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19 abril 2023

Volver a ser

1968 significó el fin de la Era Amateur y de las restricciones para los profesionales. Roland Garros fue el primer torneo abierto para todo aquel que tuviera el nivel para disputarlo. Un año y medio después nacía el Grand Prix, un circuito ideado por Jack Kramer que duró hasta 1989, que pretendía ordenar al tenis profesional. Kramer lo definió como "una serie de torneos con un fondo de bonificación de dinero que se dividirá sobre la base de un sistema de puntos acumulativo". En medio de ese caos fundacional, en 1972 se disputó el Grand Prix de Madrid, nacido en el Club de Tenis Chamartín, trasladado en 1973 al Club de Campo Villa de Madrid hasta su vuelta al Chamartín (1990-1994).
Entre 1972 y 1989 el torneo perteneció al Grand Prix Tennis Circuit. En 1990 y con el nacimiento de la ATP, el evento pasó a formar parte, hasta su desaparición en 1995, de la categoría 'ATP International Series', el equivalente a un ATP250 actual. El certamen volvía a tener un lugar en el calendario recién en 2020 en el club que dio origen al evento (Club de Tenis Chamartín) pero integrando el circuito Challenger. Un mes antes de la realización, la Pandemia mundial impidió el regreso de la competición madrileña. Finalmente fue 2022 el año del retorno del "Open Comunidad de Madrid" en el Club de Campo Villa de Madrid, el sitio que más veces alojó el campeonato en la capital española.
Presentes en las dos ediciones del torneo en el coqueto Club de Campo, podríamos decir que, en líneas generales, el evento mantuvo el estatus obtenido en 2022. Empecemos por las instalaciones. Tres pistas principales y cinco de entrenamiento para los jugadores, una tierra batida que no tuvo críticas sobre el estado de las mismas como sí las tuvo la temporada pasada. Eso sí, este año las quejas fueron para las pelotas, las famosas Dunlop Fort que perdían la presión muy rápido. A pesar de eso, tanto el Director del torneo (Pablo Carabias) como la jefa de prensa (Sandra Sacristán) estuvieron atentos y predispuestos a ayudar ante cualquier duda que se nos presentara a periodistas y jugadores.


El cambio lo vimos en la nomenclatura del torneo. La edición pasada ofreció ochenta puntos (Challenger 80) y la actual repartió setenta y cinco (Challenger 75) tras la simplificación de la categorización del circuito. Paradójicamente, el dinero total a repartir fue casi el doble. La inyección económica de la ATP para el segundo circuito en importancia significó un aumento del 'prize money' de 45,730 euros a 73,000. En contraposición a esa significativa suba de dinero a repartir, el cuadro tuvo a un solo Top100 (Pedro Cachin, 67°), apostando principalmente por participantes madrileños como Alejandro Moro, Miguel Damas, Rafael Jodar, Miguel Avendaño, Javier Marti o Martín Landaluce.
Al igual que en la edición pasada, uno de los atractivos fueron los looks de los embajadores de 'Lalá Sportswear'. Marco Trungelliti, Ariel Behar y Nicolás Barrientos se pasearon por el Club durante toda la semana luciendo modelos de ropa tan originales como llamativos. Siguiendo con la tónica de la originalidad, la organización llevó un poco de "color" a la pista central. En conmemoración a los cincuenta años de la primera edición del torneo en el Club de Campo, cuatro exjugadores madrileños, uniformados para la ocasión, disputaron una exhibición emulando a los grandes campeones que alguna vez jugaron en esas pistas. Un episodio pintoresco y entretenido para el público.


La cercanía de los profesionales con el público y las facilidades para trabajar es lo mejor que tienen los Challengers. El dinero, la fama y el éxito genera, en muchos casos, pedantería, y como en esta categoría de torneos la mayoría de los jugadores no tienen tanto dinero, ni mucha fama ni demasiado éxito, la comunicación con las personas fuera de su círculo de trabajo es mucho más cálida y amena. En ese contexto, la idea de repartir los cromos de los participantes entre los aficionados para conocer más a los protagonistas y eventualmente conseguir una firma de ellos es una de las atracciones de la semana y motivo de alegría de los niños que asisten ilusionados al pie de las pistas.
La reestructuración del tenis español en el último lustro es notoria y donde más se nota a simple vista es en la cantidad de torneos profesionales organizados. 2023 será nuevamente un año récord en cuanto a Challengers organizados con dieciséis eventos en esta categoría a lo largo y ancho del país. A eso hay que sumarle cuarenta y dos ITF World Tennis Tour en la categoría menor del circuito internacional, el ATP250 Mallorca, el ATP500 Barcelona, el Masters1000 Madrid y la final de la Copa Davis en Málaga para completar un total de sesenta y dos torneos profesionales masculinos disputados en España esta temporada, impensado cinco años atrás.

