la pista... todo suma. Estas victorias significan mucho para mí. Al principio me resultaba incómodo mostrar mis emociones en público pero ahora es parte de mi carrera. No pretendo llorar, pero me viene de forma natural". Amado en todo el mundo por su forma de jugar pero sobre todo por su forma de ser más que por sus resultados inalcanzables, Federer no esconde sus emociones porque no puede, y eso lo hace aun más querible para el público.
El número tres del mundo, sincero sobre sus posibilidades de ganarnunca imaginó este presente: "Tengo sensaciones encontradas. Al inicio de mi carrera, luego de perder dos finales seguidas en Basilea (2000-01), creía que nunca iba a poder ganar aquí. Hoy pienso que en algún momento esta racha ganadora (cinco títulos) se tiene que terminar; lo pensé el año pasado y esta temporada también lo hice. Para mis fans es lógico que juegue semifinales o finales aquí, pero para mí no lo es. Cuando se acercan a mí, me dicen: 'nos vemos el domingo, ya tengo las entradas'. Antes del torneo tuve la sensación de que caería antes de la final. Soy muy realista y sé que el margen de error aquí es muy pequeño. Por eso estoy muy sorprendido de haberlo logrado otra vez".
Primer título con 38 años y cuarto de la temporada, el longevo jugador se acerca a las cuatro décadas con un nivel de tenis asombroso. Rápido de piernas, infalible con su servicio, dominante con sus golpes de fondo y cerrando muchos puntos en la red cual doblista experimentado, Roger parece no envejecer. Al contrario, su juego rejuvenece. Desde Wimbledon que no se mostraba tan fino con sus golpes, una derrota que le costó digerir pero que pudo hacerlo antes de fin de temporada, otra muestra de lo fuerte mentalmente que se hizo con los años. "La experiencia te ayuda en los momentos oscuros", dijo tras ganar en Suiza, haciendo alusión a la durísima derrota en el All England, la más dolorosa de su carrera que 'por suerte' le llegó con 37 años y no siendo un adolescente...

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En Basilea la tradición se respeta y como todos los años, como cuando el propio Federer fue recogepelotas, el campeón de turno les entrega una medalla a cada niño y pizza para todos, una celebración que a Roger le recuerda lindos momentos. Sin París en su calendario 2019 ni las 'Finales de Copa Davis' en Madrid, su temporada finalizará en Londres luego de disputar su decimoséptima 'Copa de Maestros' en donde acumula seis títulos en diez finales disputadas (récords históricos). El suizo emprenderá luego del Masters una gira por Latinoamérica en la que, de no ocurrir cancelaciones de último momento, visitará México, Colombia, Ecuador, Chile y Argentina. No será una gira de despedida porque sabemos que, si el físico lo acompaña, competirá durante todo 2020.


Daniel Vitale Pizarro

21 octubre 2019

Diamante en bruto







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Tres años pasaron desde que Denis Shapovalov se mostró al mundo en el Masters1000 canadiense. Aun está en el recuerdo de los fanáticos el partido en Montreal 2017 frente a Rafael Nadal cuando con dieciocho años derrotaba al español ante la atónita mirada del estadio y del mundo del tenis. Un zurdo de melena rubia que disputaba el certamen gracias a una invitación, eliminaba primero a Juan Martín Del Potro y luego al Rafa Nadal (2°). Suelto y sin nada que perder, su tenis explosivo fluyó y terminó regalándole al público local una semana que nadie imaginó. 143° del mundo en ese momento, comenzaba ese año una carrera ascendente y precoz, que asombraba a todos por la espectacularidad de sus tiros y el desparpajo para disputar los encuentros importantes.


Campeón de Wimbledon Junior, finalista en dobles y N°2 de la categoría en 2016, a Shapovalov no le costó la transición al profesionalismo como a tantas otras estrellas juveniles. En 2017 finalizó la temporada como 51° ATP y en 2018 terminó 27° ATP. Siempre en ascenso, en abril de 2019 tocó el Top20 (20°) antes de cumplir los 20 años, un presagio de lo que vendría unos meses después. Pero no todo es alegría para el talento nacido en Tel Aviv (Israel). A pesar de un constante ascenso en el ranking ATP y de muy buenas victorias, una racha de siete semifinales ATP perdidas hacía mella en su brillante progresión ya que era el único de su generación que no había alcanzado una definición ATP.







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Todos sabían que era cuestión de tiempo para verlo alzar un trofeo ATP pero la confianza en un tenista es todo, más aun si el jugador es joven y talentoso, con todo un país detrás que espera que cruce esa barrera ya. Y el día llegó. La octava fue la vencida. En Estocolmo no solo accedió a la final sino que la ganó con solvencia y claridad, una muestra de autoridad ante Filip Krajinovic (6/4 6/4) que también buscaba su primera corona en el circuito principal (0-3). Concentrado en presionar constantemente a su rival sin dejar de lado algún tiro para deleite del público, Denis dominó al serbio y se quitó ese peso de encima que genera amenazar con un buen torneo pero no concretar con un trofeo.
¿Cuanto cambió de ese chico que accidentalmente lastimó al juez de silla luego de un involuntario pelotazo, fruto del enojo por perder su servicio en Copa Davis ante Gran Bretaña en febrero de 2017? La respuesta es casi todo. Su facilidad para generar tiros ganadores se mezclaba con su desorden táctico, sin paciencia para trabajar el punto. La casi nula cosecha de victorias en la temporada de arcilla y césped (2-9) lo hizo volver al trabajo a conciencia y replantearse hacia donde iba su carrera y cómo. El inicio del verano norteamericano fue el puntapié para volver a tomar confianza y Estocolmo pudo ver en su esplendor al diamante en bruto canadiense, que a pesar de no enfrentar a rivales de fuste, no cedió ningún set y pudo romper el maleficio de las semifinales ATP perdidas.
Nacido en Israel, hijo de padre ruso, madre israelí, canadiense desde su primer cumpleaños y residente en Bahamas, "Shapo" reúne un cóctel de nacionalidades, idiomas y culturas poco común en una familia tipo. El pequeño Denis comenzó a jugar al tenis a los cinco años en el club donde trabajaba su madre como entrenadora. Más adelante Tessa (madre) abrió un club llamado "Tessa Tennis" donde le dio forma a su hijo durante la adolescencia, lugar donde entrena cuando no está compitiendo. El prodigio despuntó rápidamente, asombrando a propios y ajenos desde los ocho años. El tiempo pasó y los resultados acompañaron el desarrollo de Shapovalov hasta ser campeón por primera vez de un torneo ATP en Estocolmo, el primer paso de un tenista que no tiene techo.


Pendiente de su país, con intereses que van más allá de su éxito personal en el tenis,
Denis Shapovalov habló en conferencia de prensa en Suecia: "Me invade una gran felicidad. Estoy muy orgulloso del trabajo que hemos hecho junto a todo mi equipo y que me ha permitido ganar este torneo. Estocolmo tiene una gran historia. Me ha sorprendido comprobar que empezó a celebrarse el año que nació mi madre (1969) y ver mi nombre en el palmarés junto al de grandes campeones históricos me hace muchísima ilusión. Me dije a mí mismo que debía ser agresivo e ir a por el partido. Tuve paciencia para no desesperarme por las oportunidades perdidas al resto y permanecí con actitud positiva y luchadora hasta que conseguí el break. No puedo estar más feliz".


Daniel Vitale Pizarro