20 octubre 2020

¿Tenis canadiense?

El primer punto ATP, el primer Future, el primer Challenger y el primer ATP. Todos los logros tenísticos que se recuerdan con mayor fuerza o ''cariño" son los primeros de cada nivel. Lo mismo sucede si eso lo trasladamos al amateurismo. En ocasiones, esos pequeños grandes pasos cuesta darlos por lo que uno se queda estancado en esa instancia previa al ansiado triunfo. El canadiense Felix Auger Aliassime viene rompiendo récords de precocidad desde que irrumpió en el circuito internacional y como con todo joven exitoso de un deporte popular, las especulaciones sobre su futuro están a la orden del día en cualquier portal especializado en tenis.
Finalista de Roland Garros Junior, primer partido ganado en Challenger (récord) y Top800 más joven de la Era Abierta, todo con catorce años; campeón del US Open Junior en dobles a los quince años; campeón del US Open Junior, de un Future y de un Challenger a los dieciséis años; Top25 a los dieciocho años y podemos seguir enumerando sus logros como adolescente. El currículum de Auger Aliassime con veinte años está al alcance de muy pocos jugadores en la historia, lo que marca que su futuro será aun mejor. Pero el tenis no es matemáticas. Hay mil factores que inciden en el desempeño de un tenista dentro de una cancha, sobre todo mentales.
Si una persona que no sigue el tenis lee los dos primeros párrafos del artículo y le preguntáramos cuantos títulos ATP cree que acumula el protagonista, la respuesta del lector más conservador sería superior a la realidad. Felix Auger Aliassime alcanzó su sexta final ATP en el ATP250 Colonia (Alemania), un torneo organizado por la pandemia con escaso público, sobre superficie dura bajo techo pero que no parecía tal por la baja velocidad de la bola luego del bote. El campeón fue Alexander Zverev (7°) que no permitió a Auger Aliassime desarrollar el juego que desplegó durante toda la semana. O quizás no se lo permitió el mismo...


Seis derrotas en seis finales son las que acumula Felix, la segunda marca histórica negativa de la Era Abierta, una instancia que lo bloquea mentalmente, sea quien sea el rival de turno. Alexander Zverev (7°) en ColoniaStefanos Tsitsipas (6°) en MarsellaGael Monfils (9°) en Rotterdam esta temporada; Matteo Berrettini (30°) en Stuttgart, Benoit Paire (51°) en Lyon y Laslo Djere (90°) en Rio de Janeiro en 2019, los contrincantes que impidieron que el canadiense rompa el hielo. Es cierto que solo en dos finales era el de mejor ranking y que enfrentó a tres Top10, pero lo extraño no son los resultados, sino su nivel en estos partidos: 0-12 en sets.
Alcanzar tres finales ATP por temporada en años consecutivos es un número que muy pocos tenistas pueden ostentar en el bienio 2019-2020. Haber perdido todas no significa fracaso, es una muestra de que a pesar de no ganar su primer título ATP, dejar de intentarlo no es una opción. El nacido en Montreal, seguirá intentando ganar el trofeo que le quite esa presión de debutar como campeón ATP, una carga impuesta por su juventud, proyección, patrocinadores, medios de comunicación y un interminable etcétera que no permiten que el canadiense despliegue su tenis ofensivo y de golpes limpios en los partidos finales, sin temor a equivocaciones producto de los nervios.
El propio jugador es consciente de su presente y a pesar de saber que no es nada fácil llegar al último partido, expresó sus sensaciones tras caer ante Zverev: "La estadística es buena, pero algún día tendré que encontrar la manera de ganar un título. Es difícil de decir. Que vuelva a suceder en una final, es difícil. No juego bien en las finales. No puedo jugar mi tenis. Es difícil de aceptar, así que no tengo mucho que decir. Estoy decepcionado con mi nivel de hoy en general y lo intentaré de nuevo. Intentaré trabajar y encontrar la manera de evitar los nervios".
Hijo de padre togolés (profesor de tenis) y madre canadiense (docente), fue seleccionado junto a otros once proyectos de tenistas para el programa del "Centro Nacional de Entrenamiento" de Montreal, para chicos de entre trece y diecisiete años. La beca incluía entrenamientos, viajes a los torneos y seguir con los estudios a distancia, una inversión por parte de 'Tennis Canadá' de 150 000 dólares anuales por cada alumno. Creado en 2007 y supervisado por el francés Louis Borfiga, director de un programa similar en Francia, el 'Centro Nacional de Entrenamiento' no forma jugadores de tenis, los apoya económicamente y los acompaña en su desarrollo hacia el profesionalismo.
A pesar de las reglas estrictas que 'Tennis Canadá' impone a la hora de sumar jugadores a su programa (crecer bajo su método de enseñanza y sus entrenadores), los casos en los últimos años han dado sus frutos con creces. Milos Raonic (serbio), Vasek Pospisil (padres checos), Denis Shapovalov (israelí), Felix Auger Aliassime (padre togolés), Eugene Bouchard, Leylah Fernandez (madre filipina y padre ecuatoriano), Bianca Andreescu (padres rumanos) son los tenistas más conocidos a nivel mundial que recibieron apoyo de 'Tennis Canadá' en algunas de sus formas (dinero, entrenadores, viajes, etc.) y que curiosamente casi todos ellos o no nacieron en Canadá o tienen padres de otros paises.
La imagen positiva de los deportistas de alto rendimiento y el contagio que puedan generar a los más jóvenes son fundamentales para que un deporte crezca. No vasta solo con dinero. Apostar por el tenis a mediano y largo plazo significa tener una estructura organizada de torneos, apoyo a los jugadores con proyección al profesionalismo, una formación y supervisión constante de los profesores y por último, una difusión del deporte que incentive a los más pequeños a empuñar una raqueta. Este gélido país de Norteamérica ha tomado el modelo francés como base y a su manera, está logrando que cada vez más personas se sientan atraídas por el tenis y no tanto por el hockey sobre hielo. Y los resultados empiezan a verse en el circuito profesional.

