19 agosto 2019

El relevo ruso


“Aunque no hubiera terminado ganando este trofeo, hubieran sido igualmente tres semanas increíbles, las mejores de mi vida”, fueron las primeras palabras de Daniil Medvedev apenas recibió el trofeo de campeón del Masters1000 Cincinnati. Finalista en Washington y Montreal, el título en Estados Unidos premió la regularidad y el alto nivel del ruso durante el verano norteamericano. Top10 por primera vez en julio, los resultados de las últimas tres semanas lo depositaron como cinco del mundo una semana antes del US Open, el último Grand Slam de la temporada y el torneo que comienza a definir las plazas para el Masters de fin de temporada.

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Medvedev (16°) inició el año con la final en el ATP250 Brisbane (Australia). Djokovic lo frenó en octavos de final del Australian Open y dos semanas después, en Bulgaria, fue campeón del ATP250 Sofia. Unos meses más tarde, en su segundo torneo en arcilla, perdió la final del ATP500 Barcelona. Una mala racha de cuatro derrotas seguidas en arcilla y césped no hicieron mella en la confianza del nacido en Moscú. A pesar de ese bajón, la temporada del moscovita durante la primera parte del año era muy buena: un título, dos finales y tres semifinales. Pero lo mejor estaba por venir. Terminada la gira sobre césped, Daniil viajó a Norteamérica como Top10 para disputar tres certámenes antes del US Open.


Su nivel de tenis fue creciendo a medida que pasaron los torneos, y los resultados lo acompañaron. En Washington lo alejó del titulo Nick Kyrgios 7/6 7/6 en la final y en Montreal derrotó a dos Top10 camino al último partido pero Rafael Nadal fue demasiado (6/3 6/0). Sin descanso, en Cincinnati se cargó en semifinales a Novak Djokovic (1°) y en la final a David Goffin, su verdugo en Wimbledon antes de la seguidilla positiva norteamericana. Tres victorias y una derrota ante el Top10 en tres semanas consecutivas. Si extendemos las estadísticas a la temporada 2019, seis de las diez finales ATP que disputó las logró durante estos nueve meses al igual que seis de sus siete triunfos ante el Top10, incluyendo dos partidos ganados al Nº1 ATP (Djokovic), en arcilla y dura. Brillante.
“Trato de afrontar cada partido siempre de la misma manera, aunque llegue con nuevas experiencias. Después de hacer esa primera final de Masters1000 me veía inestable, como un niño. Sobre todo al verme enfrente de Rafa, que tiene 55 finales de Grand Slam y otras 55 de Masters1000. Estoy exagerando, por supuesto, pero sé que para él eso forma parte de su rutina. Yo estaba allí por primera vez, con el estadio lleno, una experiencia que pude usar hoy para estar más tranquilo cuando salté a la cancha y usar eso a mi favor. Goffin nunca había tenido esa experiencia y tal vez por eso gané”, analizaba el nuevo campeón, con la mente fría en conferencia de prensa como en el partido tras ganar el título con cuatro aces consecutivos luego de estar 7/6 5-4 15-40.


El propio jugador explicó el porqué de su 'frío festejo' al ganar el título más importante de su carrera: "Si me hubiera preguntado al principio de la semana cómo celebraría un título aquí, hubiera dicho que tirándome al suelo, gritando, saltando y luego levantando las manos. Pero no, acabé agotado después de todo el partido, para ser honesto. A partir del 5-3 empecé a tener calambres en todas partes, pero traté de no mostrarlo. Con el 15-40 pensé en la posibilidad de irnos al 5-5, pero logré conectar cuatro saques directos. En ese momento ya no me quedaba fuerza para hacer nada”.
El Top5 de quien reside en Monte Carlo sorprendió a propios y extraños pero por sorprendente no deja de ser meritorio y merecido: “Es un logro que probablemente no podría creer hace tres semanas, porque apenas acababa de meterme en el Top10. Pensaba que el objetivo era permanecer Top10, pero ahora me veo entre los cinco primeros, por delante de grandes campeones como Zverev o Nishikori. Eso es enorme". Pegador por naturaleza que aprendió a ser paciente, se siente cómodo con velocidades altas de juego y sufre cuando le varían las alturas y los efectos de la pelota. Su juego plano desde el fondo de la cancha molesta a todos y su técnica poco ortodoxa despista a más de uno. Gran sacador, en Cincinnati agregó un segundo saque por encima de los 200km. ¿Podrá poner contra las cuerdas al Big3 en Nueva York?

