28 febrero 2022

El tapado

A Andrey Rublev no se lo termina de tomar en serio. En una época en la que ganar un Grand Slam es el desafío más grande para un tenista fuera del Big3, el ruso no ha podido romper la barrera de los cuartos de final. Tampoco pudo ser campeón de Masters1000, la escala anterior en importancia del circuito actual, perdiendo dos finales la temporada pasada. Quizás por eso el público en general no termina de aceptar lo buen jugador que es. Independientemente de sus resultados, Rublev ha hecho méritos suficientes para merecer ser el actual número seis del mundo (cinco en 2021), sobre todo si hablamos de los ATP500, una categoría de certámenes en la que se siente como pez en el agua.

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Luego de un inicio de temporada algo irregular, el título en el ATP250 Marsella tanto en individuales como en dobles significaron las primeras alegrías del año para el ruso. Campeón ante Felix Auger Aliassime (9°), la final fue el único partido de los ocho que disputó en siete días, entre ambas modalidades, que pudo ganar en sets corridos, un desgaste físico y mental muy alto. Sin tiempo para descansar ni festejar, voló sin escalas de Francia a los Emiratos Árabes Unidos para disputar el ATP500 Dubai. Aterrizado en suelo árabe con la resaca de ser campeón dos días atrás en otro continente, su desempeño fue el de casi siempre en un certamen de esta categoría.

Y Rublev lo volvió a hacer en un ATP500. Décimo título ATP, cinco de ellos de categoría 500. Dueño del segundo récord de partidos consecutivos ganados (23) en ATP500 detrás de Roger Federer (28), Andrey no deja de sorprender a los espectadores por lo fuerte que le pega a la pelota. Presenciar un entrenamiento o un partido suyo en pistas bajo techo, es único. La intensidad que propone y la velocidad de bola que impone es de las más altas del circuito, muy difícil de aguantar para casi cualquiera, incluso también para el propio jugador. Un estilo de juego tan vertical como peligroso que en el largo plazo deberá modificar si pretende mantenerse en la elite por muchos años más.

"¿Ganar en semanas seguidas es lo más parecido a ganar un Grand Slam?", le preguntaron al ruso en conferencia de prensa, a lo que contestó sin titubear: "Para nada. En primer lugar, juegas en un solo sitio y tienes un día libre. En los Grand Slams los partidos son al mejor de cinco sets y fácilmente los encuentros pueden extenderse tres horas o más. Estoy bastante cansado por el poco tiempo de descanso que tuve y por haber volado a otro continente. Para ser honesto, no tengo idea de cómo lo hice. Ganar en semanas consecutivas es muy complicado y duro físicamente. Ahora intentaré dormir tanto como pueda (risas). Espero que esto me sirva para creer que puedo pelear por ganar grandes títulos".

Entrenado por el español Fernando Vicente desde 2016, a sus veinticuatro años está en su mejor momento tenístico. Campeón de la Copa Davis tres meses atrás, sus resultados desde 2020 no hacen más que mejorar y su posición en el ranking lo deja bien claro. Desde que ingresó al Top10 en octubre 2020 nunca salió, participando de dos Masters de fin de temporada. El objetivo para 2022, más allá de los resultados que se proponga junto a su equipo de trabajo, será dejar de ser 'el peligroso' para ser 'el candidato' y que los rivales no quieran enfrentarlo en las rondas finales de los torneos. Para lograrlo, Rublev tiene claro qué debe mejorar: su mentalidad.


El 'Progreso del Año 2020' por ATP y oro olímpico en 'Tokio 2021' (dobles mixto) reflexionó y dio una lección de psicología que muchos deberían escuchar: “Si quiero ser mejor jugador y tener mejores resultados, necesito mejorar mucho el apartado mental, porque es lo que peor hago en comparación al Top5. Ese es mi principal objetivo. Todo depende de mí mismo. Si quiero mejorar mi mentalidad, si estoy preparado y soy lo suficientemente fuerte y duro, lo haré. La parte mental no depende del entrenador, sino de uno mismo. Si quieres cambiar cosas dentro de ti, eres tú quien tiene que asumir la responsabilidad. Puedes tener a los diez o veinte mejores especialistas y te dirán lo mismo. Si tú no quieres, no cambiarás nada”.

