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13 junio 2023

Dueño de la historia

A pesar de no perder en un Grand Slam desde Roland Garros 2022 ante Rafael Nadal y sin la presencia del español en el torneo por primera vez desde 2004, el favorito para ganar en París no era Novak Djokovic. El nivel demostrado en la gira sobre arcilla y las dudas sobre su plenitud física hacían dudar a fanáticos y especialistas sobre las posibilidades del serbio de levantar su tercera 'Copa de los Mosqueteros'. El gran estado de forma de Carlos Alcaraz, la explosión de Holger Rune, la consistencia en Grand Slams de Stefanos Tsitsipas o incluso la novedosa "amistad" de Daniil Medvedev con la tierra batida desviaron los focos de atención sobre el multicampeón serbio.

Musetti en Monte Carlo, Lajovic en Banja Luka y Rune en Roma, sumado a la ausencia en Madrid por molestias en su codo derecho lo alejaron del centro de atención de la prensa especializada. Candidato en cualquier torneo por historia y vigencia, a sus treinta y seis años y en la superficie más desgastante de todas, el rendimiento de Djokovic era una incógnita antes del inicio del segundo Grand Slam del año. "No estaba rindiendo bien en los torneos de tierra previos a París, pero en cuanto llegué me sentí de manera positiva. Sentí que tenía una muy buena oportunidad contra cualquiera al mejor de cinco", expresaba sus sensaciones el serbio a medida que pasaban los días en la capital francesa.

Sacando los partidos adelante más por oficio que por nivel, recién en cuartos de final ante Karen Khachanov tuvo que elevar su tenis para no caer ante el potente ruso. Superados esos escollos, el torneo le puso enfrente al favorito de todos, Carlos Alcaraz. La juventud, energía, poder de golpeo y el mejor momento de forma de Carlos no fueron suficientes para destrabar un partido muy complejo que terminó con el español acalambrado producto de los nervios ante el duelo más importante de su corta carrera como profesional. "Lo achaco a una cuestión mucho más mental que física. Entré al partido más nervioso de la cuenta, no supe relajarme ni quitarme esa tensión. Probablemente fue lo más estresante y tenso que me he sentido en una pista de tenis. Ha sido muy duro", fueron las palabras de 'Carlitos'.

Alcaraz no soportó la presión. La falta de experiencia le jugó una mala pasada al murciano que la noche anterior no pudo casi ni comer y mucho menos dormir como hubiera debido. La instancia y el rival le quedaron grandes a un Carlos que fue 'Carlitos' ante un Djokovic al que no le tembló el pulso. La final fue diferente. Casper Ruud, el tenista más infravalorado del circuito, le plantó cara al hombre récord de serbia. De mayor a menor, el noruego estuvo tan cerca de ganar el primer set como tan lejos de ganar el partido. Al límite durante noventa minutos, el poder de fuego del inicio se fue apagando hasta ceder las tres mangas contra un Djokovic que nunca titubeó ni le permitió agarrarse al encuentro. La derecha de Novak fue perforando a Casper a medida que avanzaba el encuentro. El serbio jugó un partido muy serio, a la altura de las expectativas.

Sin excusas, el triple finalista de Grand Slam explicó el porqué de su derrota: “Creo que tuve un buen inicio y él cometió algunos errores, tal vez sintiéndose un poco nervioso. Obtuve algunos puntos gratis y estuve arriba 3-0. Esa fue una gran manera de empezar. A partir de ahí, él minimizó los errores y encontró su nivel y su ritmo. Creo que tuve un buen plan de juego y funcionó bien al principio. También porque él cometió algunos errores, pero simplemente luego dio un paso al frente, como si supiera cómo hacerlo. No es la primera vez que lo hace. Puedes ver por qué ganó 23 con la forma en que le dio la vuelta el primer set y dio un paso adelante en el segundo y tercero cuando tenía que hacerlo”.