Daniel Vitale Pizarro

Un billete para Londres

 Podcast 'Golden Slam', episodio 01x11




Daniel Vitale Pizarro

12 octubre 2020

El ridículo XIII

La final de Roland Garros 2020 no era una más de Grand Slam. Había mucho en juego. A las características particulares de esta edición repetidas una y mil veces por jugadores, entrenadores, periodistas y presentes en el torneo sobre las nuevas pelotas Wilson, el frío húmedo parisino de octubre y el techo retráctil utilizado prácticamente todos los días por las constantes lluvias, estaba en juego un nuevo trofeo de Grand Slam que catapultaría al ganador a una nueva categoría de campeón que aun no tiene nombre. Porque tras más de quince años viendo ganar a Federer, Nadal y Djokovic semana tras semana, prácticamente en cualquier torneo, no encuentro la palabra correcta para describir lo conseguido por ellos tres, pero más aun por lo del español en París.

Ganar trece Grand Slams es algo solo al alcance de cuatro tenistas en toda la historia del tenis, pero hacerlo en un torneo de los cuatro que se disputan anualmente, es una ridiculez total. En un deporte tan físico como mental, más aun sobe el polvo de ladrillo parisino disputado al mejor de cinco sets durante catorce días, que una sola persona haya ganado trece ediciones de dieciséis disputadas entre 2005-2020 es ridículo por donde se lo mire. Sus dos derrotas en pista ante Soderling 2009 y Djokovic 2015 y su retiro antes de saltar a la cancha en 2016, solo reflejan que es de carne y hueso como vos que estás leyendo estas líneas o como yo que estoy escribiéndolas, tratando de descifrar como lo hizo.

No hace falta nombrar al veinte veces campeón de Grand Slam porque sus logros ya lo identifican por sí solo. Rafael Nadal dio una muestra más del aura de invencibilidad que tiene en Roland Garros. Ni siquiera Novak Djokovic, superior al manacorí en los últimos años en los enfrentamientos personales, pudo quebrar al inquebrantable español. Trece finales ganadas sobre trece disputadas en la 'Philippe Chatrier'. Trece semifinales jugadas, trece victorias en esa misma cancha. Si estos números siguen sin parecerles ridículos, es porque nunca empuñaron una raqueta de tenis ni siquiera en un negocio de venta de artículos deportivos.

La gesta de Rafael Nadal en Roland Garros es la más impresionante de la historia del deporte individual. No busquen comparaciones porque no las hay. Piensen unos segundos e imagínense ustedes ganando durante trece años el torneo de su club. ¿Imposible, no? Bueno, el Abierto de Francia es el certamen más importante y tradicional de la historia del tenis sobre tierra batida y hay una persona que allí ha dominado durante tres lustros a todo rival que haya osado desafiarlo, red de por medio. Incluso ha derrotado a sus únicos dos verdugos en finales posteriores a esas derrotas: Robin Soderling en 2010 y Novak Djokovic en 2020.

