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12 agosto 2019

El valiente

El dobles, lamentablemente, no tiene la misma importancia que el singles. Los premios en metálico son seis veces inferiores, los partidos reciben menos atención de los espectadores tanto en vivo como luego en cualquier plataforma, eso conlleva a que los organizadores no programan los encuentros ni en horarios 'prime time' ni en las canchas más importantes por lo que los medios de comunicación le dan mucha menos cobertura. Esto no quiere decir que los deportistas sean menos profesionales ni que la dificultad para practicar la especialidad sea menor, entrenan igual que todos, solo que de manera diversa por tratarse de otra modalidad de juego. La única diferencia es que la vida útil del doblista es mayor ya que el físico se desgasta menos al ser dos personas para cubrir el campo de juego.
En ese contexto, el tenis argentino pocas veces disfrutó de doblistas de calidad. Guillermo Vilas es el más laureado de la historia (16) pero nunca fue un especialista ni se dedicó al dobles, disputaba la modalidad porque era común en esos años inscribirse a modo de entrenamiento o amistad con algún colega. Lucas Arnold fue un especialista que obtuvo quince títulos ATP (todos ATP250), sin buenas actuaciones en torneos importantes más allá de alguna final en ATP500. Cerca de ellos se encuentra Mariano Hood que ganó la misma cantidad de torneos ATP que Horacio Zeballos (13) pero de menor importancia (ATP250). El único argentino que ganó un Masters1000 fue Luis Lobo (Hamburgo 1997), que en total acumuló doce trofeos ATP.


Zeballos fue más allá. Nunca un argentino había sido Top10 ni tampoco había ganado más de un M1000. Bueno, el marplatense logró todo eso en Montreal. Lesionado Máximo González (compañero), junto a Marcel Granollers fueron los mejores de la semana en Canadá. Primer torneo juntos, primer trofeo ATP y nada más ni nada menos que un Masters1000. "Es mi primera vez en este torneo, lo disfruté mucho junto a Marcel. Es uno de los mejores momentos  de mi carrera. Estoy feliz. No sabía lo del ranking, me lo dijo mi entrenador cuando ganamos. Es una locura. Significa mucho para mí, que desde el año pasado estoy dedicado plenamente al dobles", declaraba el argentino, atónito por el resultado obtenido en su primera participación en el certamen canadiense.

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Avocado al dobles por completo desde esta temporada pero asiduo doblista con buenos resultados desde 2016, "Cebolla" ha ganado títulos con siete parejas diferentes a lo largo de su carrera. El propio jugador explica el cambio del singles al dobles: "Siempre me gustó jugar dobles, pero realmente hace un año y medio que me propuse especializarme. Nos metimos a trabajar a full con Alejandro Lombardo (coach), porque hubo cosas que no sabía y que tenía que aprender y mejorar, como los movimientos. Los logros llegaron mucho antes de lo imaginado. Para ser buen doblista tuve que aprender a ser valiente, porque los doblistas se cruzan, están muy activos en la red, se mueven todo el tiempo".
Lo que no tiene de físico el dobles, lo tiene de táctico. Buenos servicios, voleas firmes tanto cortas como largas, globos certeros para tomar la red o saber cruzarse en el momento adecuado, son algunas de las estrategias utilizadas por los mejores doblistas del mundo, que en su gran mayoría fueron singlistas. En un circuito tan profesionalizado y exigente, las principales raquetas disputan pocos certámenes al año o ninguno en pareja, solo para tomar ritmo de competencia o aumentar el 'prize money' al final de la semana. Atrás quedaron los años en los que más de un jugador ostentaba rankings competitivos tanto en singles como en dobles, algo que hoy parece una quimera.
Horacio entendió el concepto del dobles a la perfección y le está sacando provecho. Dueño de un gran servicio, intenta siempre achicar espacios yendo hacia adelante. Su gran técnica le permite imprimir tanto velocidad como efecto a la bola, variando su juego con globos, pelotas paralelas o al medio, el punto débil de toda dupla. Aprendió a ser valiente hace un par de temporadas, activo en la red, con movimientos para distraer a sus rivales e interceptar la pelota para ganar el punto. Toni Nadal tituló su libro 'Todo se puede entrenar' y Zeballos es el fiel reflejo de la frase que eligió el tío de 'Rafa'.