Daniel Vitale Pizarro

08 febrero 2022

El Sasha kazajo


Alexander Bublik es noticia por ser campeón ATP. Sí, aunque suene extraño para el seguidor del circuito ATP, el nombre del kazajo por primera vez no estará asociado a los saques por abajo, tiros fuera de la común, declaraciones controvertidas o excentricidades impropias de un tenista convencional. En la ciudad francesa de Montpellier, Bublik se dio el gusto de ganar el ATP250 ante Alexander Zverev (3°) rompiendo rachas negativas como un 0-4 en finales ATP y un 0-6 ante jugadores Top5. Nacido en Gatchina (Rusia) hace veinticuatro años, el 'Sasha' kazajo no olvidará esta semana y su pícara sonrisa característica lo sabe...
“Soy más relajado que muchos otros jugadores, me tomo la vida con calma, tengo una manera filosófica de vivir. Pues lo mismo cuando entro en la cancha. Ustedes solo me están viendo cuando golpeo la pelota y juego esos tiros eléctricos, que son parte de mi juego, pero no son parte de mi vida. Muchas veces, los grandes comediantes sobre el escenario luego son están tristes en la vida, pero mi caso no es así. Puedo decir que hay una gran diferencia entre el Alexander Bublik de la pista y el de fuera de la pista”, así se autodefinió el propio jugador, un personaje necesario en un circuito ATP cada vez más monótono tácticamente y políticamente correcto ante una cámara o micrófono.


Cuatro veces campeón en el circuito ITF y seis en el ATP Challenger Tour entre 2016-2021, al palmarés del kazajo le faltaba un título ATP tras las finales perdidas en Newport y Changdu 2019 y Antalya y Singapur 2021. A Montpellier llegaba con una victoria en los dos torneos previos, un presente que poco influyó en su confianza de cara al título que a la postre obtuvo en el sur de Francia. Basado en su servicio (78 aces) y su impredecible patrón de juego, Bublik no perdonó a Zverev, que falló en los momentos claves, para llevarse el torneo bajo techo francés. Título ATP, más finales ATP (5) y mejor ranking histórico (31°), números que lo ubican como el mejor jugador que haya representado a Kazajistán.
Micrófono en mano y con el trofeo asegurado, Alexander Bublik analizó brevemente el porqué de su triunfo en suelo francés: “Había jugado cuatro finales hasta el momento y hoy, por fin, en la quinta, he conseguido ganar el título, además ante un grandísimo rival como es Alexander Zverev. Es fantástico, todo mi juego estuvo ahí a lo largo de esta semana. He sacado realmente bien y he restado muy bien, manteniendo siempre los nervios bajo control. Incluso en algunos momentos comprometidos tuve un poco de fortuna, aunque lo que me ha llevado al éxito es saber aprovechar mis oportunidades cuando se me presentaron”.
Compañero de generación de Daniil Medvedev, Stefanos Tsitsipas, Matteo Berrettini, Andrey Rublev o Hubert Hurkacz, Bublik fue 19° ITF Junior, sin buenas actuaciones en los Grand Slams. Nacionalizado kazajo en 2017, algunos lo recordarán por su rimbombante frase hace dos años: "Odio el tenis con todo mi corazón. Odio todos los días que tengo que jugar. No veo un punto positivo en ser tenista. Solo juego por dinero. Si no hubiera dinero en juego, me detendría de inmediato. Ser jugador profesional, enfrentarse a nuevos oponentes todos los días, incluso si tienes dolor en todas partes, es difícil. No puedes decir ‘No me siento bien, hoy no juego’. Si te separas de tu novia o te divorcias, tienes que ir a jugar. Y cuando pierdes, todos te preguntan por qué perdiste. Es esta parte del tenis la que odio”.

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Autentico y peculiar, Alexander entretiene al público sin faltarle el respeto al rival. Divierte y se divierte, sin más: "Si gano, es bueno. Si pierdo, es bueno también. Probablemente nunca me verás muy molesto después de los partidos. Si eliges este camino y juegas al tenis, pierdes más de lo que ganas, incluso los chicos del Top5. Tomarme la vida tan en serio, para mí, es simplemente el camino equivocado. Así es como yo manejo las cosas. Puedo vencer a cualquiera o perder contra cualquiera. Siendo honesto, realmente no me importa. Estoy aquí para divertirme, jugar partidos y vivir mi vida. Así es como vivo y eso es lo que me gusta hacer”.

Daniel Vitale Pizarro