Daniel Vitale Pizarro

26 abril 2022

Primavera española

España disfruta de una "Primavera tenística" en su territorio. Sin descanso y en semanas consecutivas, el país fue sede del Challenger Marbella, Challenger Murcia, Challenger Madrid y ATP500 Barcelona y lo será del Masters1000 Madrid en unos días. Esta es la hoja de ruta en cuanto a torneos sobre tierra batida, una oportunidad única para jugadores y aficionados españoles. Cinco torneos en donde los locales tienen la oportunidad de competir frente a los suyos ante los mejores del mundo, en la superficie predilecta del país y durante la mejor época climática para hacer deporte. Pero lo más importante de esta gira es la posibilidad que brindan los torneos para los tenistas de menor ranking españoles a través de invitaciones, incentivando y fomentando el deporte español.

Preprevias organizadas por la Comunidad Autónoma organizadora, invitaciones a previas o cuadros principales por buenos resultados recientes pero fuera del torneo por ranking bajo, lesionados que vuelven después de un tiempo y con una trayectoria tenística importante o jóvenes promesas con apenas algunos puntos ATP son algunas de las opciones que barajan los eventos para los tenistas fuera del corte clasificatorio, todas pensando en favorecer al tenista español en España. Es cierto que no siempre funciona así y que los dueños de los torneos tienen la potestad de elegir a los invitados, pero en líneas generales los 'wildcards' se reparten de esa manera.


El tenis español viene trabajando en el último lustro por la expansión del deporte organizando cada vez más y mejores torneos. El 2021 fue un año récord en cuanto a cantidad de competiciones oficiales y el objetivo de la Real Federación Española es mejorar lo conseguido la temporada pasada. En 2022 España organizará veintitrés ITF Juniors (+3), veinte ITF M15/M25 (-6), trece Challengers (+2), tres ATP (-1) y la Copa Davis (+1). Está claro que ningún año será igual al anterior pero mientras los cambios no sean abruptos de un año a otro, los tenistas en formación tendrán la oportunidad de planificar sus temporadas de la mejor manera posible, priorizando la competencia en su país.
'Otra Doble Falta' tuvo la oportunidad de cubrir el Challenger 80 en Madrid disputado en el 'Club de Campo Villa de Madrid' en medio de la gira española de tierra batida. Los finalistas fueron los argentinos Pedro Cachin y Marco Trungelliti pero los protagonistas fueron españoles. Carballés Baena, Fernando Verdasco y Feliciano Lopez fueron acompañados por Daniel Mérida, Pablo Carretero, Alejandro Moro, Nicolas Alvarez, Carlos Sanchez o Carlos Gimeno, jóvenes con mejor futuro que presente que están dando sus primeros pasos en el circuito Challenger, el más dificultoso de los tres (ITF, CH y ATP) en el profesionalismo.

La capital española no albergaba un torneo ATP Challenger desde 2012, cuando tuvo lugar la última edición también en el 'Club de Campo Villa de Madrid'. Diez años después y tras la suspensión del Challenger en el 'Club de Tenis Chamartín' en 2020 por la Pandemia, la Federación de Tenis de Madrid en conjunto con la RFET lograron devolverle una fecha del circuito a Madrid. El 'CCVM' dispuso de tres pistas principales (una con gradas) y cinco de entrenamiento para los profesionales a lo largo de ocho días de competencia entre previa y cuadros finales. Veintinueve nacionalidades disputaron esta edición por lo que en los pasillos se podían escuchar idiomas de todas partes del mundo.

El ambiente de los Challengers es completamente diferente a cualquier otro torneo profesional. Los jugadores se sienten como un socio más del club, disfrutando de las instalaciones y aprovechando su "anonimato" sin sufrir el asedio de los fanáticos que al inicio de sus carreras gusta pero que luego los va cansando. La escasa cobertura de los medios en estos torneos y el relativo "poco dinero" que reparten (€ 35000 a € 150000) genera que el 300° ATP (¡300!) sea un desconocido para el aficionado lo que les impide firmar contratos altos con los patrocinadores más importantes, fundamental para poder solventar los viajes y gastos fijos de un tenista profesional que recorre el mundo diez meses al año.