Preguntado sobre quién es el mejor de la historia, Djokovic evadió la respuesta con estilo: “Siento que es una falta de respeto hacia todos los grandes campeones de diferentes épocas. Cuando hablas de historia, la gente habla principalmente de los Grand Slams ganados o la cantidad de tiempo como N°1 ATP. Me las arreglé para romper los récords en ambas estadísticas, lo cual es increíble. Realmente siento que la edad es solo un número en mi caso. Es un poco simbólico que haya ganado mi histórico 23 aquí en París, lo hace aún más dulce y grandioso saber lo que se necesita para ganar este torneo. Roland Garros es la montaña más alta de escalar para mí, por eso es aún más satisfactorio”. 

Daniel Vitale Pizarro

09 junio 2022

La sucesora

El sorpresivo retiro de Ashleigh Barty tras ganar el Australian Open dejaba acéfalo al circuito femenino. Su pedido de quitarse del ranking WTA permitió que Iga Swiatek fuera la nueva N°1 antes de tiempo. El inestable 2021 de Swiatek y la volatilidad general de las mejores de turno no propiciaban un clima de confianza general sobre su arribo a la cima del ranking pero a fuerza de victorias y títulos, la polaca despejó rápidamente las dudas del inconsciente colectivo de los aficionados. Campeona de Roland Garros 2020 con apenas diecinueve años, dos años después volvió a ganar en París pero esta vez como la principal favorita. La nueva monarca del tenis llegó para quedarse y no tiene pensado claudicar.

Los memoriosos que pasaron por el Buenos Aires Lawn Tennis Club en octubre de 2018 tuvieron la oportunidad de ver a Iga Swiatek ganar la medalla de oro en dobles de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Campeona de Roland Garros Junior en dobles y de Wimbledon Junior en individuales antes de aterrizar en Argentina, su gran desempeño esa temporada la posicionó como la Junior número cinco del planeta con un puñado de torneos entre los menores de edad ya que la polaca mezclaba torneos Juniors con profesionales (Top200 WTA). Consolidada Top100 WTA en 2019, en 2020 sorprendió al mundo entero ganando su primer título WTA en Roland Garros sin dejar sets en el camino.

Rápida de pies, inteligente, siempre encima de la bola y con mucha facilidad para cambiar la trayectoria de los tiros, Swiatek abruma a sus rivales, no los deja pensar. Enfocada en su estrategia según la rival, su estabilidad mental desconcierta a las contrincantes de un circuito femenino cada vez más volátil tanto tenística como mentalmente. Su regularidad le ha permitido dominar la primera mitad de la temporada acumulando seis títulos consecutivos (QatarIndian WellsMiamiStuttgartRoma y Roland Garros) y treinta y cinco victorias al hilo, números que no se veían desde que Venus Williams lo lograra en el año dos mil.

Trofeo y micrófono en mano, la pregunta sobre la diferencia entre Roland Garros 2020 y 2022 era inevitable en la conferencia de prensa postítulo: "Es increíble. Ahora siento que estoy preparada para lo que viene. Me siento más sólida, todo era más frenético hace dos años. Ahora me siento incluso más preparada para celebrarlo. En 2020 lo único que sentía era confusión. Nunca creí realmente al 100% que podía ganar un Grand Slam. Esta vez fue todo trabajo y esfuerzo. También soy más consciente de cómo es ganar un Grand Slam y lo que se necesita, cada aspecto del juego tiene que funcionar. Con esa consciencia, me siento aún más feliz y más orgullosa de mí misma. En 2020 me sentí afortunada, ahora siento que realmente hice el trabajo. Siento que no tengo nada que demostrar, porque ya lo he hecho".

Alejandro Ciriza describe a la perfección a Iga: "No es la más espectacular. No posee los golpes más definitivos ni poderosos. Tampoco sigue la escuela creativa de las Barty o Jabeur, u otras virtuosas del pasado, ni tiene el aderezo mediático de las Williams u otras compañeras de generación. Sin embargo, Iga Swiatek es la mejor y la más fuerte, la nueva Dama de Hierro de la raqueta. Ejerce sin condescendencia. Muerde y no suelta la presa. Abarca y abarca pista, fina en los movimientos y estratégica, cada vez más afilada y más completa. Una chica expresiva y risueña a la que el físico, uno de los más sobresalientes del circuito, le viene de serie; al fin y al cabo, su padre Tomasz participó en la modalidad de remo en los Juegos Olímpicos de 1988".