Daniel Vitale Pizarro

20 mayo 2019

El candidato eterno







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Semifinal en Monte Carlo, Barcelona y Madrid. Desde 2004 que Rafael Nadal no llegaba al último Masters1000 sobre polvo de ladrillo sin ser campeón ATP. Su último título fue en agosto 2018 en el M1000 Toronto. En 2019, lo mejor había sido fuera de la arcilla, en el Australian Open en donde fue apabullado por Novak Djokovic en la final 6/3 6/2 6/3. Entre malos rendimientos, lesiones y declaraciones poco felices como "probablemente jugué uno de mis peores partidos en clay en catorce años", luego de perder ante Fabio Fognini en Mónaco, el español llegaba a Roma con las alarmas prendidas pero con la actitud de siempre.
La protagonista de la semana fue la lluvia. Una Roma fresca y lluviosa recibió a los mejores jugadores del mundo durante siete días, de los cuales varios estuvieron invadidos por el agua. Tanto llovió que muchos jugadores tuvieron que disputar dos partidos de singles y uno de dobles en el mismo día, rememorando la época de Juniors. A falta de una cancha techada en el Foro Itálico, la organización se vio obligada a programar 51 partidos para el jueves, una cantidad récord para un torneo de estas características. Entre los perjudicados estaban Federer, Djokovic y Nadal, esta vez forzosamente no beneficiados.
Sin la lluvia como actriz principal, Djokovic y Nadal disputaron sus partidos del día sin mayores inconvenientes, al contrario de Federer que tuvo que batallar ante Borna Coric en el turno noche para acceder a cuartos de final, instancia a la que el viernes no se presentó por molestias en su pierna derecha. "Rafa" siguió con su paso arrollador hasta la final del certamen dejando en el camino apenas trece games, incluidos tres 6/0 y dos 6/1. Del otro lado del cuadro, "Nole" sufrió ante Juan Martín Del Potro durante 3h 01m (levantó dos MP) y luchó contra Diego Schwartzman en 2h 31m, partido que finalizó a la una de la mañana de Italia.


Al borde de los 33 años Rafael y de los 32 Novak, la desventaja física por el trajín de cada uno fue la que definió el resultado final, algo que pocas veces en sus carreras ha determinado al ganador. El partido no tuvo equivalencias, salvo por un intento de remontada del N°1 del mundo que sacó energías de donde nadie sabe para llevar el encuentro a un tercer set. Pero el resultado final no iba a cambiar. Más allá de la merma física de su rival, el mallorquín fue superior en todo. Tácticamente inteligente, variando su juego con pelotas irrisoriamente altas para desenfocar a su adversario y cambios abruptos de velocidad, se llevó el encuentro por 6/0 4/6 6/1.

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"Es verdad que el calendario se puede mejorar pero hoy no jugué mi mejor tenis. Rescato que a pesar de eso, pude luchar. Rafa ha sido demasiado fuerte, su nivel fue muy alto. Siempre trato de respetar la victoria de mi rival pero yo no estaba fresco de piernas. Jugué los últimos tres partidos por la noche y las condiciones son completamente distintas a las de hoy", declaraba Djokovic, algo molesto con la organización del torneo y por la mala suerte a causa de la lluvia y de sus partidos nocturnos. A pesar de la derrota, las sensaciones tenísticas son positivas de cara a Roland Garros. Nueve finales en Roma, 49 de Masters1000 y 107 totales ATP es algo de lo que muy pocos pueden presumir.
La rivalidad entre Nadal y Djokovic es la más extensa de la Era Abierta. 54 veces se vieron las caras con un historial levemente favorable al nacido en Belgrado 28-26. De todos esos enfrentamientos, la primera vez que hubo un 6/0 para cualquiera de los dos fue en Roma hace unas horas. En la capital italiana se enfrentaron ocho veces con un saldo positivo en favor del mallorquín (5-3), similar al porcentaje de victorias en finales ATP sobre tierra (7-4). El título fue el 81 en la carrera de Rafael, 58 sobre arcilla, 34° M1000 y 11° en Roma, récords absolutos estas últimas tres marcas, una auténtica hegemonía total en la superficie más lenta del circuito.
"Para mí, lo más importante es sentirme jugando bien y con salud, con la energía que necesito. Si eso sucede, la experiencia me dice que, tarde o temprano, voy a luchar por los títulos. Lo principal para mí fue recuperar mi nivel. Las últimas semanas he ido a mejor, y aquí estamos finalmente con este gran trofeo conmigo”, analizaba el campeón de Roma sobre su temporada sobre tierra batida, que como todo gran campeón, a medida que se acercan los grandes acontecimientos, juega mejor. A una semana del objetivo principal de su temporada, Nadal está listo para afrontar el desafío de la duodécima corona en París. ¿Alguien podrá detenerlo?