Daniel Vitale Pizarro

26 octubre 2021

La inagotable cantera

Sebastián Báez no se olvidará fácil del 2021. Nadie en la historia del ATP Challenger Tour (1978-2021), la segunda categoría en importancia del tenis mundial, ha ganado cinco Challengers en ocho finales disputadas en una temporada antes de cumplir veintiún años de edad. Campeón en Concepción (Chile), Santiago I (Chile), Zagreb (Croacia), Santiago III (Chile) y Buenos Aires (Argentina) y finalista en Bratislava (Eslovaquia), Kiev (Ucrania) y Santiago II (Chile), la actualidad del argentino es brillante. 112° ATP y noveno en la 'Carrera a Milán', Báez tiene muchas posibilidades de ingresar al Masters #NextGen y de finalizar el año como Top100.

"No sé a cuántos puntos estoy del Masters. Sería lindo entrar, pero no es un objetivo. Tampoco apunto a terminar la temporada como Top100. Ojalá que se de. Mi presente es consecuencia del trabajo que venimos haciendo desde hace varios años. Es trabajo duro, todos los días, estando muy atento a los detalles, siendo muy profesional y siempre pensando en qué se puede mejorar. Con mi entrenador no pensamos en qué ranking podemos alcanzar o qué logros podemos conseguir. Cuando perdemos, analizamos qué pasó y empezamos a pensar en el otro torneo. Y si ganamos, vemos qué hicimos mal para hacerlo de otra manera, así trabajamos", contaba Sebastián Baez ante la prensa, con los pies sobre la tierra, enfocado en ser mejor día a día.

La progresión del bonaerense es ilusionante de cara al 2022 pero de ninguna manera es una sorpresa para los seguidores del tenis argentino. Sebastián desde muy pequeño se destacó entre los mejores del mundo. Su primer gran impacto mundial fue el título en el Orange Bowl Sub16 en 2015 con catorce años. Dos años después sacaba sus primeros puntos ATP mientras disputaba el circuito ITF Junior. En 2017 finalizó 9° ITF Junior con 16 años. N°1 ITF Junior en marzo 2018 tras ganar el Banana Bowl y la Copa Gerdau en Brasil tanto en individuales como en dobles, en junio perdió la final de Roland Garros y en agosto fue campeón en dobles de los JJOO de la juventud en Buenos Aires.

Entrenado por José Luis Clerc entre 2010-2014, en 2015 inició su camino junto a Sebastian Gutierrez, su actual entrenador, un profesor de la Academia que tenia Clerc en el Parque Roca: "Yo confío mucho en Sebastián, para mí Seba es todo. Lo resumo en esa única palabra. Él estuvo a mi lado desde que empecé a jugar. Fui N°1 Junior con él al lado; también estuvo conmigo cuando estábamos sin puntos ATP y ahora. Sin él no hubiera llegado adonde estoy. Todo esto lo logramos juntos. Y eso, sumado al profesionalismo con el que trabajamos, hace que todo se esté acomodando cada vez más, lo mental y lo tenístico. Siempre tuvimos una gran química, la pasamos genial. Tener este vínculo con un entrenador es difícil y yo tengo la suerte de tenerlo".


El 2019 fue el año de los Futures, el de transición del mundo Junior al profesional. Cuatro títulos en seis finales entre ITF M15 e ITF M25 (denominación de los antiguos Futures) terminó la temporada dentro del Top400 (398°). Pandemia de por medio en un 2020 extraño y difícil para todos, mucho peor para los jóvenes con rankings bajos y sin grandes sponsors, ganó un M15 antes del parón por Covid y perdió una final en un M25 tras la reanudación del calendario ATP/ITF. Con la incertidumbre de cómo sería su hoja de ruta en 2021 por restricciones pandémicas, torneos cancelados y demás vicisitudes, el 2021 le tenía guardado una sorpresa tan grata como merecida.