Daniel Vitale Pizarro

12 agosto 2019

El valiente

El dobles, lamentablemente, no tiene la misma importancia que el singles. Los premios en metálico son seis veces inferiores, los partidos reciben menos atención de los espectadores tanto en vivo como luego en cualquier plataforma, eso conlleva a que los organizadores no programan los encuentros ni en horarios 'prime time' ni en las canchas más importantes por lo que los medios de comunicación le dan mucha menos cobertura. Esto no quiere decir que los deportistas sean menos profesionales ni que la dificultad para practicar la especialidad sea menor, entrenan igual que todos, solo que de manera diversa por tratarse de otra modalidad de juego. La única diferencia es que la vida útil del doblista es mayor ya que el físico se desgasta menos al ser dos personas para cubrir el campo de juego.
En ese contexto, el tenis argentino pocas veces disfrutó de doblistas de calidad. Guillermo Vilas es el más laureado de la historia (16) pero nunca fue un especialista ni se dedicó al dobles, disputaba la modalidad porque era común en esos años inscribirse a modo de entrenamiento o amistad con algún colega. Lucas Arnold fue un especialista que obtuvo quince títulos ATP (todos ATP250), sin buenas actuaciones en torneos importantes más allá de alguna final en ATP500. Cerca de ellos se encuentra Mariano Hood que ganó la misma cantidad de torneos ATP que Horacio Zeballos (13) pero de menor importancia (ATP250). El único argentino que ganó un Masters1000 fue Luis Lobo (Hamburgo 1997), que en total acumuló doce trofeos ATP.


Zeballos fue más allá. Nunca un argentino había sido Top10 ni tampoco había ganado más de un M1000. Bueno, el marplatense logró todo eso en Montreal. Lesionado Máximo González (compañero), junto a Marcel Granollers fueron los mejores de la semana en Canadá. Primer torneo juntos, primer trofeo ATP y nada más ni nada menos que un Masters1000. "Es mi primera vez en este torneo, lo disfruté mucho junto a Marcel. Es uno de los mejores momentos  de mi carrera. Estoy feliz. No sabía lo del ranking, me lo dijo mi entrenador cuando ganamos. Es una locura. Significa mucho para mí, que desde el año pasado estoy dedicado plenamente al dobles", declaraba el argentino, atónito por el resultado obtenido en su primera participación en el certamen canadiense.

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Avocado al dobles por completo desde esta temporada pero asiduo doblista con buenos resultados desde 2016, "Cebolla" ha ganado títulos con siete parejas diferentes a lo largo de su carrera. El propio jugador explica el cambio del singles al dobles: "Siempre me gustó jugar dobles, pero realmente hace un año y medio que me propuse especializarme. Nos metimos a trabajar a full con Alejandro Lombardo (coach), porque hubo cosas que no sabía y que tenía que aprender y mejorar, como los movimientos. Los logros llegaron mucho antes de lo imaginado. Para ser buen doblista tuve que aprender a ser valiente, porque los doblistas se cruzan, están muy activos en la red, se mueven todo el tiempo".
Lo que no tiene de físico el dobles, lo tiene de táctico. Buenos servicios, voleas firmes tanto cortas como largas, globos certeros para tomar la red o saber cruzarse en el momento adecuado, son algunas de las estrategias utilizadas por los mejores doblistas del mundo, que en su gran mayoría fueron singlistas. En un circuito tan profesionalizado y exigente, las principales raquetas disputan pocos certámenes al año o ninguno en pareja, solo para tomar ritmo de competencia o aumentar el 'prize money' al final de la semana. Atrás quedaron los años en los que más de un jugador ostentaba rankings competitivos tanto en singles como en dobles, algo que hoy parece una quimera.
Horacio entendió el concepto del dobles a la perfección y le está sacando provecho. Dueño de un gran servicio, intenta siempre achicar espacios yendo hacia adelante. Su gran técnica le permite imprimir tanto velocidad como efecto a la bola, variando su juego con globos, pelotas paralelas o al medio, el punto débil de toda dupla. Aprendió a ser valiente hace un par de temporadas, activo en la red, con movimientos para distraer a sus rivales e interceptar la pelota para ganar el punto. Toni Nadal tituló su libro 'Todo se puede entrenar' y Zeballos es el fiel reflejo de la frase que eligió el tío de 'Rafa'.

