19 enero 2020

Recambio francés


El Top500 ATP dice que Francia cuenta con diez jugadores menores de 22 años. Entre ellos, el mejor rankeado es uno de los que menos se esperaba. Ugo Humbert (18° ITF Junior) no tuvo el palmarés como Juvenil de Hugo Gaston (1°), Geoffrey Blancaneaux (5°) o Corentin Moutet (7°) ni a la prensa francesa detrás de él, algo muchas veces contraproducente para un tenista en formación. El actual 43° ATP, quinta raqueta francesa, irrumpió en el circuito ATP en 2019 con tres semifinales ATP250 a lo largo de la temporada pero por sobre todas las cosas, el mundo del tenis lo conoció al enfrentarse en octavos de final de Wimbledon con Novak Djokovic en su primera participación en un certamen de césped del circuito principal.
La semifinal en Marsella 2019 (Kukushkin) fue su primer resultado resonante como profesional, en su país y bajo techo. Luego llegó la segunda semana en Wimbledon (Djokovic) y otras dos semifinales en Newport (Isner) y Amberes (Murray). Además de los buenos resultados en el circuito mayor, fue campeón en los Challengers de Cherbourg, Estambul y Brest. Top50 a los veintiún años recién cumplidos, Humbert dejaba por completo el nivel Challenger para asentarse en los ATP, evitando incluso las clasificaciones. El zurdo con revés a dos manos nacido en Metz ingresó al Masters #NextGen 2019 en las últimas semanas y se llevó un triunfo en la zona de grupos ante el campeón Jannik Sinner.


La progresión del francés era muy buena y los objetivos para 2020 habían cambiado con respecto a enero de 2019, temporada que había iniciado fuera del Top100 (102°). Con la mente puesta en el Australian Open, se inscribió en dos torneos previos al primer Grand Slam del año: el Challenger de Canberra (trasladado a Bendigo por el humo de los incendios australianos) y el ATP250 en Auckland (Nueva Zelanda). En el primero cayó en octavos de final y en el segundo fue campeón. Sí, contra todo pronóstico y tras trastabillar ante Denis Kudla (115°) en sets corridos unos días atrás, en Auckland venció a tres Top25 (ShapovalovIsner Paire) para ser el mejor de la semana en su primera definición ATP.


"Trabajo duro. Estoy muy concentrado. Solo trato de continuar y tratar conmigo mismo. Es más importante centrarme en mi propia carrera en lugar de mirar a mi alrededor”, declaraba Humbert meses atrás en Milán, mientras disputaba las finales para menores de veintiún años. Tan emocionado como feliz, Ugo recibió el trofeo noezelandés y entre nervios y agradecimientos, tuvo tiempo para bromear por sus victorias: “Es un torneo de revancha porque había perdido contra cuatro de los cinco jugadores con los que jugué esta semana (risas). Es un gran logro para mí y no podía soñar con un inicio de temporada mejor".


Alto (188cm), con golpes francos y no tan liftados como sus compañeros de generación gracias a sus empuñaduras no tan cerradas, su servicio variado y por encima de los 210km le responde con suficiencia, pero lo más importante es su mentalidad. Sin un tenis explosivo ni potente por naturaleza, su actitud positiva en todo momento y su búsqueda del tiro ganador sin desesperación lo convierte en un jugador difícil de batir, principalmente en superficies rápidas gracias a que sus golpes planos le quitan tiempo a sus rivales. Su condición de zurdo no es un dato menor en un circuito que cuenta con apenas un 14% de jugadores Top100 que empuñan la raqueta con la mano izquierda.