Probablemente la explosión de Sebastián Báez en 2021 no hubiera sido posible así de rápido de no ser por el "Circuito Dove Men+Care Legión Sudamericana". El proyecto ideado por Horacio de la Peña durante la Pandemia vio la luz en marzo con un rotundo éxito de participación sudamericana, principal motivo de la realización de estos torneos en la región. 36 torneos profesionales organizados en nueve países: doce Challengers, doce ITF M15/M25 masculinos y doce ITF W15/W25. La lejanía de Sudamérica con Estados Unidos o Europa limitó siempre el desarrollo de los tenistas sudamericanos obligando a los aspirantes a profesionales a mudarse a esos continentes durante muchos meses al año para abaratar costos y poder competir en 'igualdad de condiciones' con los demás.

"Quiero que piensen en todos esos chicos que están viajando por el mundo solos, durmiendo en hoteles, festejando cumpleaños lejos de casa, haciendo esfuerzos inhumanos para conseguir ese punto ATP y justificar los esfuerzos de las familias sudamericanas. El esfuerzo de las empresas privadas como Dove y de las federaciones... hay que pensar en ellos, están haciendo historia en el deporte. Padres, entrenadores y chicos que no me conocen me dicen gracias. Es muy lindo, más aun cuando escuchás historias de jugadores y padres que han gastado fortunas o de la cantidad de chicos que se retiraron porque no tuvieron esta oportunidad. Son historias increíbles. Ese es el motor, el empuje que necesitás para seguir trabajando", declaraba emocionado el mentor del circuito, 'el pulga' De la Peña.

Daniel Vitale Pizarro
@otradoblefalta

24 mayo 2021

Special K

El nombre de Thanasi Kokkinakis siempre estuvo ligado al de Nick Kyrgios. Compañeros de generación, amigos y principales animadores del circuito Junior 2013, los australianos crecieron juntos pegándole a una pelota de tenis. Finalistas del Australian Open Junior como rivales y campeones de Wimbledon Junior como pareja, los medios australianos empezaron a llamarlos "The Special K's". La explosión mediática de Kyrgios y las constantes lesiones de Kokkinakis privaron a estos talentos de triunfar a lo grande en el circuito ATP. Aun jóvenes (25-26 años) y con sus carreras profesionales a mitad de camino, Thanasi, el "Special K" menor, fue noticia por volver a ser campeón de un Challenger en Biella (Italia).

Padre griego y madre libia, la familia Kokinnakis llegó a Australia como tantas otras (más 600 000 griegos viven en Australia). Inspirados en Mark Philippoussis (ascendencia griega)uno de los tenistas australianos del momento, apuntaron a su hijo a clases de tenis. La casualidad (o causalidad) quiso que más adelante, el que sirvió de inspiración para la familia sea una persona muy cercana para su hijo, primero como mentor, después como consejero y durante la pretemporada entrenaron juntos en Melbourne ya que sus entrenadores (Todd Langman Y Joel Kerley) estaban en Adelaida por las restricciones del país oceánico.
Desde que empezó a tener buenos resultados en el circuito Junior, Thanasi Kokkinakis tuvo que aprender a lidiar con las lesiones. Durante los años que lleva como profesional (2013-2021), solo en 2014 estuvo sano, un calvario que imposibilitó su normal desarrollo como tenista y su ascenso en el ranking ATP. A pesar de las constantes visitas el médico y de largos períodos de inactividad, logró ser Top70 en 2015 (69° ATP); campeón en dobles del ATP250 Brisbane (Jordan Thompson) y finalista del ATP250 en Los Cabos 2017; victoria ante Roger Federer en Miami (campeón defensor) días después de haber recuperado el N°1 ATP y campeón de dos Challengers en 2018 (Aptos y Las Vegas).

Pero las lesiones no fueron su peor trauma. Entre 2016 y 2019, Kokkinakis empezó a sentirse extraño internamente. A sus veintiún años fue diagnosticado con depresión: "Era incapaz de ver nada positivo, lo único que podía hacer era encerrarme en mi habitación sin poder parar de llorar, sin ninguna razón aparente. Sentía una enorme angustia por todo y no podía ni salir a caminar. Recuerdo una vez que entré en una cafetería y al sentirme observado y rodeado por gente, me entró una enorme ansiedad y solo pensaba en que tenía que salir de ahí como fuera. El corazón me iba a mil y era incapaz de manejar mis nervios. Lo peor era que me resultaba imposible tener pensamientos positivos sobre nada".