Daniel Vitale Pizarro

05 agosto 2019

Tómalo o déjalo







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Nick Kyrgios siempre es noticia. Pierda o gane, los medios especializados siempre hablan de él. Tiene un magnetismo con la prensa como ningún otro tenista. El australiano genera en los espectadores esa especie de amor-odio de la que no pueden escapar. Incluso su sola presencia invita a que fanáticos de otros deportes sintonicen la señal deportiva que transmite sus partidos o paguen una entrada si se encuentran cerca de la ciudad donde se disputa el torneo. Niños y adolescentes le piden a su padres "la raqueta de Kyrgios", sin saber siquiera la marca ni las especificaciones. El marketing, pilar del siglo XXI, apoyado en una personalidad poco usual en el tenis y acompañado de buenos resultados, tan esporádicos como sorprendentes, está dando sus frutos.

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Dueño de un servicio devastador y con una facilidad llamativa para golpear la pelota y hacer daño, muchas veces sin buenos apoyos, el australiano se mofa de sus rivales con tiros para todos los gustos. 'Drop shot' desde cualquier punto de la cancha, 'gran willy', 'tweener', planazo bomba, ace de segundo saque a velocidad récord, saque de abajo, subida a la red sorpresiva o el SABR, son algunos de sus golpes favoritos que lanza en cualquier momento del partido, sin importar el marcador. Esta semana agregó a su amplio repertorio, la consulta a un espectador sobre donde servir durante el match point, estrategia que le "sirvió" para ganar sus últimos tres partidos y el título en Washington (USA). Un personaje único.


"Tengo gente junto a mí que me apoya en toda circunstancia y que nunca perdió la fe en mí, incluso cuando ni yo no creía en mis posibilidades. Esta semana significa mucho, no tanto por la victoria, sino por haber conseguido demostrarme a mí mismo que soy capaz de jugar a un nivel muy alto. Siento que he mejorado mucho como persona esta semana. Mi único objetivo es adquirir rutinas que me permitan estar sosegado y jugar a un alto nivel con continuidad. Quiero crecer como ser humano, aspiro a ser mejor persona a través del tenis. Si lo consigo, los resultados llegarán", declaraba ante los micrófonos el nacido en Canberra (Australia) tras disputar el mejor torneo de su carrera en cuanto a nivel de tenis, rivales e importancia del certamen.

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Pero no todo es positivo en la vida tenística de Nick. Sus extravagancias y faltas de respeto a los rivales generan mucha controversia con público y sus colegas. Ya perdimos la cuenta de cuantas multas acumula en su carrera, la mayoría por actitudes totalmente repudiables. Sus declaraciones antes y después de los partidos tampoco son bien recibidas por tenistas y fanáticos, sobre todo cuando apunta contra Nadal y Djokovic. En un deporte donde prima la caballerosidad tanto dentro como fuera de la pista, Kyrgios no hace otra cosa que salirse del libreto y romper los estereotipos, algo más propio de los años '70-'80 con Connors, McEnroe, Lendl y compañía, antipáticos que poco les importaba quedar bien con el público
Pero las épocas cambiaron y la atención sobre los protagonistas también. Hoy hay micrófonos y cámaras por todo el estadio, por lo que inconscientemente el jugador se vuelve políticamente correcto. John McEnroe dijo en más de una ocasión que durante estos años no podría haber sido profesional ya que sus exabruptos no serían tolerados. Pero sucede algo extraño, a la inversa de décadas pasadas. Por aquellos años, eran pocos los extrovertidos, hoy son pocos los introvertidos. El deporte cambia porque la sociedad cambia y la necesidad de destacarse y que los demás lo sepan, ha trascendido fronteras. El tenista hoy no solo es tenista, es una marca en sí mismo que debe promocionar para conseguir mejores sponsors y empatía con los espectadores.