Daniel Vitale Pizarro

13 enero 2020

Doha le sienta bien


La Copa ATP acaparó todas las miradas durante la primera semana del calendario tenístico profesional. El nuevo evento anunciado con bombos y platillos por la ATP para competir contra la Copa Laver y la Copa Davis estuvo en boca de todos y no era para menos. Disputado en Australia durante la gira previa al Australian Open, en tres sedes diferentes, con un formato de equipos y la presencia de ocho Top10 y treinta y nueve Top50, generó un gran interés de las aficionados y de la prensa especializada. El gran evento, sumado a la desgracia ambiental australiana y las campañas mundiales de solidaridad por los incendios en el continente, casi no dejó espacio para que se hablara del ATP250 Doha en Qatar, durante la misma semana, en otro continente y sin Top10.
Qatar alojó históricamente al mejor ATP250 del calendario. La gran cantidad de dinero repartido de manera oficial, las cuantiosas garantías a los jugadores estrella y la ubicación en el calendario le permitía al torneo contar con los mejores tenistas del mundo, a pesar de ser un ATP250. Para dimensionar la importancia del evento, llegó a tener cinco Top10 en sus filas, una cantidad difícil de ver en muchos de los trece ATP500 del circuito. Por esas cosas fue elegido el mejor ATP250 de 2019, galardón que recibió en tres ocasiones en los últimos cinco años. Disputado desde 1993, han ganado el trofeo Becker, Edberg, Courier, Ríos, Federer, Murray, Djokovic y Nadal, ocho números uno ATP...


Lejos de lamentarse, el certamen catarí se puso manos a la obra y contó con la presencia de Stan Wawrinka (16°), Andrey Rublev (23°), Jo-Wilfried Tsonga (29°) y Milos Raonic (31°) como cabezas de serie, acreedores de una buena cantidad de petrodólares. Los dos principales favoritos alcanzaron las semifinales pero solo Rublev alcanzó la definición del torneo porque Wawrinka se vio sorprendido por el francés de veinte años, proveniente de la clasificación, Corentin Moutet (81°). El joven zurdo, exnúmero siete ITF Junior y con apenas un puñado de partidos ATP antes de 2020 (8-21) disputó siete partidos en nueve días con victorias resonantes ante Raonic, Verdasco y Wawrinka.


El ruso cumplió con las expectativas que la organización puso sobre él. Se llevó el título de Doha sin ceder sets, a modo de revancha de la edición 2018 cuando Gael Monfils le impidió ganar, por entonces, su segundo trofeo del circuito principal. Umag 2017, Moscú 2019 y Doha 2020 son los ATP que acumula Andrey en cinco finales disputadas, al menos una por año desde 2017. Su ranking dice que será 18° ATP, su mejor posición histórica y lo que permitirá que Rusia sea el único país con tres jugadores dentro del Top20: Medvedev (4°), Khachanov (16°) y Rublev (18°). El potente diestro con estirpe de Top10, sorprende por su potente derecha y por el ruido que hace la pelota al salir despedida de su raqueta.
Rublev decidió iniciar la temporada bien temprano con la exhibición en Abu Dabi en diciembre. Sin vacaciones, viajó a Doha los primeros días de enero: "No me preocupa nada la falta de descanso. Ya estuve una semana sin competir antes de ir a las Finales de Copa Davis en Madrid y no siento que necesite nada de reposo. Quería mantener las buenas sensaciones con que acabé 2019 y aprovechar estas semanas para trabajar duro en algunos aspectos. Mi mayor margen de mejora se encuentra en el aspecto mental. Siento que he progresado en los últimos tiempos pero sigue habiendo una diferencia abismal respecto a los mejores. Si logro ser más consistente y fuerte mentalmente creo que mi nivel subirá mucho".
El número tres ruso decidió no acudir a la ATP Cup ya que sería suplente de Medvedev y Khachanov en los individuales, con la firme posibilidad de no disputar ningún encuentro y llegar al Australian Open casi sin rodaje previo. No muy contento con el sistema de clasificación de la Copa ATP, junto a su equipo de trabajo y su entrenador, el español Javier Vicente, decidieron viajar a Qatar sabiendo que el cuadro carecería de estrellas: "No me arrepiento de haber venido a Doha, pero hubiese gustado disputar la ATP Cup. Creo que deberían cambiar algo porque no es justo. El 900° o 1000° ATP son singles N°2 y juegan por los puntos, puntos que son completamente como un nuevo torneo (19° torneo computado anual). No creo que sea el único que piense así, así que veremos cómo seguirá".