Superada la depresión, el hombro en 2019 le impidió jugar en segunda ronda del US Open frente a Rafael Nadal y una mononucleosis lo alejó del circuito durante el pandémico 2020: "Me dijeron que mientras dormía, dejé de respirar porque tenía la garganta muy inflamada. Perdí 10 kilos porque no podía comer". Recuperado física y mentalmente, una invitación al Australian Open 2021 facilitó su enésima vuelta exitosa al circuito: "Aparte de mi equipo y mi familia, nadie puede hacerse una idea de lo que he tenido que pasar durante años. No me había emocionado tanto en la pista desde mi victoria en el US Open 2019. No ha sido fácil persistir y creer en mí mismo, he pasado por momentos muy malos a nivel físico y mental, pero aquí estoy".
Fuera del Top200, el australiano se instaló en Europa para preparar la gira sobre arcilla previo a Roland Garros. En su quinto Challenger al hilo, Thanasi logró el título en Biella (Italia) ante un rival conocido, el francés Enzo Couacaud (finalista dobles Wimbledon Junior 2013). Su última consagración como profesional había sido tres años atrás por lo que este resultado presagia una temporada auspiciosa: "Cada partido se convierte en una gran oportunidad de demostrar que me merezco volver al Top100 y que puedo recobrar la confianza. Me tomo este 2021 como una rampa de lanzamiento de cara a 2022, espero que ahí las cosas vuelvan a la normalidad, que el 'prize money' regrese y tengamos una buena oportunidad de poder vivir de este deporte".


Daniel Vitale Pizarro
@otradoblefalta

08 diciembre 2020

Un apellido ligado al tenis

Mientras ATP inició su repaso de fin de temporada con los mejores partidos, remontadas y estadísticas anuales, el circuito Challenger siguió su curso. Más extenso que el calendario ATP pero menos que el ITF, el mundo Challenger dio su estocada final en portugués con los torneos en Maia (Portugal) y Campinas (Brasil). Sin actividad desde el dieciséis de marzo hasta el diecisiete de agosto por la pandemia, el ATP Challenger Tour se las arregló para organizar cincuenta y siete torneos en 2020, casi un tercio si lo comparamos con los disputados en 2019 (158). Entre cancelaciones de último momento, cuarentenas, protocolos, mascarillas y demás acciones anti Covid, los jugadores tuvieron que hacer de todo para poder volver a pegarle a una pelota de tenis.

La 43° edición de "la segunda división del tenis" se divide en seis categorías que, según su nomenclatura, reparten esa cantidad de puntos para el ranking ATP: Challenger125, Challenger110, Challenger100, Challenger90, Challenger80 y Challenger50. A mayor reparto de puntos, más dinero en premios (35 000 euros - 165 000 euros), estructuralmente similar a lo que ocurre en el circuito principal con los ATP250, ATP500, M1000 y Grand Slams. Esta atípica temporada se pudieron organizaron diez Challenger125, diez Challenger100, dos Challenger90 y treinta y cinco Challenger80, quedando huérfanas las categorías CH110 y CH50.

A pesar de los escasos torneos alrededor del mundo con poca coordinación entre ellos debido a las restricciones sanitarias de cada país, de las complicaciones con los viajes, cuarentenas obligatorias y testeos cotidianos de salud, los tenistas argentinos se destacaron, un año más, en este nivel de certámenes. Los cinco títulos albicelestes parecen pocos al lado de los veintiuno cosechados por Estados Unidos pero si desglosamos los números, nos encontramos con que Francisco Cerundolo finalizó con tres títulos y veintidós triunfos, líder de la categoría pospandemia. Si sumamos los torneos ganados por Facundo Bagnis y Andrés Molteni, Argentina se ubica como el octavo país con más trofeos Challenger en todo 2020 (4° en singles), una posición más arriba que la temporada pasada.


El año de Argentina iba camino a ser uno de los peores de la década en cuanto a cantidad de títulos Challenger pero el mayor de los hermanos Cerundolo se encargó de mantener al país entre los primeros puestos mundiales con sus tres títulos pospandemia, uno por mes entre octubre y diciembre. Hijo de Alejandro (309° ATP) y hermano de Juan Manuel (341° ATP), Francisco finalizará el año dentro del Top150 ATP (139° ATP), su mejor posición histórica a los veintidós años luego de iniciar la temporada 248° ATP. El gran presente de los Cerundolo, principalmente del mayor, no es casualidad, y se debe a varios factores: esfuerzo personal, familiar y al 'Grand Slam Development Fund'.

