El Australian Open es denominado el “Happy Slam”. Los australianos hicieron que el torneo adopte ese nombre afable gracias al gran número de espectadores y al calor de los mismos en cada entrenamiento o partido. Disfraces, colores vívidos, comida y algún trago de más, son característicos del día a día, un marco único en un país que lo tiene todo. Disputado en Melbourne durante el mes más caluroso del año en el hemisferio sur, Melbourne Park recibe cientos de miles de visitantes durante los casi 20 días que dura el certamen desde la clasificación de todas las categorías participantes, hasta las finales. Singles, dobles, dobles mixtos, juniors y silla de ruedas son las competencias oficiales durante el primer Grand Slam de la temporada.
En las categorías más importantes (individual masculino y femenino), Roger Federer intentará defender el título obtenido en 2017, y Serena Williams, campeona en 2017 estando embarazada (dato no menor), no disputará el Australian Open por no estar al 100% de su condición física. Los candidatos al título son varios: Federer, Nadal, Dimitrov, Zverev, Kyrgios, Del Potro o alguna sorpresa que pueda colarse en las instancias finales masculinas, son los nombres que están en boca de propios y ajenos del deporte, por lo que apostar por tu jugador favorito no es tarea sencilla.
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Abarrotado de fanáticos todo el complejo tenístico, el calor extremo imperante parece no molestar a los visitantes que soportan temperaturas de casi 40° centígrados. Pero los jugadores son los que peor la pasan cuando de calor extremo se trata. Los termómetros marcan casi 60° grados centígrados en el suelo de la Rod Laver Arena, de la Margaret Court y de la Hisense Arena, los principales estadios australianos. Estas tres mega estructuras del complejo cuentan con techo retráctil para los días de lluvia o de calor extremo (40°C), típicos durante esta época.
Abarrotado de fanáticos todo el complejo tenístico, el calor extremo imperante parece no molestar a los visitantes que soportan temperaturas de casi 40° centígrados. Pero los jugadores son los que peor la pasan cuando de calor extremo se trata. Los termómetros marcan casi 60° grados centígrados en el suelo de la Rod Laver Arena, de la Margaret Court y de la Hisense Arena, los principales estadios australianos. Estas tres mega estructuras del complejo cuentan con techo retráctil para los días de lluvia o de calor extremo (40°C), típicos durante esta época.
El Grand Slam
más difícil de todos por las condiciones de calor, por la lejanía de Australia
con Europa y Norteamérica (epicentros del circuito ATP) y por realizarse en
enero, luego de las merecidas vacaciones (físicas y mentales) y de una exigente
pretemporada. Ese conjunto de cosas hace que el históricamente menos
prestigioso de los cuatro Majors sea el más complicado de ganar, el más
competitivo y el más “feliz” de todos. Bienvenidos al Australian Open 2018, la
temporada ya comenzó.
Daniel Vitale Pizarro
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