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Más allá de las críticas contra la ATP CupRublev no olvidará esta semana en Doha: "Es asombroso este torneo. Siempre estoy muy feliz de jugar aquí. Siempre disfruto mi tiempo aquí y finalmente ganar el título es algo especial para mí. Es un comienzo de temporada increíble para mí y espero poder mantener este nivel. Todavía hay mucho por trabajar, pero estoy feliz de convertirme en un jugador Top20. Creo que esta es una buena parte de mí, que todavía tengo mucho espacio para mejorar. Quiero intentar llegar a mi máximo y luego veremos qué va a pasar". Sin vacaciones ni descanso, el lunes se desplazará a Adelaida, una decisión arriesgada en cuanto a la físico de cara al primer Gran Slam de la temporada.

Daniel Vitale Pizarro

07 enero 2020

¿Rival de la Davis?


Una nueva década comienza y a pesar de ser un año más en la vida de los tenistas, el dos mil veinte tiene condimentos para ser diferente al resto. La ATP Cup en Australia, los Juegos Olímpicos en Tokio y los nuevos ATP250 de Adelaida (dura), Santiago de Chile (arcilla) y Mallorca (césped) son las novedades que a lo largo de la temporada iremos descubriendo y disfrutando. Como todo año olímpico, el calendario se aprieta aun más y varios torneos debieron reubicarse. A las novedades le debemos sumar la vigencia de Nadal, Djokovic y Federer, la vuelta de Murray a los primeros planos y la irrupción de los #NextGen al Top10 como Tsitsipas y Medvedev, una temporada 2020 que se vislumbra muy interesante.

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El año inició bien arriba, con la nueva competición por equipos que vino a rivalizar con la Copa Davis y la Laver Cup: la ATP Cup. Este novedoso formato llegó como reemplazo de la antigua 'Copa Mundial por Equipos' que se disputaba en Dusseldorf (Alemania) previo a Roland Garros, que con el tiempo fue perdiendo importancia hasta su desaparición en 2012. Decimos novedoso porque tomó aspectos de la Copa Davis, del Masters #NextGen y del circuito ATP. Además el sistema de clasificación, estrictamente por el ranking del mejor jugador de cada país y con la obligación de que al menos tres tengan ranking ATP, permite que jugadores casi sin rodaje ATP compartan equipo con un Top10 en la elite del tenis.