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🇦🇷 El impacto de las redes sociales en el Tenista. Termina un partido, y no hay tiempo para saborear una buena victoria o mascullar “bronca” por una derrota, ni de pensar en el partido que concluyó. Casi inmediatamente el jugador toma su teléfono celular, y no sé exactamente con que fin, mira sus redes sociales. Al despertar por la mañana, antes de dormir, durante el almuerzo, cena desayuno, etc,etc la gran mayoría de los Tenistas están inmersos en las redes sociales Durante un viaje, en auto, en tren, en un almuerzo sacando fotos a un plato espectacular para subirlo a las redes sociales, y me pregunto si no disfrutan más de mostrar que van a comer un plato exquisito que de comerlo, o de mostrar que están ante un paisaje hermoso que de mirarlo. Similar situación que ocurre cuando filman un partido de fútbol en la cancha (¿por qué no lo miran por televisión entonces?) Los ejemplos abundan y mis comentarios no son una crítica, sino plantear un interrogante acerca de la influencia que estos comportamientos tienen sobre su rendimiento tenístico. Y la verdad es que no lo sabemos, porque todo esto es muy nuevo, y también muy potente...me pregunto qué pasa por la cabeza del jugador con todos los comentarios que recibe y lee de sus seguidores luego de una derrota, o cómo influyen las cantidades de sugerencias que recibe de sus allegados, debido a la facilidad para la comunicación, en la manera en la cual debe encarar un partido o aspectos de su carrera. En mi opinión es un tema apasionante, y larguísimo, mi intención con este post es plantearlo. Por lo pronto creo que sería interesante que las redes sociales de un Tenista, fueran manejadas por un profesional de la comunicación, y que ellos mismos solo manejaran sus redes personales a las cuales solo tuvieran acceso sus allegados. Me surgen muchos interrogantes pero me gustaría conocer sus opiniones @tenisalbamonte #GSM
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Kyrgios entendió el negocio a la perfección y junto a Yonex y Nike, explotan las redes sociales, su vestimenta y raquetas se agotan en las tiendas y, por ende, las arcas del terceto no paran de crecer. Más aun cuando sus resultados deportivos se conjugan con todo lo bueno que tiene y no se mezclan con todo lo malo, o no se mezclan lo suficiente como para perder partidos. Exactamente eso sucedió en Washington. Algo para destacar es su récord de 5-1 ante el Top10 en 2019 con victorias ante Nadal (2°), Isner (9°), Zverev (3°), Tsitsipas (6°) y Medvedev (10°) y una derrota contra Nadal (2°) en Wimbledon, con un H2H total frente al Top10 de 20-31, nada mal para un jugador que fue 13° ATP y que casi nunca es protagonista en los grandes torneos.

Daniel Vitale Pizarro

29 julio 2019

Sonreír pasó de moda







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El torneo de Hamburgo (Alemania) cumplió su primeros diez años como ATP500 luego de ser el quinto Masters1000 de la temporada durante treinta años (1978-2008). A excepción de los títulos de Gilles Simon (2011) y Rafael Nadal (2015), los campeones de las ocho ediciones restantes de la década se caracterizaron por ser infalibles en Hamburgo pero irregulares durante gran parte de la temporada. Andrey Golubev, Juan Mónaco, Fabio Fognini, Leonardo Mayer, Martin Klizan y Nikoloz Basilashvili son jugadores que en más de una ocasión en sus carreras acumularon prolongadas rachas negativas de resultados, matizadas en el ranking por algunas grandes actuaciones. Solo el italiano logró ser campeón de M1000 recién esta temporada, los demás semifinalistas o peor.
Esta temporada la tendencia no iba a cambiar. Dominic Thiem (4°), Alexander Zverev (5°) y Fabio Fognini (10°) eran los tres primeros preclasificados del torneo, elevando la jerarquía del certamen a diferencia de años anteriores: primera vez desde que es ATP500 que asiste al torneo más de un miembro del Top10. A pesar del competitivo cuadro que presentó el torneo alemán, el campeón volvió a ser el mismo del 2018, el georgiano Nikoloz Basilashvili (16°), que esta temporada sí tuvo que lidiar con rivales más exigentes, sobre todo en la semifinal. "Sascha" Zverev lo exigió al máximo, incluso lo obligó a levantar dos match points para derrotarlo en su país luego de tres horas y ocho minutos de partido.


