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27 mayo 2019

Prueba mental superada


Es raro ver a jugadores Top10 que disputen torneos la semana previa a un Grand Slam. La exigencia de un certamen a cinco sets durante dos semanas invita a que los mejores del mundo descansen los días previos para rendir al máximo en las citas más importantes del año, que más puntos otorgan y que más dinero reparten. Pero muchas veces eso no sucede y para tomar ritmo de competencia o recuperar confianza, solicitan un 'wild card', la organización gustosamente se lo concede y todos contentos. En esta oportunidad, Alexander Zverev (5°) aceptó la invitación de último momento que le pidió a Ginebra (Suiza) tras sus tropiezos en las rondas iniciales de la gira sobre arcilla.
Falto de confianza, sin buenos resultados en 2019 salvo la final de Acapulco perdida ante Nick Kyrgios, el número cinco del mundo es un caso curioso del circuito ATP. Zverev es llamado a ser N°1 ATP en el corto o mediano plazo por su nivel de juego, sus resultados y su juventud (22 años). Tres del mundo, campeón del Masters de fin de año, tres Masters1000, dos ATP500 y cinco ATP250 ante rivales de fuste como Federer, Djokovic, Wawrinka o Thiem, no pudo todavía rendir en los Grand Slams como lo hace en el circuito ATP hace tres temporadas. Apenas un cuartos de final y dos segundas semanas son sus tres mejores resultados en los Majors, poco para el jugador que es.
En ese contexto, el alemán llegó a Suiza con la esperanza de modificar su presente de cara a Roland Garros. El ATP250 Ginebra no presentaba grandes rivales para "Sascha" si tenemos en cuenta que Wawrinka, único Top30 del cuadro principal, está en proceso de recuperación de su mejor tenis. Pero resultó ser un torneo harto complicado. Salvo el sencillo debut contra Gulbis (6/2 6/1), los siguientes tres partidos se definieron en el tercer set (Dellien, Delbonis y Jarry), incluso tuvo que levantar dos match points en el tiebreak del último set de la final. Más que un festejo fue un desahogo el ganar un título ATP con más lucha que nivel de juego. Prueba mental superada.


“Quiero felicitar a Nico (Jarry) por una gran semana. Incluso hoy mereciste ganar este título más que yo. Sé que es un momento duro para ti hoy, pero sé que tendrás muchas más oportunidades y esta no será la última vez que juguemos una final. Serás un gran campeón, no tengo dudas”, decía Zverev en el estadio, en alusión a uno de los match points que perdió el chileno, dejando en la red una aparente volea sencilla de revés y augurando un futuro prometedor para Jarry. Lo de gran campeón es más un halago de compromiso que una realidad, pero que Nicolás Jarry tiene todo para hacer ruido en el circuito, eso sí es 100% real.

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El tenis chileno vive una especie de renacer desde la temporada pasada gracias a Nicolás Jarry y a Cristian Garin, campeón en Houston y Munich en 2019. Nacido en la capital chilena, Jarry golpea la pelota con mucha facilidad y casi sin hacer esfuerzo. Potente por naturaleza gracias a su físico privilegiado para el tenis moderno (198cm) y sus empuñaduras no tan cerradas como la mayoría de los jugadores ATP, durante esta semana demostró que está preparado mentalmente para rendir a un buen nivel durante varios partidos consecutivos y ante uno de los rivales más difíciles de la actualidad, una faceta que no era común en sus años como profesional.
Lágrimas en los ojos y la voz entrecortada durante la entrega de premios, Nicolás Jarry elogió a su rival y felicitó a los suyos: "Sé que no ha sido un año fácil para tí (Zverev), te felicito por ganar esta final justo antes de Roland Garros. Ojalá nos volvamos a enfrentar. Fue una gran batalla, de verdad que lo sentí así por lo difícil que fue el partido. Fue un gran campeonato, quiero agradecer a mi equipo, no fue un año fácil para mí tampoco, pero tendré más oportunidades e intentaré aprovecharlas al máximo. Gracias también a los chilenos que vinieron al torneo, no hubiera sido posible esto sin el aliento que me dieron durante toda la semana".


Para el menor de los Zverev, Ginebra significó su quinto título ATP en polvo de ladrillo sobre siete finales disputadas en la superficie. Top100 por primera vez en 2015 a los dieciocho años recién cumplidos, desde 2016 acumula al menos dos definiciones ATP y un título por temporada con apenas veintidós años. La presión que recae sobre él es inmensa. En Alemania y en todo el mundo se hacen apuestas sobre qué Grand Slam ganará primero o cuando alcanzará el N°1 ATP, como si fueran cosas sencillas al alcance de todos. Lo que no se dan cuenta los fanáticos y los medios de comunicación es que nada de eso ayuda, sino todo lo contrario. Y ejemplos sobran. 

Daniel Vitale Pizarro

05 marzo 2018

Terra rossa Fognini

La gira sudamericana llegó a su fin. Cada año febrero se tiñe de naranja y los especialistas de la superficie más lenta del planeta se reúnen en el hemisferio sur para batallar contra el calor y los interminables peloteos de fondo tan habitué del polvo de ladrillo. Quito (Ecuador), Buenos Aires (Argentina), Rio de Janeiro y San Pablo (Brasil) son las cuatro citas que conforman la gira, antes de la dupla norteamericana Indian Wells - Miami de marzo.