Fanática de los libros, Marcos Zugasti contó algunas anécdotas sobre Swiatek y la lectura: "Para su cumpleaños número veinte, su equipo de management le regaló veinte libros que ella quería -fue uno de los mejores regalos de mi vida-, dijo Iga. Su equipo de trabajo monitorea los libros que lee para que no los termine cerca de jugar porque Iga se mete en las historias y se emociona. Por ejemplo, en el último US Open estaba leyendo la novela 'Lo que el viento se llevó', de Margaretch Mitchell, y su psicóloga no quería que lo terminara antes de un partido porque estaba segura de que iba a llorar. O la última, leyó el 'Asesinato en el Orient Express' en dos días y lo terminó cuarenta minutos antes de su partido de segunda ronda del Roland Garros que acabó ganando".

Así es Iga Swiatek. Emocional, sensible, sencilla y con unos valores diferentes a la tenista promedio del circuito, como la define Diego Jimenez Rubio: "La personalidad de Iga Swiatek se explica con el profundo amor y respeto que profesa hacia este deporte, al que no ve como un instrumento para alcanzar la fama o el éxito pasajero, tampoco como la materialización de un sueño infantil, sino como un trabajo con el que disfruta, pero para el cual ha de prepararse de forma concienzuda. La polaca honra al tenis con su capacidad para evolucionar, pero sobre todo, con esa humildad que le hizo reconocerse como inmadura en el momento en que rompió moldes hace dos años".

Daniel Vitale Pizarro

15 junio 2021

El antihéroe

El antihéroe es el "personaje de una obra de ficción que desempeña el mismo papel de importancia y protagonismo que el héroe tradicional, pero que carece de sus características de perfección por tener las virtudes y defectos de una persona normal". Novak Djokovic encaja a la perfección en esa definición de diccionario. Políticamente incorrecto, el serbio no repara en buenas actitudes como su estatus en el circuito se lo "exige". Raquetas rotas, gestos agresivos, improperios al aire o asiduos pedidos al fisio, el serbio carece de la caballerosidad tenística tan aclamada por la prensa y los fanáticos, hidalguía representada tanto por Federer como por Nadal. Todo eso lo convierte en un tenista más terrenal, un modelo actitudinal de jugador común al que nadie se quiere parecer.

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Pero no siempre se comportó así dentro de una cancha de tenis. Su obsesión por ser el mejor lo llevó a querer ser también el más querido y en ese terreno las cosas no le salieron igual. El fanatismo del público por Federer-Nadal fue, es y será inquebrantable. El choque de estilos tenístico, físico, mental y de dominio de superficies, acompañado por una estética visual opuesta, fue un combo perfecto para el marketing que las marcas aprovecharon a la perfección. Disputar esas posiciones de privilegio no sería tarea sencilla tanto en lo deportivo como en lo comercial. A fuerza de resultados, 'Nole' se ganó con creces su sitio en la historia de este deporte pero el precio que tuvo que pagar fue altísimo, modificando inconscientemente su actitud tanto dentro como fuera de las pistas.

El serbio irrumpió en 2008 en un circuito monopolizado por Roger Federer y Rafael Nadal, pero no fue hasta 2011 que se metió en la discusión real de los grandes torneos. Desde esa temporada, el mejor tenista de los tres ha sido el nacido en Belgrado. Entre 2011-2021, Novak domina a Roger y a Rafael en enfrentamientos personales (37-17), títulos de Grand Slam (18-15), Masters1000 (31-28), Masters (4-1) y semanas como N°1 ATP (324-132), solo es superado en trofeos ATP en general (77-83). Además, Roland Garros 2021 le permitió ser el primer jugador en la Era Abierta en ganar al menos dos veces cada Grand Slam, un récord compartido con Roy Emerson y Rod Laver en toda la historia del tenis.

"Nunca pensé que fuera imposible alcanzar los Grand Slams de ellos. Aún falta, pero es uno menos. Así y todo ellos siguen jugando y lo están haciendo muy bien, sobre todo Rafa. Los tres tenemos nuestras oportunidades en Wimbledon y en el resto de los Grand Slams por lo que todos competimos por este récord asombroso y es algo que seguiré persiguiendo. Por el momento, seguiré haciendo mi propio camino y escribiendo mi propia historia", declaraba el diecinueve veces campeón de Grand Slam en conferencia de presa, con la Copa de los Mosqueteros sobre el pupitre pero con la mente en Wimbledon, el tercer gran evento del año.