La 'GSDF' son becas que entrega anualmente la ITF desde 2017 a los mejores jóvenes del mundo que cumplan una serie de requisitos. Para obtener la 'Player Grand Slam Grant', nombre oficial de la beca, se establece un ranking mínimo a alcanzar a fin de temporada, según el año de nacimiento. Los mejores de cada región reciben 25 000 dólares para el año siguiente, en tres pagos, que deben 'rendir' ante ITF presentando recibos y tickets que acrediten en que se gastó ese dinero. Francisco (1998) tenía que finalizar 2019 Top250 (terminó 248°) y con mejor ranking que cualquier otro sudamericano nacido en 1998; a Juan Manuel le bastó con ser el mejor suramericano menor de dieciocho años (392°).

Un año después de recibir la beca, Francisco Cerundolo analizó su importancia: "Cuando comencé a competir en Futures, viajaba solo o con algún amigo y nos ayudábamos mutuamente. Pero enseguida pegué el salto a los Challengers y ahí me di cuenta de que la mayoría viajaba con su entrenador. A partir de la mitad de 2019, me acompaña mi entrenador Walter Grinovero a casi todos los torneos. Siempre bancándome todo yo, con la ayuda de mis papás y ahora, de la ITF". Juan Manuel Cerundolo, tres años menor, destacó las ayudas que recibe para poder jugar al tenis por el mundo: "A mí me ayuda desde muy chiquito Gabriela, una amiga de la familia. Ella me cubre casi todos los gastos. Es increíble que lo haga, porque si no, la verdad, creo que no podría jugar".

Además, contaron los chicos, esta temporada la ATP los ayudó con nueve mil dólares por el parate que sufrió el circuito producto de la pandemia, dinero necesario para los jugadores fuera del Top200 ATP. Sobre las ayudas a los jugadores y el fondo económico 'GSDF' habló David Haggerty, presidente de la ITF: "Invertir en el desarrollo del tenis hoy es más importante que nunca para asegurarnos de que los jugadores de todo el mundo puedan competir en el más alto nivel de nuestro deporte. Esto es crucial para el crecimiento del tenis, en especial en este tiempo de incertidumbre. Para muchos jugadores, esta ayuda es clave para poder disfrutar luego de largas y exitosas carreras".
El recorrido de Francisco en el tenis profesional es corto, intenso y fructífero. Al no haber disputado el circuito Junior, los torneos profesionales nacionales fueron su primera competencia seria antes de saltar a los ITF World Tennis Tour. 2019 fue su primera temporada completa compitiendo profesionalmente ya que durante el primer semestre de 2018 se instaló en Estados Unidos, compaginando sus estudios en economía con el tenis universitario en la Universidad de Carolina del Sur. A su vuelta al país, haciendo base en la Academia de sus padres en el Club Ciudad de Buenos Aires, emprendió su camino de lleno al profesionalismo. Su evolución fue tan rápida que los objetivos planteados a principios de cada temporada cambiaban mes a mes, obteniendo resultados por encima de lo esperado.
A la espera de qué hará ATP con la gira oceánica, las metas de Francisco Cerundolo para 2021 seguirán siendo optimistas y, por su presente, no debería porqué no ser así. Pero "Fran" no tiene pensado dejar los estudios en Economía que retomó en la UBA desde su vuelta de Estados Unidos, aunque sabe que mientras más mejore su tenis, menos tiempo tendrá para dedicarle a los libros: "Sigo estudiando, pero se me hace cada vez más difícil, porque mejora el ranking, eso implica más viajes, mejores torneo. En los tiempos libre leo, estudio, copio algo, y no me atraso tanto. Cuando estoy en Argentina trato de ir a rendir. Si me va mal no me enojo porque no es mi única prioridad”.
El caso de Juan Manuel es distinto. Top10 Junior ITF en 2018 (9°) y parte del equipo de Copa Davis Junior que finalizaron terceros en 2017, el menor de los Cerundolo es diferente al jugador promedio menor de veinte años. Zurdo, de cuerpo espigado y sin esa potencia natural de la mayoría de los #NextGen, nadie mejor que su padre para describir a su hijo: "Juan Manuel es un orfebre, entiende el juego muy bien, todavía es delgado. Le digo Hannibal Lecter porque les come el cerebro. Si jugara en los años '80 o '90 sería 50º del mundo. Hoy la bola va muy rápido, el juego es muy físico. Él está creciendo".

