14 mayo 2012

Sin fecha de vencimiento


Para un cuadrito

Roger Federer sobrescribe los libros de la historia de este deporte. Contrario a la lógico, pasan los años y su palmarés sigue aumentando en cantidad y calidad. Cuando parece que baja su nivel, se recae sobre él con todo el peso de la ley. "Ya tiene 30 años", "su físico no es el mismo", "desde que tuvo a sus hijas tiene otras prioridades", son las frases más oídas que el mundillo del tenis no se cansa de decir. Claro, este mega increíble jugador de tenis mal acostumbró a la prensa y seguidores. Vigente durante los últimos diez años, dentro del Top3 desde 2003 y con todos los récords que un tenista profesional solo puede soñar, no sorprende que ante cualquier movimiento negativo en su ranking, de lugar a críticas, a veces constructivas, a veces no.

Día a día y torneo a torneo, el propio Federer se encarga hacer "oídos sordos" y demostrar que hay Roger para rato, que el "expreso suizo" sigue sin desbarrancar, por sus rieles, y que ante cualquier tropiezo de los de adelante, estará listo para arrebatarle su lugar. Y eso hizo esta semana. Aprovechó la derrota de Nadal en octavos de final y la de Djokovic en cuartos para llegar a la final en Madrid ante Tomas Berdych"Su Majestad" entró al estadio Manolo Santana sabiendo que si era campeón, no solo alcanzaba los 20 M1000 de "Rafa", también que lo superaba en el ranking (2°), puesto que había perdido el 14 de marzo de 2011.
Los que mejor se adaptaron

El partido comenzó con un Berdych muy superior. El checo quebró el servicio del suizo en el primer game, mantuvo el suyo y se llevó el primer parcial 6/3. Pero esa superioridad comenzó a esfumarse a partir del segundo set. Federer empezó a dominarlo mentalmente, jugó mejor en los momentos decisivos y se llevó el partido 3/6 7/5 7/5 en más de dos horas y media de juego. Es verdad que no fue nada sencilla la remontada, especialmente cuando sacó 5/3 en el segundo y tercer set. Fue su tercer título en la capital española tras las consagraciones en 2006 contra González, cuando se jugaba sobre carpeta, y en 2009 frente a Nadal, sobre polvo de ladrillo.

Los números del suizo desde el US Open 2011 hasta Madrid 2012 asombran por donde se los mire. 50 victorias y solo cuatro derrotas. Cayó con Djokovic en semifinal del US Open (tuvo dos match points); en Doha no se presentó en semifinales ante Tsonga; en semifinales del Australian Open perdió contra Nadal; y en los octavos de final de Miami fue derrotado por Andy Roddick. En ese lapso fue campeón en París, el MastersRotterdamDubaiIndian Wells y Madrid. En la arcilla azul levantó su título número 74, el décimo sobre esta superficie, y quedó a tres de la tercera ubicación entre los más ganadores de la historia, lugar que ocupa Jhon McEnroe (77). Pero lo curioso e interesante es que 41 de los 74 torneos, los obtuvo entre Masters 1000, Masters Cup y Grand Slams, más de la mitad de sus campeonatos son de una jerarquía inmensa. ¡Asombroso!

La superficie "irregular" les jugó una mala pasada

Y qué decir de la superficie, la arcilla azul de Tiriac y compañía. Estuvo a la vista toda la semana que los jugadores no pudieron afirmarse en la pista. Más que nunca el término "pista" en España estuvo presente, pero de patinaje, por lo resbaladiza, una falla muy criticable. Pero como dijeron varios, era para todos igual. No solo el problema fue la movilidad, sino que al no poder desplazarse como en una cancha tradicional de polvo de ladrillo, los jugadores de ataque tenían una ventaja sobre los defensivos o de menos potencia. No tanto por la velocidad de la pelota al picar, el tema principal era que no podían defender como lo hacen en esta superficie. Al no poder afirmarse ni desplazarse normalmente, los jugadores no "hicieron pie", se patinaron, pegaron incómodos y les costó la reacción. Además, los 650 metros de altura que hay en Madrid, oprimen menos presión a la pelota y viaja más rápido, por ende el bote de la pelota es levemente un poco más bajo que lo normal. En fin, era como el césped pero más lento. Fue la cancha "lenta" más "rápida" del circuito.

Pero expliquemos como se llegó a esta pista... Ion Tiriac, director del torneo, (excéntrico exentrenador de Guillermo Vilas), siempre coqueteó con la idea de transformar el evento y darle un "tinte especial". Se le ocurrió la idea de cambiarle el "color" al torneo, específicamente a las canchas. Para eso tenía que cambiar la materia prima, porque no existe el polvo de ladrillo azul. Partiendo de este punto, emprendió la búsqueda y encontró que se podía teñir un tipo de arcilla blanca, apta para jugar al tenis, muy similar al "clay" verde que usaban los norteamericanos en el ATP de Houston. Hasta ahí, nada fuera de lo común, salvo el impacto visual.
Tratando de mejorarla...
Al comenzar el torneo, las canchas estaban blandas, resbaladizas y hasta peligrosas para los jugadores, que tenían que correr con cuidado de no trastabillar y caer. Error grosero de los cancheros. Según Carlos Moyá, co-director del torneo, semanas antes del comienzo las había probado y declaró que "en cinco minutos uno se acostumbra al color. La velocidad y bote de la bola es prácticamente igual al polvo de  ladrillo convencional", cosa que él mismo contrapuso durante la realización del torneo, dándole la razón a la queja de los jugadores.  El problema de las canchas fue la construcción, no el color. El color era lo de menos, solo un cambio visual.

El torneo finalizó y se escucharon muchas voces en desacuerdo. Djokovic Nadal amenazaron públicamente que si las condiciones no cambiaban para el año siguiente, no iban a disputar el torneo, una especie de "boicot" tenístico. Tiriac salió a declarar que sería una lástima la falta de semejantes jugadores, que no van a cambiar el color de la superficie pero que si van a mejorarla, para el bienestar de los competidores y afirmó una vez más que no dará marcha atrás con su "pista azul", siempre y cuando la ATP autorice al torneo a "seguir en pie", algo que los jugadores intentaron boicotear durante toda la semana, con poco éxito.

Daniel Vitale Pizarro

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