Relajado, con la satisfacción del deber cumplido tras derrotar a Nadal en semifinales y a Tsitsipas en la final para ganar Roland Garros, Djokovic se enorgullece de sus logros pero no se conforma: "Definitivamente el viaje de mi carrera ha sido fantástico. He logrado algunas cosas que muchas personas creyeron que no eran posibles para mí. Ahora me encuentro en una buena posición para intentar conseguir el Golden Slam, pero en 2016 estaba en el mismo sitio y caí en la tercera ronda de Wimbledon. De todos modos, disfrutaré de esta victoria y en unos días pensaré en eso. No tengo ningún problema en decir que iré por el título a Wimbledon, donde tuve gran éxito en las últimas temporadas". 


Los años pasan y los títulos importantes se los siguen repartiendo entre el "Big3". Los jóvenes, mejores física y tenísticamente por el inevitable paso del tiempo, no logran vencerlos en las instancias finales de los Grand Slams. Aprietan, asustan y compiten pero se quedan a las puertas de una victoria. Y los ejemplos sobran en los último años: Stefanos Tsitsipas dominaba 2-0 en sets a Djokovic en Roland Garros 2021; Dominic Thiem adelantaba a Djokovic 2-1 en sets en el Australian Open 2020; Daniil Medvedev estuvo quiebre arriba en el quinto set ante Nadal en el US Open 2019... La presión que debe soportar un tenista es enorme y poder canalizarla es fundamental para ganar este tipo de partidos.

No es casualidad que el rendimiento baje al momento de cerrar un partido tan importante. La dificultad de ganar reside en poder jugar los puntos importantes como si no lo fueran, hasta el final del partido. Para eso se necesita una estabilidad emocional capaz de aguantar durante los momentos negativos para poder aprovechar los positivos, sin euforias que te quiten energía física y mental, aspectos primordiales en partidos a cinco sets. Djokovic administra como nadie la energía físico-mental en partidos extensos, exprimiendo al máximo sus cualidades y agotando a sus rivales. Cuando el encuentro es reñido, su mirada intimida, su determinación abruma y su juego se vuelve sólido como una roca. El que ríe último, ríe mejor, y Novak Djokovic apunta a eso para el final de su carrera.

Daniel Vitale Pizarro

12 octubre 2020

El ridículo XIII

La final de Roland Garros 2020 no era una más de Grand Slam. Había mucho en juego. A las características particulares de esta edición repetidas una y mil veces por jugadores, entrenadores, periodistas y presentes en el torneo sobre las nuevas pelotas Wilson, el frío húmedo parisino de octubre y el techo retráctil utilizado prácticamente todos los días por las constantes lluvias, estaba en juego un nuevo trofeo de Grand Slam que catapultaría al ganador a una nueva categoría de campeón que aun no tiene nombre. Porque tras más de quince años viendo ganar a Federer, Nadal y Djokovic semana tras semana, prácticamente en cualquier torneo, no encuentro la palabra correcta para describir lo conseguido por ellos tres, pero más aun por lo del español en París.

Ganar trece Grand Slams es algo solo al alcance de cuatro tenistas en toda la historia del tenis, pero hacerlo en un torneo de los cuatro que se disputan anualmente, es una ridiculez total. En un deporte tan físico como mental, más aun sobe el polvo de ladrillo parisino disputado al mejor de cinco sets durante catorce días, que una sola persona haya ganado trece ediciones de dieciséis disputadas entre 2005-2020 es ridículo por donde se lo mire. Sus dos derrotas en pista ante Soderling 2009 y Djokovic 2015 y su retiro antes de saltar a la cancha en 2016, solo reflejan que es de carne y hueso como vos que estás leyendo estas líneas o como yo que estoy escribiéndolas, tratando de descifrar como lo hizo.