La final fue diferente pero no menos exigente. El joven Andrey Rublev (21 años) le quitó un set pero hasta ahí llegó. Muy concentrado y convencido de lo que debía que hacer, Basilashvili aplicó su patrón de juego ofensivo, similar al de su rival pero más ordenado, y el título quedó nuevamente en sus manos. Alegre por dentro porque por fuera es difícil verlo sonreír, se mostró contento en conferencia de prensa: "Cuando tienes éxitos, la gente quiere y espera más de ti. Ahora todos me escriben, todos están felices. Me apoyan mucho desde casa. Tengo que decir que estoy contento por como me mantuve mentalmente durante mis dos últimos partidos, nunca me rendí".
Nikoloz hace hincapié en su mentalidad a partir de semifinales porque sabe, él y su equipo, que su punto débil es ese. No por "tirar" partidos o enojarse de más, sino por tomar malas decisiones en determinados momentos del partido o por encadenar errores absurdos por exceso de potencia que terminan mermando su confianza y perdiendo partidos que en los papeles no debería: "Antes solo pensaba en tener el suficiente dinero como para poder ir a los torneos. Pensaba en reservar pistas de entrenamiento, pelotas y poder tener a un compañero disponible. Era pura supervivencia. Cuando me clasifiqué para Wimbledon 2015 y conseguí dos victorias en el cuadro final fue cuando mi mentalidad cambió. Estaba jugando un buen tenis, pero no pasaba del Top50. Sabía que necesitaba a un mentor que me ayudase con ello".

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El georgiano de 27 años marca como punto de inflexión en su carrera la incorporación del coach Jan de Witt a su grupo de trabajo, su actual entrenador: "Hasta mis 22/23 años, era un salvaje. No era profesional. Sabía que quería jugar bien, pero era incapaz de hacerlo a este nivel. No tenía un patrón de juego. Estuve entre los 50 y los 100 mejores del mundo durante dos o tres años, pero necesitaba a alguien en quien poder confiar al 100%, sabía que me faltaba algo. Hablé con Jan (de Witt) porque me gustaba y conocía sus tácticasAhora estoy entendiendo cómo funciona este deporte. No solo consiste en golpear la pelota o una buena preparación física, consiste en trabajar también el aspecto mental. Es muy importante saber cómo manejar tus nervios en los momentos importantes del partido y yo todavía estoy consiguiendo toda esa experiencia".
Convencido de su estilo de juego y del cambio mental que le permitió establecerse como Top20, "Basil" tiene claro qué le diría a su "yo" de 21 años: "Si pudiese hablar con mi yo de 21 años, no le diría que cambiase su estilo de juego, sino más bien su mentalidad. No busco resultados, sino dar mi 100% dentro y fuera de la pista. Quiero maximizar todo lo que haga para que cuando me retire no deje ningún lugar a la duda sobre mi trabajo". Campeón de diez Futures, cinco Challengers y tres ATP500, acumula cuatro victorias ante jugadores del Top10, una por temporada desde 2016, tres de ellas en ATP500, categoría de torneos en la que su nivel de tenis se eleva.





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El nacido en Tbilisi (Georgia) tampoco se olvida de los sacrificios realizados por su familia para que hoy esté disfrutando de ser el 16° ATP, su mejor posición de siempre, en un país sin cultura tenística y por aquellos años fracturado socialmente debido a la reciente disolución de la URSS: "Hubo momentos en los que mi padre y yo dormíamos en un coche durante un par de semanas. Entrenaba en muy malas condiciones y no podía encontrar un sponsor, así que me hice con la nacionalidad rusa. Hubo un momento en el que dormimos durante un mes para un torneo junior en un coche, también dormíamos en tiendas de campaña. Todo esto hace que me de cuenta que los malos momentos existieron por algo, me hace más fuerte y me da más motivación para jugar al máximo nivel".