Daniel Vitale Pizarro

13 mayo 2019

El empujón que faltaba







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No sabemos si Novak Djokovic será el más ganador de siempre, lo que sí sabemos es que está muy cerca de hacer historia una vez más. A diferencia de otros años de absoluta dominación, desde mediados de la temporada pasada hasta hoy, el serbio ha sido selectivo con los torneos en los cuales ha ganado. Casualmente esos certámenes fueron Wimbledon, Cincinnati por primera vez en su carrera, US Open, Shanghai, Australian Open y Madrid. A dos semanas de Roland Garros, Djokovic calibró la máquina, la puso a punto y la testeará en Roma antes de la gran cita. Fundamentales serán estos torneos previos a Wimbledon porque luego de la arcilla parisina, el N°1 del mundo defiende más de la mitad de sus puntos actuales.

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Madrid consagró por tercera vez al serbio y dejó varias conclusiones de cara al resto del 2019. La vuelta de Roger Federer al polvo de ladrillo luego de tres años dejó un sabor agridulce luego de la remontada ante Gael Monfils en octavos de final y la dolorosa derrota contra Dominic Thiem en cuartos de final. En ambos partidos tuvo matchs points a favor y en contra. La confirmación de Stefanos Tsitsipas como contendiente al título en cada torneo importante ya no tiene discusión. En los últimos diez meses acumula victorias contra Djokovic en Toronto 2018, Federer en el Australian Open 2019 y Nadal en Madrid 2019, algo que muy pocos lograron durante toda su carrera.
El griego de veinte años es el tenista revelación de los últimos meses. Siete del mundo gracias a la final en España, el heleno tiene tintes de jugador de otra época: cabellera larga, empuñaduras más abiertas que el resto, revés a una mano y facilidad a lo hora de cerrar jugadas en la red. El mejor tenista que dio Grecia en toda su historia aspira al trono de la ATP en el mediano plazo y las herramientas las tiene. La juventud le juega en su favor pero también en su contra. Físicamente fuerte, sin miedo a enfrentar a los mejores del ranking y de la historia, la poca experiencia para manejar determinadas situaciones puede no ayudarle.

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Para un jugador de elite, el disputar el dobles con frecuencia o planificar un calendario con muchos ATP250 son decisiones contraproducentes porque el circuito ATP es muy exigente física y mentalmente. Es cierto que en ocasiones, el dobles o los torneos chicos ayudan a tomar ritmo de competencia si los resultados no llegan pero en cualquier otra circunstancia, no es positivo descuidar el singles y no planificar a consciencia un calendario. Tsitsipas deberá aprender de sus experiencias en 2019. Cuando en Australia derrotó a Federer, luego fue arrollado por Nadal; y en Madrid, vencedor de Nadal, al día siguiente su mente y sus piernas no le permitieron competir al 100% contra Djokovic.

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Pero volvamos al campeón de Madrid y N°1 ATP durante 251 semanas. Desde enero no mostraba un nivel de tenis tan alto. Inestable durante la gira norteamericana de cemento y dubitativo en Monte Carlo, fue todo lo contrario en el país mediterráneo. Los espectadores vieron a un Djokovic sólido, enfocado, con ese fuego interno y una determinación que asusta al rival. Se le notó en los ojos, desencajados, casi queriendo salirse del lóbulo ocular. Un animal competitivo que no da respiro a sus rivales, siempre encima del pique de la pelota y distribuyendo el juego a su gusto. Novak, con este nivel de concentración, maneja los tiempos y el ritmo de los encuentros.


“Siento que esta victoria es muy importante para mi nivel de confianza porque después de Australia no estaba jugando lo mejor posible, no pude encontrar mi tenis ni la consistencia en Indian Wells, Miami y Monte Carlo. Sentía que estaba cerca y que necesitaba un empujón, por así decirlo. Logré una victoria muy importante contra Thiem en un partido muy parejo. A Stefanos probablemente lo afectó un poco haberle ganado un gran partido a Nadal y quizás haya estado un poco cansado. Sentí que siempre estuve dictando el juego”, analizaba el 75 veces campeón ATP sobre el 33° Masters1000 obtenido en Madrid, misma cantidad que Rafael Nadal en la categoría.
Al igual que en 2016, la posibilidad de otra epopeya está a la vuelta de la esquina. Aunque sea el torneo más escabroso para el serbio, si lo logró una vez, ¿porque no dos veces? La cita es nuevamente Roland Garros, igual que tres años atrás. Wimbledon 2018, US Open 2018, Australian Open 2019 y ¿Roland Garros 2019? El escollo principal sigue siendo Rafael Nadal, que aunque no haya conseguido títulos en Monte Carlo, Barcelona o Madrid, a cinco sets y en París es el máximo favorito al título. "Nole" ya lo derrotó una vez en la Philippe Chatrier pero... ¿Será capaz de volver a ganar los cuatro en fila?