No hace falta nombrar al veinte veces campeón de Grand Slam porque sus logros ya lo identifican por sí solo. Rafael Nadal dio una muestra más del aura de invencibilidad que tiene en Roland Garros. Ni siquiera Novak Djokovic, superior al manacorí en los últimos años en los enfrentamientos personales, pudo quebrar al inquebrantable español. Trece finales ganadas sobre trece disputadas en la 'Philippe Chatrier'. Trece semifinales jugadas, trece victorias en esa misma cancha. Si estos números siguen sin parecerles ridículos, es porque nunca empuñaron una raqueta de tenis ni siquiera en un negocio de venta de artículos deportivos.

La gesta de Rafael Nadal en Roland Garros es la más impresionante de la historia del deporte individual. No busquen comparaciones porque no las hay. Piensen unos segundos e imagínense ustedes ganando durante trece años el torneo de su club. ¿Imposible, no? Bueno, el Abierto de Francia es el certamen más importante y tradicional de la historia del tenis sobre tierra batida y hay una persona que allí ha dominado durante tres lustros a todo rival que haya osado desafiarlo, red de por medio. Incluso ha derrotado a sus únicos dos verdugos en finales posteriores a esas derrotas: Robin Soderling en 2010 y Novak Djokovic en 2020.

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“Mi cabeza tiene el talento para seguir dándome oportunidades, continuar trabajando y aceptar los fallos para seguir haciéndolo mejor”, decía Nadal durante las semanas previas a debutar en el 'Bois de Boulogne'. Las condiciones adversas de esta edición fueron una motivación extra para Rafael que en contraposición a la mayoría que se excusaba, él trató de buscar soluciones para sentirse competitivo. De eso se trata, de buscar la motivación e intentar mejorar, siempre, más aun tras haber ganado tanto durante mucho tiempo. Toni Nadal lo describe mejor: "Si entiendes la situación, es fácil detectar el problema. Si no aceptas el problema, es casi imposible encontrar la solución".

Trofeo en mano, himno español de fondo y lágrimas en los ojos, así se desplomó "Rafa" en plena entrega de premios: "La mayoría me ve con el trofeo aquí arriba y piensa: 'Ah, ha vuelto a ganar'. Pero mi día a día es más complicado. Tras el parón hubo meses muy difíciles, cosas que nadie sabe, problemas a nivel físico. Me costó muchísimo volver a entrenar a un nivel adecuado. Necesité mucha ayuda de mucha gente. Mi cuerpo no responde bien al frío. Tengo problemas articulares, me pasé semanas sin poder entrenar más de una hora al día. Eran las condiciones más difíciles para mí. Es normal emocionarse con todo esto"

Solo Nadal, su familia y equipo saben por todo lo que tuvo que pasar para ser Rafael Nadal. El propio jugador, micrófono en mano, se encargó de valorizar este Roland Garros, igual o más que cualquiera de sus doce anteriores: "Me quedo con que mi actitud ha sido casi perfecta durante estas dos semanas. Ni una queja ni una mala cara cuando entrenaba. Mi forma de encarar el torneo ha sido buena y luego, el tenis me ha acompañado y he terminado jugando a un nivel muy alto. Solo puedo dar gracias a la vida por poder seguir dedicándome a lo que más me gusta, así que no puedo hacer otra cosa que esforzarme al máximo".

Daniel Vitale Pizarro
@otradoblefalta

10 junio 2019

"Inadjetivable"