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“Mi cabeza tiene el talento para seguir dándome oportunidades, continuar trabajando y aceptar los fallos para seguir haciéndolo mejor”, decía Nadal durante las semanas previas a debutar en el 'Bois de Boulogne'. Las condiciones adversas de esta edición fueron una motivación extra para Rafael que en contraposición a la mayoría que se excusaba, él trató de buscar soluciones para sentirse competitivo. De eso se trata, de buscar la motivación e intentar mejorar, siempre, más aun tras haber ganado tanto durante mucho tiempo. Toni Nadal lo describe mejor: "Si entiendes la situación, es fácil detectar el problema. Si no aceptas el problema, es casi imposible encontrar la solución".

Trofeo en mano, himno español de fondo y lágrimas en los ojos, así se desplomó "Rafa" en plena entrega de premios: "La mayoría me ve con el trofeo aquí arriba y piensa: 'Ah, ha vuelto a ganar'. Pero mi día a día es más complicado. Tras el parón hubo meses muy difíciles, cosas que nadie sabe, problemas a nivel físico. Me costó muchísimo volver a entrenar a un nivel adecuado. Necesité mucha ayuda de mucha gente. Mi cuerpo no responde bien al frío. Tengo problemas articulares, me pasé semanas sin poder entrenar más de una hora al día. Eran las condiciones más difíciles para mí. Es normal emocionarse con todo esto"

Solo Nadal, su familia y equipo saben por todo lo que tuvo que pasar para ser Rafael Nadal. El propio jugador, micrófono en mano, se encargó de valorizar este Roland Garros, igual o más que cualquiera de sus doce anteriores: "Me quedo con que mi actitud ha sido casi perfecta durante estas dos semanas. Ni una queja ni una mala cara cuando entrenaba. Mi forma de encarar el torneo ha sido buena y luego, el tenis me ha acompañado y he terminado jugando a un nivel muy alto. Solo puedo dar gracias a la vida por poder seguir dedicándome a lo que más me gusta, así que no puedo hacer otra cosa que esforzarme al máximo".

Daniel Vitale Pizarro
@otradoblefalta

Nadal sigue en sus trece

 Podcast 'Golden Slam', episodio 01x10



 

 Daniel Vitale Pizarro

29 septiembre 2020

El frío Roland Garros

 

 


Daniel Vitale Pizarro

28 septiembre 2020

Revancha alemana

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#5 Thank you Hamburg. Thank you audience🇩🇪🖤 #hamburg #atp500

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Era el jugador más en forma previo al Australian Open y vuelve a ser el jugador mejor preparado para Roland Garros. Andrey Rublev está viviendo una temporada fantástica a pesar del parate obligado por la Pandemia. El ruso de veintidós años no solo regresa a su mejor ranking en Roland Garros (12°) sino que será el segundo campeón por triplicado del año junto a Novak Djokovic que ganó cuatro torneos más la ATP Cup en enero. A falta de torneos y al no haber llegado lejos en Roma (segunda ronda), Hamburgo se presentaba como el torneo ideal para tomar el ritmo necesario antes de disputar El Abierto de Francia. Finalista en 2019 ante el bicampeón Nikoloz Basilashvili, en 2020 el cuadro no tenía nada que ver con el de doce meses atrás.

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Disputado luego de Wimbledon desde 2009, año en el que Hamburgo dejó de ser Masters1000, la Pandemia permitió que el torneo más importante de Alemania vuelva a desarrollarse antes del Grand Slam parisino. La ubicación en el calendario produjo que el cuadro principal contara en esta edición con mejores jugadores, a diferencia de la última década. A modo comparativo, el año pasado el octavo preclasificado fue el 37° ATP y en 2020 ese lugar fue ocupado por el 16° ATP... En ese contexto, Rublev partía como quinto favorito con dos Top10 en su parte del 'main draw'. La temprana derrota de Daniil Medvedev abrió un poco el cuadro pero no evitó a Roberto Bautista Agut (11°) en cuartos de final y a Stefanos Tsitsipas (6°) en la final.