Daniel Vitale Pizarro

24 julio 2019

Un café con Lajovic







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Dusan Lajovic giraba alrededor del puesto cien ATP. A finales de 2016, enterado de que Fabio Fognini decidió romper vínculos con su coach José Perlas, el serbio llamó al catalán para empezar a trabajar con él. Perlas, uno de los entrenadores más afamados del circuito, asumió el compromiso de mejorar a Lajovic como lo hizo con todos sus anteriores jugadores. El español sabe a quien decirle que sí y cuando recibió el llamado de Dusan, no lo dudó: "¿Qué vi en Dusan? Bueno, me dedico a esto. Se ve en los ojos de los chicos, ves el que quiere, el que sufre porque no lo consigue, mi labor consiste en ayudarles y abrirles esa oportunidad", decía "Josep" de su nuevo jugador.


Afincado en Barcelona, el nacido en Belgrado hace 29 años tenía potencial pero carecía de un patrón de juego que le permitiera competir cuando su tenis no fluyera o cuando el rival lo superaba. Así lo cuenta Perlas: "Tenía que conseguir un orden, simplificar su tenis. Él tiene una visión de los mejores continuamente, de los highlights, pensaba que cada punto tiene que ser un golpe para el recuerdo, una jugada perfecta. Necesitaba sentir muy bien la bola, si la tocaba con el marco y gana el punto, entonces no le valía. Había que simplificar todo esto y poner en valor las cosas sencillas, que al final son las que te dan la base y te abren la oportunidad para crear otras. He tenido que frenar mucho esta idea y limpiarla".






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El progreso fue paulatino y el primer gran resultado, fruto del trabajo silencioso, llegó en el M1000 Monte Carlo 2019. Sin finales ATP en su haber, alcanzó la definición en el Principado de Mónaco, el torneo más tradicional sobre polvo de ladrillo luego de Roland Garros. El rival era Fabio Fognini, el anterior pupilo de José Perlas. El italiano fue más pero la enseñanza que le dejó ese torneo fue inmensa. Top25 por primera vez (23°) y cabeza de serie en casi todo torneo que disputara, Lajovic logró lo que Perlas le dijo apenas comenzaron a trabajar juntos: "El objetivo es tener un ranking que nos permita elegir cuando jugar y cuando descansar".
El segundo impacto fue unos meses después, en el ATP250 Umag (Croacia). Sobre la arcilla croata, su mejor superficie, alzó su primer título como profesional en el circuito mayor, una semana que jamás olvidará: "Ha sido una semana espectacular. Recordaré este partido el resto de mi vida, siento un gran alivio por ganar mi primer título". Sus ampulosos golpes con buena carga de efecto se adaptan mejor a la arcilla que a cualquier otro tipo de pista gracias al tiempo adicional que le brinda la tierra batida para preparar sus tiros. Y los resultados están a la vista. Además de las finales mencionadas, su mejores actuaciones ATP fueron los octavos de final en Roland Garros 2014 y los cuartos de final en el Masters1000 Madrid 2018.


"Mi entrenador me ha dado mucha confianza desde el inicio. Cree en mí absolutamente y eso me ha hecho darme cuenta de que tengo más tenis del que pensaba. En estos estos momentos estoy tratando de ser más agresivo y dominante con la derecha", declaraba el decimotercer campeón debutante ATP de 2019, una suma poco habitual que marca el cambio generacional latente. Pero no solo de tenis vive Lajovic. El tenista también tiene tiempo para su emprendimiento gastronómico"Laboratorije Kafe": "Desde joven soy adicto al café así que decidí montar con unos amigos una cafetería donde servir también helados, batidos y cafés de importación. Es un hobby, lo tengo al lado de casa y disfruto mucho pasando tiempo allí cuando estoy en Belgrado".
Dusan comenzó a jugar al tenis de casualidad porque su verdadera pasión era el fútbol. En su ciudad todos los clubes estaban repletos de chicos y el pequeño "Dutzee" no tenía lugar para practicar el deporte N°1 mundial, por lo que sus padres lo inscribieron a los siete años a clases de tenis, deporte que nunca abandonó. Su maduración como deportista de elite fue tardía pero constante: 136° ITF Junior, Top100 ATP por primera vez a los 23 años, Top50 a los 28 años y campeón ATP a los 29 años. Instalado entre los mejores del mundo, Lajovic demuestra a fuerza de trabajo y rodeado de los personas indicadas, que casi todo es posible, un claro ejemplo de que querer es poder.

Daniel Vitale Pizarro