El periodista Miguel Ángel Violán lanzó una encuesta como parte de su investigación doctoral de la Universidad Internacional de Cataluña. La votación consistía en elegir 500 palabras para calificar a Lionel Messi luego de su gol 416 en la Liga Española, camino a los 500 tantos convertidos en el club. Sin importar lo que diga la Real Academia Española, los términos ganadores fueron: "inadjetivable" y "regolucionario". Si me permite señor Miguel, voy a tomar prestado uno de esos "adjetivos" para hablar sobre Rafael Nadal y su doceavo título de Roland Garros, una gesta deportiva que no admite adjetivos calificativos existentes en el diccionario.
Hablar de Rafael Nadal Parera no resulta sencillo porque ya se dijo casi todo. Pasaron quince ediciones desde que debutó en París y desde aquella edición del 2005 solo registra dos partidos perdidos y un retiro por lesión, contra noventa y tres victorias. Sí, los números parecen un chiste de un amigo que quiere llamar la atención en una reunión, pero son reales. Nadie en la historia del tenis dominó tanto una superficie como Nadal el polvo de ladrillo, pero sobre todo ningún tenista fue tan superior a los demás en un certamen como el mallorquín en Roland Garros. De esos 95 partidos disputados, apenas dos veces lo obligaron a disputar cinco sets (ganó ambos) lo que marca una supremacía casi absoluta sobre sus rivales en el "Bois de Boulogne".
No venía siendo un año sencillo para "Rafa", acostumbrado a arrollar en la gira previa al Grand Slam parisino. Desde su derrota en la final del Australian Open, las lesiones y los malos resultados eran moneda corriente. Sin títulos ATP en arcilla desde 2004 tras Monte Carlo, Barcelona y Madrid, el trofeo llegó en Roma, última parada antes de Roland Garros. En Italia encontró nuevamente el fuego interior, esa confianza necesaria para levantar un trofeo de Masters1000 ante los mejores del mundo. Incluso su entrenador, Carlos Moyá, había declarado que su pupilo "había perdido la motivación y las ganas de jugar, nunca lo había visto así, sin ilusión". Pero el periplo duró poco y las buenas sensaciones, más allá de los resultados, llegaron más rápido de lo que el mismo Nadal esperaba.


El propio jugador explicó sus sensaciones: "Después de Indian Wells estaba mal física y mentalmente. Había perdido un poco de esa energía, porque tenía demasiados problemas seguidos. Es duro cuando recibes un golpe, otro, y luego otro, a veces estás aturdido. Fue muy importante que el equipo y la familia estuvieran cerca. Eso ayuda mucho. Mentalmente no estaba disfrutando. Muy preocupado por mi salud, estaba siendo demasiado negativo. En Barcelona ​​pude quedarme solo por un par de horas en la habitación y pensar al respecto, pensar qué estaba pasando, qué necesitaba hacer. Pensando mucho, creo que pude cambiar y fui capaz de luchar por cada pequeña mejora".
El gran rival en Roland Garros era Djokovic, al que derrotó en la final de Roma en inferioridad física por partidos extenuantes previos (Del Potro 3h y Schwartzman 2h 30m). Pero Novak no llegó al partido por el trofeo porque Dominic Thiem se encargó de eliminarlo en semifinales luego de 4h 13m, cinco sets, dos días de juego y varias interrupciones por la lluvia, la protagonista principal de la capital francesa. La otra semifinal era más atractiva aun, pero el resultado no reflejó la expectativa generada por ambos. Nadal venció a Federer en sets corridos en medio de vientos huracanados que por momentos alcanzaron los 80km. La final sería la misma que en 2018 y el resultado iba a ser parecido.
La intensidad de Thiem desde el fondo de la cancha duró dos sets, con la mala noticia para él de haber perdido el primer parcial. "Rafa" se tomó unos minutos extra para pensar en el baño, regresó a la cancha y a partir de allí hubo un solo jugador en el campo. Intentó volver al encuentro el austriaco en el inicio del cuarto set con tres oportunidades de quiebre en los dos primeros servicios del español, pero solo quedó en eso, oportunidades de quiebre. Mentalmente abrumado por la consistencia de su rival, apelando a la potencia 'per se' y lejos en el marcador, todo se hizo muy cuesta arriba. El resultado final fue 6/3 5/7 6/1 6/1. Quedó demostrado por enésima vez que ganarle a Nadal una final en la Philippe Chatrier será, por siempre, el desafío más difícil del deporte mundial.
Consultado en conferencia de prensa por el momento que cambió el partido, Nadal respondió: "En primer lugar, tuve que ir al baño. Pero también quería pensar más claro y volver a la cancha con la mentalidad correcta para mantener el control del partido, porque hasta entonces no lo había sentido así. Analicé las cosas y sentí que tenía que resolver lo que estaba pasando cuando restaba. Era un problema particular. Luego fue muy importante no perder pista contra él, porque si juegas desde metros atrás, es muy difícil, es muy poderoso con su derecha y es muy difícil jugar contra su revés, lejos de la pista. Pero creo que manejé bien la situación. El primer set fue muy duro, con alta intensidad y grandes puntos. Y eso, claro, es imposible sostener durante el todo el partido".

Daniel Vitale Pizarro