La definición fue muy igualada. Compañeros de generación (1997-98) y de muchas batallas futuras, se disputaban el debut como campeones en un ATP500 y el que pudo sobrellevar mejor la presión fue Andrey Rublev: “Es una sensación increíble [ganar un título ATP 500]. Me di cuenta solo cuando dijeron 'doble falta'… unos segundos después comencé a darme cuenta de que se acabó y gané. Es un sentimiento impresionante. Yo estoy feliz. Iba a la cancha sin miedo. El partido fue muy emocionante. En el tercer set estuvo dos veces quiebre arriba. Tuve un poco de suerte en el 5-4... y rompí su servicio. Creo que fue un poco mental. Tal vez Stefanos se decepcionó un poco porque no pudo cerrar el partido y luego, al final, todo fue muy rápido y gané".


Desde que Hamburgo dejó de ser Masters1000 y cambió de fecha en el calendario, el torneo alemán fue el ATP500 más propenso a ganadores sorpresivos o de bajo ranking. Andrey Golubev (2010), Leonardo Mayer (2014 y 2017), Martin Klizan (2016) o Nikoloz Basilashvili (2018-19) fueron los campeones que no estaban en la consideración del público ni organizadores para levantar el trofeo y que luego no lograron grandes resultados en otros certámenes del circuito. Andrey no quería que la final del año anterior fuera solo una cuestión del azar y en un cuadro super competitivo destacó por encima de todos gracias a su potencia desde el fondo de la cancha y a su desparpajo a la hora de golpear la pelota como si no hubiese un mañana.
Segundo jugador con más victorias ATP del curso (25) gracias a los títulos en Doha, Adelaida y Hamburgo y a los cuartos de final en el US Open, el nacido en Moscú no esconde sus intenciones de alcanzar el Top10 e intentará clasificar al ATP Finals en su última edición en la 'Arena O2' de Londres. Entrenado desde 2016 por el español Fernando Vicente, principal culpable de la mejora táctica de Rublev y de los gritos de aliento en un claro español "vamos", el nacido en Moscú va cosechando triunfos en la superficie que menos beneficia a su juego, a base de un mayor orden táctico y mental, sin renunciar al poder de fuego con su derecha.
Atrás parecen haber quedado los días de enojos sin sentido y festejos inapropiados, actitudes que repetía tanto dentro como fuera de una pista de tenis, producto de la rebeldía de un joven que fue el mejor del mundo en Junior, que prometía mucho pero que no terminaba de dar el salto de calidad que todos esperaban. Su desmesurada potencia genera indefectiblemente irregularidad en sus tiros y en eso están trabajando de un tiempo a esta parte junto a Vicente y su cuerpo técnico: “Es un chico nervioso, tiene sus objetivos y la gente apunta muy arriba. Hay que ser realista y ayudarle a dejar a un lado el estrés y acompañarlo en lo mental, que vea que si pierde vamos a estar ahí. Sabe de sus debilidades, aunque a veces es muy impulsivo. Pero es el carácter que tiene y estamos trabajando en ello”.

Daniel Vitale Pizarro

23 septiembre 2020

El serbio más italiano

Ni la pandemia, ni el bochornoso Adria Tour, ni las críticas por la PTPA ni tampoco el pelotazo involuntario a una jueza de línea en el US Open que le provocó la descalificación del Grand Slam... nada desenfoca a Novak Djokovic. Pareciera que mientras más negativo sea el entorno, mejores resultados obtiene. Ya lo demostró por enésima vez el año pasado en Wimbledon tras levantar dos puntos de partido ante Roger Federer: "Si no tienes el público a favor, hay que crearlo. Me imaginaba que todo el estadio gritaba 'Novak, Novak' en vez de 'Roger, Roger' ". La capacidad mental del serbio para sobreponerse a sus rivales y a situaciones totalmente adversas, no deja de sorprender.

Roma es el Masters1000 en el que mejor se ha desenvuelto a lo largo de su carrera. Campeón en cuatro ocasiones y segundo en otras cinco oportunidades, aterrizaba en Italia luego de perder un invicto de veintiséis partidos en Nueva York y criticado hasta el hartazgo por la prensa y los fanáticos, no solo por el pelotazo indebido sino por una acumulación de errores tanto dentro como fuera de la cancha que fueron generando rechazo en el público. Las rondas pasaban y Novak avanzaba. Sin derrotas antes de cuartos de final en sus catorce participaciones en suelo romano, el único set que perdió fue en esa instancia ante Dominik Koepfer. Semifinalista por séptimo año consecutivo, Djokovic se quitó de encima a Casper Ruud para enfrentarse a Diego Schwartzman en la final.