Daniel Vitale Pizarro

22 abril 2019

El genio pudo con su genio

Se podría decir que Josep Perlas formó profesionalmente a Fabio Fognini durante los cinco años que trabajaron juntos. En ese período el italiano fue 13° ATP, ganó cuatro títulos ATP y alcanzó otras ocho finales. Significó un paso adelante en su carrera no solo en cuanto a resultados. El afamado entrenador español implementó entrenamientos de calidad para que pudiera golpear la pelota con limpieza en cualquier sitio de la cancha y durante el tiempo que dure un partido exigente. Pero en 2016 el tándem Perlas-Fognini llegó a su fin y el italiano decidió cambiar de aire. Franco Davin, el entrenador argentino más laureado, aceptó trabajar junto a 'Fogna' a partir de 2017.
El primer año fue de adaptación. Campeón en Gstaad y finalista en San Petersburgo, finalizó 27° ATP, lejos de las aspiraciones de ambos. El objetivo era subir el listón que había dejado Perlas e intentar irrumpir en el Top10. Capaz de generar tiros ganadores prácticamente sin esfuerzo y con una variedad de golpes que escasea en el circuito, su punto débil es su fragilidad mental. Ese punto atacó Davin desde que se unieron. Su temperamento sanguíneo, muchas veces incontrolable, le impidió conseguir buenos resultados en torneos importantes. Sus exabruptos lo expusieron a multas varias y hasta a expulsiones de torneos.


El 2018 fue la mejor temporada de su carrera: tres títulos en cuatro finales, 13° ATP en diciembre y 46 victorias en total. Todas marcas personales. Fognini atribuye el éxito a dos cosas: "Estoy mejor que nunca. Mejoré mis hábitos de alimentación, estoy más rápido y fuerte. Ser padre me cambió mucho y me hizo tomar las derrotas de otra manera. Cuando pierdo y luego veo a mi hijo las decepciones de la cancha me pesan mucho menos. Percibo una puerta abierta por la que me quiero colar para saciar mi hambre de triunfos". Padre de Federico junto a Flavia Penetta desde mayo de 2017, estaba todo dado para que asaltara el Top10 en 2019.
Su gran rendimiento lo llevó a dejar la marca de indumentaria italiana "Hydrogen" que lo vistió durante 2017-18 para ser el primer tenista vestido por "Emporio Armani", la reconocida marca italiana dedicada al público joven (EA7). Ya había hecho campaña publicitaria para la marca creada por Giorgio en 1975 pero en 2019 la compañía fundada en Milán fue más allá y decidió vestirlo de pies a cabeza dentro y fuera de la cancha. Nuevamente en el circuito, los resultados no llegaban y una vez más, como tantas otras durante su carrera profesional, su inestabilidad emocional dentro de la pista lo traicionó: "Fue un comienzo de año muy difícil porque en 2018 jugué muy bien y en un momento me sentí muy cerca de estar Top10, pero no se me dio".


El mejor resultado del año había sido semifinal de dobles en Miami junto a Novak Djokovic. El italiano no encontraba el norte y de a poco se alejaba del Top10. Llegó a Monte Carlo con la obligación de ganar algunos partidos para no abandonar el Top20. "A mi edad es difícil aceptar las derrotas y los problemas físicos. Tengo dolores en un tobillo y el codo derecho. Voy a jugar hasta Roland Garros y después veré", declaraba cabizbajo antes de debutar en el Principado. La suerte es un factor fundamental en la vida, solo hay que saber cuando y como aprovecharla para encaminar determinadas situaciones.