Daniel Vitale Pizarro

09 diciembre 2019

El submundo ATP


Los primeros torneos llamados Challenger fueron disputados en 1978, diez años después de iniciada la 'Era Abierta'. Auckland (Nueva Zelanda) y Hobart (Australia) albergaron dichos certámenes durante la segunda semana de enero de aquella lejana temporada en la que se organizaron dieciocho eventos en cinco países diferentes. El circuito se llamó 'ATP Challenger Series'. La segunda categoría de torneos en importancia detrás de los ATP se reestructuró treinta años después (2008) cuando la ATP se hizo cargo por completo de la organización, dando paso al renovado 'ATP Challenger Tour'. En comparación con la temporada inaugural, la cantidad de torneos (178) y los países representados (40) aumentaron de manera exponencial.
El mundo Challenger es un sitio poco conocido para el aficionado promedio de tenis y totalmente desconocido para el simple espectador. Allí habitan jugadores de todo tipo, con una velocidad de pelota y nivel de juego muy similares a los de un Top100 pero que sus recursos tenísticos y/o extra tenísticos no son suficientes para establecerse en la elite. Los cien mejores del mundo son los privilegiados que viven 100% del tenis, que disputan todo el año torneos ATP del circuito principal y que se pueden permitir viajar con un equipo de trabajo completo gracias al dinero percibido en cada torneo al que asisten. El jugador de Challenger no puede permitirse esos lujos...
En general el tenista de nivel Challenger oscila entre el Top150 y el Top400, tiene sponsor pero por objetivos o por un corto período de tiempo, viaja solo, o en el mejor de los casos es acompañado por un entrenador algunas semanas al año, muchas veces compartido con un colega. Es el 'Lado B' del tenis, donde el nivel es altísimo y el dinero es escaso. Apartémonos un segundo del tenis para pensar esto. Un tenista Top300 no gana dinero al final de una temporada, su objetivo es no perder capital, muchas veces prestado a largo plazo. A modo de ejemplo, un futbolista, basquetbolista o cualquier deportista considerado Top300 mundial, puede permitirse una vida de tranquilidad financiera, al menos hasta su retiro como profesional.
A veces no se toma consciencia de lo complejo que es vivir del tenis, sobre todo luego de ver en TV o internet las cifras siderales que reparten los mejores torneos del mundo. El US Open entrega 3 700 000 dólares al ganador mientras que el Challenger de Orlando premia con 7 200 dólares al mejor de la semana, en ocasiones ambos campeones son Top100. ¿Sorprendidos? Una buena noticia que recibieron en 2019 los luchadores del circuito ATP fue la obligatoriedad de parte de la organización de la hospitalidad (alojamiento) para todos los jugadores que disputen el cuadro principal de cualquier Challenger, un alivio para la gran mayoría de los participantes, principalmente para los que pierden en las primera rondas.
La categorización de los Challenger se volvió más simple a partir de 2019: CH 125, CH 110, CH 100, CH 90 y CH 80, en alusión a los puntos que gana el campeón. El año que acaba de terminar albergó 158 Challengers en cuarenta países distintos, mayoría CH 80 (99), la categoría más baja, algo lógico si tenemos en cuenta que a menos puntos entregados, menos dinero a repartir y más facilidad para organizar el evento. Los premios en metálico van desde los 50 000 dólares de los torneos más chicos a los 150 000 dólares de los torneos más grandes, nada si comparamos los 400 000 dólares del ATP250 menos importantes a los 57 000 000 dólares del Grand Slam más acaudalado. La diferencia es abismal.
Argentina, sumida en una crisis económica cíclica desde tiempos inmemoriales, organizó un solo  Challenger en 2019, el Challenger de Buenos Aires, en las instalaciones del coqueto 'Racket Club'. En ese complejo contexto, un año más los tenistas argentinos se la rebuscaron para ganar quince títulos Challenger, noveno país con más triunfos en estos certámenes. Aunque con un descenso escalonado en el último lustro, Argentina finalizó sexta en 2018, cuarta en 2017 y líder mundial en la categoría en los años 2015-2016, un logro que no se tiene ni tuvo en cuenta a la hora de los balances anuales del tenis argentino, ninguneado por la prensa especialista luego de la brillante etapa de 'La Legión' (2001-2010). Valoremos lo conseguido porque después lo extrañaremos.


Daniel Vitale Pizarro