El torneo empezó el tres de enero y finalizará el doce del mismo mes. Las sedes son tres: Brisbane, Perth y Sydney, ciudades en las que se disputaban dos ATP250 y la Copa Hopman. Los diez días de competencia, las tres sedes en simultáneo y la fecha en el calendario son el principal punto a favor del evento que organiza ATP en conjunto con Tennis Australia. Además, el dinero a repartir entre los participantes y los puntos que entrega para el ranking ATP hace que la competencia sea mucho más atractiva para los participantes. Por ejemplo, un jugador fuera del Top300 que dispute un encuentro de individuales recibirá 15,000 dólares, una suma que muchos no ganaron en ningún evento profesional en toda su carrera, producto de haber clasificado por el ranking de su Single N°1 y no por méritos propios.
El sistema de clasificación es más democrático y permite que jugadores de bajo ranking compartan la experiencia de disputar un certamen del circuito principal con un Top10 y puedan enfrentarse en una pista de tenis. Por citar solo un ejemplo, el español Roberto Bautista Agut (9°) derrotó el lunes al uruguayo Franco Roncadelli, sin ranking ATP desde diciembre pero que contaba con algunos puntos ATP a la hora de realizarse el sorteo, distribución de los países que innecesariamente se efectuó en septiembre, a sabiendas de los cambios semanales que sufre el ranking y de las posibles bajas (caso Suiza). Si la preclasificación depende exclusivamente del escalafón mundial, ¿no sería más sensato utilizar el ranking de noviembre y no de septiembre para armar las zonas?
Las voces autorizadas del deporte blanco no tardaron en hacerse oír. El aparente exitoso formato de la ATP Cup organizada por la ATP contrasta con la Copa Davis del Grupo Kosmos. Más allá del lugar en el calendario, los puntos para el ranking, el sistema de clasificación y las innovaciones tecnológicas, el principal problema es la cercanía temporal de los mismos. No pueden disputarse dos competencias por equipos, que reúnen a los mejores jugadores del mundo, a cinco semanas de distancia y a casi 17,500 kilómetros. Los protagonistas deben tener un tiempo de descanso y otro para la pretemporada, de cara a un nuevo año. Es necesaria una sola competencia, una mezcla de ambas, con lo mejor de cada una. Nadal y Djokovic lo tienen claro.
Las innovaciones son parte del deporte moderno y el tenis hace algunos años está experimentando, con bastante recelo, algunos cambios en su vetusto y tradicional reglamento. La ATP Cup tomó la posta y movió el tablero. Entre las modificaciones, existe una "zona de equipo" en las esquinas donde capitán, jugadores y colaboradores están junto al jugador en los cambios de lado, pudiendo todos hablar con el protagonista. En cuanto a la tecnología, se implementó el "video review", el famoso VAR del fútbol para las jugadas dudosas que no tengan que ver con el bote de la pelota porque para eso ya existe el afamado "Ojo de Halcón". Los jugadores también pueden ver las estadísticas del partido en vivo y analizarlas brevemente con el capitán.


La nueva Copa Davis en Madrid ya demostró que el sistema de clasificación a cuartos de final mediante "los mejores segundos" no funcionó, solo le dio confusiones a espectadores y periodistas. La ATP Cup incrementó la cantidad de equipos en relación a la Davis (de 18 a 24) pero pecó con el mismo error: clasifican los dos mejores segundos, obligando a desempolvar la calculadora. A pesar de esos pequeños detalles, el torneo se ve con buenos ojos tanto fuera como dentro del mismo y los jugadores se encargaron de manifestarlo durante los primeros días de competencia. ATP recogió declaraciones positivas de Khachanov, Isner, Shapovalov, Auger-Aliassime, Tsitsipas, Ruud, Hurkacz y Schwartzman. ¿Cuanto tiempo coexistirá la Copa Davis en noviembre con la ATP Cup en enero?