Fabio perdía 4/6 1/4 y chance de 1/5. El partido le pesó a Rublev y Fognini de a poco comenzó a levantar su nivel hasta darle la vuelta por completo. El grito del festejo significó mucho. El siguiente rival era Gilles Simon, al que nunca venció en cinco partidos disputados, todos sobre arcilla. El francés amaneció con la espalda dura y decidió no presentarse. Fognini accedía a octavos de final donde lo esperaba Alexander Zverev (3°). Luego de un tiebreak que podía haber ganado cualquiera de los dos, el italiano se soltó (7/6 6/1) y disputó un gran encuentro. La confianza, eso que en el tenis marca la diferencia con el resto. Y la suerte, claro.
En cuartos de final el rival era Borna Coric (13°). Y como en primera ronda, iba a tener que remontar partidos que en otro momento hubiera perdido. De 1/6 0/2 pasó a 1/6 6/3 6/2 con el codo derecho vendado. En un abrir y cerrar de ojos el nacido en San Remo era semifinalista en Mónaco. La cita era con Nadal y la vara subía. Preparado para el desafío, "Fogna" fue un vendaval de tenis. Plantado muy cerca de la línea, sin retroceder ni un paso, vapuleó al once veces campeón allí 6/4 6/2, faena que podría haber sido peor si del otro lado no hubiera estado el propio "Rafa" (Fabio sacó 5-0 40-0). Tercera victoria en ladrillo sobre el mejor de siempre, solo Djokovic (7) pudo vencerlo en más oportunidades. Tiene la fórmula.
La victoria sobre Nadal generó que se hablara de él en todo el mundo. No sucede todos los días que Rafael pierda sobre polvo de ladrillo y menos aun en uno de sus torneos predilectos. Fognini no debía conformarse. De nada serviría ganarle a Nadal y perder en la final ante Dusan Lajovic (48°). El serbio llegaba a la definición por el título sin ceder sets y con triunfos solventes ante, por ejemplo, Goffin (21°), Thiem (5°) o Medvedev (14°). Y no sería nada raro verlo arrebatarle el trofeo de campeón al favorito del público y de los especialistas, proclive a no concretar todo lo que genera desde su juego.


Pero no le pesó la final al mejor italiano de los últimos cuarenta años. Sin sobresaltos venció a Lajovic 6/3 6/4 con muestras de dolor en el muslo cuando promediaba el segundo set. El festejo es mejor verlo que leerlo. Primero con la remera sobre su cara y luego infundido en abrazos con Flavia (esposa), Fulvia (hermano), Fulvio (padre), Barazzutti (co-coach) y todo su equipo de trabajo. “Me gustaría disfrutar de este trofeo esta noche con mi familia y amigos. Mañana es el cumpleaños de mi madre así que quisiera disfrutarlo con ella. Pensando en el próximo torneo (Barcelona), veremos si estoy realmente en buena forma para jugar”, expresaba ante los periodistas un cansado y feliz campeón.

Daniel Vitale Pizarro

01 abril 2019

"Somos un pack"


Bob Bryan (209° ATP) y Roger Federer (125° ATP), profesionales desde 1998, fueron invitados a disputar el cuadro principal del Masters1000 de Miami en 1999. Bryan ganó su partido de primera ronda contra Sargis Sargsian y Federer cayó ante Kenneth Carlsen. Veinte años después, los únicos jugadores que disputaron el torneo en 1999 y 2019 son precisamente Bob Bryan y Roger Federer. Y da la casualidad de que el estadounidense fue campeón en dobles a los 40 años y el suizo en singles a los 37 años. Entonces, ¿casualidad o causalidad? Bob junto a Mike son la pareja más exitosa de la historia de la especialidad y Roger es considerado por muchos el mejor de todos. ¡Causalidad!
Poco se habla, comenta y escribe sobre el circuito de dobles ATP, tan entretenido y espectacular. ATP ha tratado de incentivar a que las mejores raquetas singlistas se vuelquen al dobles al menos en los grandes torneos para generar un atractivo más y cautivar al público que paga una entrada o una suscripción de TV. Sin ventajas en los games y con un tercer set a definirse en un Super tie-break, lograron que aun más tenistas extiendan sus carreras ya que el físico no es el pilar fundamental. Partidos más cortos, resultados inciertos y menos demandantes físicamente, ATP no logra que los Top10 o Top20 se involucren al dobles como sucedía antes de los años 2000.
Una respuesta podría ser lo terriblemente exigente que se ha vuelto el circuito ATP de individuales, físicamente solo para atletas, que viajan todas las semanas a un país diferente y administran sus energías con precisión quirúrgica para no lesionarse y perderse torneos importantes. Otro motivo quizás sea la desubicada cantidad de dinero del singles para los tenistas Top, lo que no incentiva a hacer la diferencia en metálico en duplas; o quizás sea la vergonzosa suma de dólares que entrega el circuito de dobles, cinco veces menor que el individual. Pareciera que el juego más estratégico, de jugar en la red, de peloteos cruzados o manejo de los ángulos no sedujera al público en general.