San Pablo comparte calendario con Dubai y Acapulco (ambos ATP500), por lo que las mejores raquetas del circuito ya migran de Sudamérica hacia los millones del Emirato o hacia México, antes de desembarcar en Estados Unidos. Pero no todos lo piensan igual y deciden, por cercanía, comodidad u oportunidad, disputar el segundo torneo brasileño en importancia. En 2018 el cuadro contaba con Albert Ramos Viñolas, Fabio Fognini, Pablo Cuevas y Gael Monfils. Ramos y Fognini eran los únicos Top20, Cuevas el tricampeón invicto y Monfils la atracción de toda la gira.

El italiano no defraudó y exhibió un gran tenis para llevarse el título, el sexto de su carrera, todos sobre arcilla. El pupilo de Franco Davin desde 2017, tan talentoso como volátil, vive un muy buen presente: metió solito a su país en cuartos de final de la Copa Davis, tropezó en primera ronda de Buenos Aires, alcanzó la semifinal en Río y terminó siendo campeón en San Pablo. En la ciudad más poblada de Brasil (y de Sudamérica) solo cedió un set en su camino al título, precisamente en la final ante la sensación de la gira, el chileno Nicolás Jarry.
"Es un gran inicio de temporada, muy similar a la de 2014. He trabajado duro en la pretemporada. Es agradable jugar bien, voy a seguir trabajando. Ahora hay dos grandes torneos en Indian Wells y Miami. Todos los que trabajan conmigo y con mi familia saben lo difícil que es ganar un título así que tengo que disfrutar de esto, porque es parte del deporte", fueron las palabras de "Fogna" en su final ATP N°15 (6-9), al menos una por año desde 2012. 13° ATP en 2014, Fabio tiene la oportunidad en 2018 de alcanzar el Top10 por su nivel y por las bajas de las principales raquetas en este inicio de año.
El finalista Nicolás Jarry fue el jugador a seguir durante febrero. Cuartos de final en Quito, semifinal en Rio y final en San Pablo. El nacido en Santiago de Chile solo había ganado un partido ATP hasta 2018 y hoy acumula once triunfos más las dos victorias en Copa Davis. Su presente cambió rotundamente. No hizo otra cosa que crecer. A los 22 años, los resultados obtenidos lo obligan a modificar la planificación de su calendario que incluía Challengers y qualys ATP. 61° del mundo, lo espera un año entero de cuadros principales: "Creo que alguien que trabaja tanto tiempo para ser Top100, quiere descansar un poco o disfrutar, por ende bajas la intensidad y comienzas a encontrar pensamientos que no son los más indicados. Yo me concentro en mi entrenamiento, en lo que hago, nada más”.
El punto de inflexión en la carrera de Jarry fue en 2016, cuando en junio regresó al circuito (619°) tras una operación de muñeca. En poco tiempo, Nicolás retomó su nivel y no dejó de mejorar. "Me propuse solo divertirme y entrenar duro, es todo lo que he hecho desde ese momento", fue la actitud frente a la lesión del chileno que en 2017 fue campeón de tres Challengers para finalizar 113° ATP. Top200 antes de la lesión en 2015, como junior llegó a ser N°8 ITF, campeón del Orange Bowl 2012 y finalista de Roland Garros, ambos logros en dobles junto a su compatriota Chistian Garin.
Su facilidad para jugar al tenis llama la atención. Genera potencia casi sin hacer esfuerzo gracias a su ductilidad y a su 198cm de altura. Sus armas, la derecha y el servicio, alejan a su rival de la línea de fondo lo que genera espacio para definir el punto con mayor comodidad. Tenista gracias a su abuelo Jaime, cuenta que la decisión más difícil de su vida fue decirle 'Tata, no me hables más de tenis': “Decirle eso a mi abuelo fue lo más difícil de mi vida. Fue un gran jugador y sabe mucho, pero él tiene en la mente un estilo de juego más antiguo, que no era tan rápido, y piensa las cosas de manera diferente. Yo tenía un entrenador y Jaime me decía lo opuesto a lo que estaba trabajando en la semana con mi coach. Entonces, no aguanté más y le tuve que decir eso. Decirle a tu abuelo, que lo mejor que hizo en su vida fue ser tenista, que no te enseñe, debe haber sido durísimo también para él”.
“El mundo cree que por ser un buen tenista junior luego serás un tenista profesional muy bueno. En Chile, en el U16, fuimos campeones del mundo en dos ocasiones. Christian (Garín) ganó uno de ellas. Esto es algo increíble, pero a largo plazo algunos no aguantaron la presión o algo raro sucedió. En mi caso, cuando era pequeño no tuve tan buenos resultados, la gente no hablaba mucho de mí, pero eso me ayudó a entender que a la gente le gusta mucho hablar. A esas edades hay que enfocarse en trabajar y escuchar solamente la opinión de tu equipo de trabajo”, le contaba a Tennis News un maduro chileno que sueña con disputar los JJOO de Tokio 2020

Daniel Vitale Pizarro