Daniel Vitale Pizarro

16 diciembre 2019

El Orange Bowl

El Orange Bowl es el torneo ITF Junior de mayor tradición e importancia para los menores de edad, detrás de los Grand Slams. Disputado desde 1947 en el Estado de Florida (Estados Unidos), a lo largo de las 73 ediciones el evento de fin de temporada ha ido mutando. Diferentes sedes, ciudades, sponsors, categorización e incluso se fueron agregando y modificando divisiones por edades para albergar a una mayor cantidad participantes. Considerado el campeonato mundial juvenil, el "Quinto Grand Slam Junior" busca volver a ser la parada obligatoria de los mejores jóvenes del mundo para concluir sus temporadas tenísticas. La idea de Eddie Herr de crear un torneo con el objetivo de que su hija Suzanne pueda competir con chicas de su edad, paso previo al profesionalismo, superó la prueba del tiempo.
La edición inaugural fue en el 'Flamingo Park Tennis Center' de Miami Beach con las categorías 'Under 18' y 'Under 15', masculino y femenino respectivamente. El año siguiente se incorporó la categoría 'Under 13', conviviendo tres franjas etarias durante una misma semana. El certamen fue ganándose un lugar en el calendario Junior e iba tomando relevancia mundial, por lo que en 1962 decidieron cambiar el formato. Ya no serían tres las divisiones sino cuatro: U18, U16, U14 y U12. Tampoco compartirían más escenario y la denominación del torneo también sería alterada: The Orange Bowl International Tennis Championships (U18-U16) en Miami Beach y The Junior Orange Bowl (U14-U12) en Coral Gables.
En 1978 la International Tennis Federation le otorgó la categorización 'A' al evento por el prestigio que se ganó con el correr de los años, gracias al esfuerzo de Eddie Herr y su gran equipo de trabajo. El Orange Bowl empezó a repartir la misma cantidad de puntos para el ranking que repartían los Grand Slams, ese 'Grado A' que mantiene hasta estos días. Disputado siempre sobre el famoso 'clay norteamericano', un polvo de ladrillo verde algo más rápido que la tierra batida tradicional pero que no deja de ser una superficie lenta, en 1999 el evento principal dejó las instalaciones del 'Flamingo Park Tennis Center' para trasladarse al 'Tennis Center at Crandon Park' en Key Biscayne, reemplazando el tradicional 'clay' por el 'hard court'.
Los organizadores quisieron volver a las fuentes, a donde nació y se erigió como el sitio ecuménico del tenis mundial juvenil. En 2011, el Orange Bowl regresó a Miami Beach con la premisa de recuperar la tradición del certamen. La nueva y actual sede, el 'Frank Veltri Tennis Center' (arcilla verde) en Plantation (FL), se encuentra a cuarenta minutos en automóvil del fundacional 'Flamingo Park Tennis Center'. La USTA ha comenzado en 2013 un plan ambicioso para renovar las instalaciones del 'Flamingo' con la intención de retornar a la sede original del evento. El proyecto incluye un nuevo estadio de 460 metros cuadrados, 17 pistas de arcilla, nueva iluminación, paisajismo y nuevos riegos y drenajes. Además se restauró una gran placa de bronce que contiene los nombres de todos los grandes campeones que comenzaron su carrera allí.
Muchas futuras estrellas pasaron por el torneo al tratarse de uno de los cinco certámenes con más tradición en el tenis juvenil. Y el tenis argentino es parte de ello. Desde Modesto Vazquez a Juan Bautista Torres como finalistas y desde Guillermo Vilas a Thiago Tirante como campeones, el Orange Bowl, entre sus cuatro categorías, tuvo a treinta finalistas y diecisiete campeones albicelestes. En la categoría U18, la que augura un futuro promisorio en el profesionalismo, Thiago Tirante es el quinto campeón argentino, en una final 100% celeste y blanca (Juan Bautista Torres) por primera vez desde su creación. El nacido en La Plata ya había sido campeón del prestigioso torneo en U14, misma hazaña que Roberto Arguello y Mariano Zabaleta (U16 y U18).
La lista de finalistas y campeones argentinos incluye, entre otros, a Guillermo Coria, Juan Mónaco, Guillermo Vilas, José Luis Clerc y Juan Martín Del Potro, todos Top10 ATP luego de brillar en Miami siendo menores de edad. Se sabe que el éxito a edades tempranas no es sinónimo de una carrera exitosa como profesional (en la mayoría de los casos es contraproducente), pero sí es cierto que ayuda mucho en lo económico por los contratos con las marcas y porque apuntala al joven y le da confianza para lo que tendrá que enfrentar en los próximos años, la dura vida del tenista profesional que nada tiene que ver con el circuito de los jóvenes en el cual no hay dinero y donde la mentalidad, pilar fundamental en el circuito mayor, es el principal déficit de los chicos.