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En ese contexto de desdén del público hacia la especialidad y por ende de la poca cobertura de los medios de comunicación, una pareja se ha destacado muy por encima que la media durante los últimos veinte años. Ellos son los hermanos Robert Charles Bryan y Michael Carl Bryan, popularmente conocidos como Bob y Mike Bryan, recientes campeones del Masters1000 Miami, a un mes de cumplir 41 años. Juntos lograron la para nada despreciable suma de 118° títulos ATP, desglosados en 16 Grand Slams, 4 Masters Cup, 39 Masters1000, medallas Olímpicas en Juegos consecutivos (Bronce '08 y Oro '12) y los restantes ATP500 y ATP250.
Mike nació dos minutos antes que Bob, el 29 de abril de 1978 en Camarillo, California (USA). Compañeros de dobles desde que tomaron una raqueta, su primer impacto mundial fue ganar el US Open junior 1996. Poco les costó la transición al profesionalismo en dobles pero bastante en singles. Ambos intentaron ser Top100 pero no tuvieron la misma suerte que juntos. En el 2000, Mike fue 246° ATP y Bob 116° ATP. Para el año 2004 ninguno de los hermanos tenía ranking ATP en singles y salvo algún partido de Copa Davis con la serie ya definida, no volvieron a disputar un encuentro profesional solos adentro de una cancha de tenis.
Doce temporadas ganando Grand Slams (a excepción de 2004), 2018 los encontraba sin ser campeones de un Major desde 2014. La pareja atravesó una crisis de confianza e incertidumbre profesional y personal, que los llevó a pensar seriamente en el retiro. Así lo contaba Bob: “La forma en la que competimos durante algunos años no fue muy buena, pero lo más peligroso era que no nos estábamos divirtiendo. Estuvimos a punto de anunciar el retiro tras Australia Open 2017, incluso tenía una declaración escrita para leer en rueda de prensa. Entramos en la sala y de repente Mike me dijo: ‘Espera, esperemos hasta el US Open’. Fue un momento muy difícil para los dos”.
Un año después, Mike se divorciaba de su esposa tras cinco años de matrimonio por no poder compaginar el tenis profesional con su vida privada personal, lo que lo llevó a no hablar durante varios meses con su hermano. Separado, se mudó a la casa de Bob para iniciar la pretemporada 2018. El inicio fue auspicioso si tenemos en cuenta el período 2014-2017: dos títulos y tres finales entre enero y mayo. Cinco meses después, el impedimento de ganar grandes títulos no fue la confianza ni el nivel de los hermanos, sino la cadera maltrecha de Bob, que los obligó a retirarse en medio de un partido por primera vez en más de mil partidos como profesionales.


Bob explicaba como se manifestó la lesión: "Empecé a cojear muy visiblemente durante el entrenamiento. El miércoles ganamos pero me tuve que tomar algunos analgésicos. Ganamos otra vez, me tomé más analgésicos al punto de que, cuando llegamos a la final, no sabía si podíamos jugarla. Pero cuando ganamos el título, la emoción de la victoria te quita el dolor que tienes, así que no pensé en nada. La cojera empeoró. Empecé a hacer abdominales. Estábamos tan confiados que seguimos ganando hasta llegar a la final en Madrid, lo que probablemente fue peor. Al final, podía escuchar lo que pasaba con mi cadera: sólo se escuchaba hueso con hueso. Desgasté hasta el último milímetro de cartílago que tenía, así que cuando impacté con el suelo al bajar del movimiento de saque, me rompí el hueso".
A partir de ahí, el proceso de recuperación, lo más tedioso para un profesional. Tres meses de estudios y tratamientos desembocaron en una cirugía para reemplazar la cadera derecha por una de metal, con el riesgo de no volver a pisar una cancha de tenis. Siete meses desde su último partido, Bob volvió al circuito para ser campeón en Delray Beach y Miami : "Los médicos eran positivos pero la realidad era que mis posibilidades de regresar al circuito eran 50% y 50%. Era un territorio inexplorado. Sería el primero en regresar con un reemplazo de cadera. Honestamente, estoy feliz de poder terminar nuestra carrera juntos, porque como dijo Mike, cuando dejemos el deporte, lo haremos juntos. Somos un pack".

Daniel Vitale Pizarro