El argentino venía de ganar el mejor partido de su carrera ante Rafael Nadal y el encuentro más emocionante del torneo frente a Denis Shapovalov. Lo motivación para Diego era inmensa: primera final de Masters1000 ante el N°1 del mundo por un lugar en el Top10. Pero enfrentar a Djokovic en una final de M1000 no es para nada sencillo, sobre todo luego de dos batallas tanto físicas como emocionales en las rondas previas. El empuje del argentino al inicio de ambos sets no fue suficiente y el serbio se recuperó de roturas de servicio iniciales para adjudicarse el torneo. Quinto Roma, treinta y seis trofeos de la categoría y ochenta y un títulos ATP totales, apenas cuatro menos que Nadal...

"El peque" había perdido con "Nole" en semifinales de Roma 2019 en dos horas y media de partido. La final entre ambos de Roma 2020 duró casi dos horas pero a pesar de la derrota, no borró la sonrisa de la cara de Schwartzman: "Rompí una barrera más de esas que uno anota en el libro. Llegar a una final de Masters1000 es una alegría para mi equipo y para mí. Siento que crecí. Para seguir ascendiendo en el ranking tengo que ganar en cuartos y semifinales de estos torneos. Si quiero dar otro paso tengo que repetir semanas como estas y sentirme capaz de hacerlo. El cariño que recibí y la repercusión que hubo no deja de sorprenderme. No es por humildad, pero soy un simple jugador de tenis y es una alegría inmensa que a tanta gente le guste lo que hago".

El campeón reflexionó sobre su presente tenístico y mental en Roma, luego del 'default' en el US Open que tantos dolores de cabeza le provocó: “Tuve muchos altos y bajos durante días, estuve en shock pero creo que tuve una gran semana. Tener un torneo a la semana de que ocurra algo como esto ayuda mucho, te ayuda a olvidar. Sé que no jugué mi mejor tenis pero estoy muy satisfecho y feliz de ganar este título. Lo más positivo es que serví muy bien y encontré mi mejor juego en los momentos decisivos. Cuando necesitaba jugar lo mejor posible, lo hice. Sé que quedan más días en los que puedo seguir elevando mi nivel para Roland Garros porque quiero avanzar lejos en el torneo. Este título me da aún más confianza que es absolutamente necesaria para un Grand Slam”.

287 semanas como N°1 ATP acumula el balcánico, una más que Pete Sampras (286), récord en la cúspide del ranking hasta la llegada de Roger Federer (310): "Sampras fue mi ídolo de la infancia, superar su récord es muy especial para mí. Siempre lo admiré, deseaba ser mentalmente fuerte y resistente como él, especialmente en los grandes torneos y en los grandes momentos. También soy consciente del dato y el récord de Federer como N°1 ATP, sé que puedo superarlo en los primeros meses de 2021. Estoy muy cerca, en una gran posición, sano y jugando bien. Los dos objetivos que tengo como profesional son superar a Roger en Grand Slams y en semanas como N°1. Voy a intentarlo, enfocándome sobre todo en los Majors pero también en Masters1000. Puedo ir más allá".

Párrafo aparte para el tenis italiano. Ocho italianos disputaron la segunda ronda del Masters1000 por primera vez en la Era Abierta, confirmando el gran presente que atraviesa el deporte en este país y el mejor futuro que se augura con tenistas como Gianluca Mager (25 años), Lorenzo Sonego (25 años), Matteo Berrettini (24 años), Jannik Sinner (19 años) o Lorenzo Musetti (18 años). Tradición tenística, materia prima, apoyo de la Federación a jugadores y entrenadores, y torneos Futures y Challengers cada semana dentro del territorio han convertido a Italia en potencia mundial. Nada es casualidad. Y queda demostrado incluso en este 2020 pandémico. Ni lerda ni perezosa, la Federación Italiana de Tenis organizará un segundo torneo puntuable ATP este año en Sardegna, reafirmando la política que adoptó el país transalpino en la última década, apostando por el tenis a mediano y largo plazo.

Daniel Vitale Pizarro