Daniel Vitale Pizarro

09 diciembre 2019

El submundo ATP


Los primeros torneos llamados Challenger fueron disputados en 1978, diez años después de iniciada la 'Era Abierta'. Auckland (Nueva Zelanda) y Hobart (Australia) albergaron dichos certámenes durante la segunda semana de enero de aquella lejana temporada en la que se organizaron dieciocho eventos en cinco países diferentes. El circuito se llamó 'ATP Challenger Series'. La segunda categoría de torneos en importancia detrás de los ATP se reestructuró treinta años después (2008) cuando la ATP se hizo cargo por completo de la organización, dando paso al renovado 'ATP Challenger Tour'. En comparación con la temporada inaugural, la cantidad de torneos (178) y los países representados (40) aumentaron de manera exponencial.
El mundo Challenger es un sitio poco conocido para el aficionado promedio de tenis y totalmente desconocido para el simple espectador. Allí habitan jugadores de todo tipo, con una velocidad de pelota y nivel de juego muy similares a los de un Top100 pero que sus recursos tenísticos y/o extra tenísticos no son suficientes para establecerse en la elite. Los cien mejores del mundo son los privilegiados que viven 100% del tenis, que disputan todo el año torneos ATP del circuito principal y que se pueden permitir viajar con un equipo de trabajo completo gracias al dinero percibido en cada torneo al que asisten. El jugador de Challenger no puede permitirse esos lujos...
En general el tenista de nivel Challenger oscila entre el Top150 y el Top400, tiene sponsor pero por objetivos o por un corto período de tiempo, viaja solo, o en el mejor de los casos es acompañado por un entrenador algunas semanas al año, muchas veces compartido con un colega. Es el 'Lado B' del tenis, donde el nivel es altísimo y el dinero es escaso. Apartémonos un segundo del tenis para pensar esto. Un tenista Top300 no gana dinero al final de una temporada, su objetivo es no perder capital, muchas veces prestado a largo plazo. A modo de ejemplo, un futbolista, basquetbolista o cualquier deportista considerado Top300 mundial, puede permitirse una vida de tranquilidad financiera, al menos hasta su retiro como profesional.
A veces no se toma consciencia de lo complejo que es vivir del tenis, sobre todo luego de ver en TV o internet las cifras siderales que reparten los mejores torneos del mundo. El US Open entrega 3 700 000 dólares al ganador mientras que el Challenger de Orlando premia con 7 200 dólares al mejor de la semana, en ocasiones ambos campeones son Top100. ¿Sorprendidos? Una buena noticia que recibieron en 2019 los luchadores del circuito ATP fue la obligatoriedad de parte de la organización de la hospitalidad (alojamiento) para todos los jugadores que disputen el cuadro principal de cualquier Challenger, un alivio para la gran mayoría de los participantes, principalmente para los que pierden en las primera rondas.
La categorización de los Challenger se volvió más simple a partir de 2019: CH 125, CH 110, CH 100, CH 90 y CH 80, en alusión a los puntos que gana el campeón. El año que acaba de terminar albergó 158 Challengers en cuarenta países distintos, mayoría CH 80 (99), la categoría más baja, algo lógico si tenemos en cuenta que a menos puntos entregados, menos dinero a repartir y más facilidad para organizar el evento. Los premios en metálico van desde los 50 000 dólares de los torneos más chicos a los 150 000 dólares de los torneos más grandes, nada si comparamos los 400 000 dólares del ATP250 menos importantes a los 57 000 000 dólares del Grand Slam más acaudalado. La diferencia es abismal.
Argentina, sumida en una crisis económica cíclica desde tiempos inmemoriales, organizó un solo  Challenger en 2019, el Challenger de Buenos Aires, en las instalaciones del coqueto 'Racket Club'. En ese complejo contexto, un año más los tenistas argentinos se la rebuscaron para ganar quince títulos Challenger, noveno país con más triunfos en estos certámenes. Aunque con un descenso escalonado en el último lustro, Argentina finalizó sexta en 2018, cuarta en 2017 y líder mundial en la categoría en los años 2015-2016, un logro que no se tiene ni tuvo en cuenta a la hora de los balances anuales del tenis argentino, ninguneado por la prensa especialista luego de la brillante etapa de 'La Legión' (2001-2010). Valoremos lo conseguido porque después lo extrañaremos.


Daniel Vitale Pizarro