29 abril 2019

Italia está de moda


La década del 2010 será recordada para siempre por el tenis italiano por sus logros afuera y adentro de la cancha. Los éxitos de los tenistas "azzurri" en el circuito ATP fueron capitalizados por la Federación Italiana de Tenis, políticos y empresarios que, ni lerdos ni perezosos, trabajaron mancomunadamente para brindarle al pueblo italiano el mejor tenis del mundo. Al tradicional Masters1000 en Roma y al reciente Masters #NextGen en Milán para menores de veintiún años, se le agregará a partir de 2021 en Turín la Masters Cup, el torneo que reúne a los ocho mejores tenistas del mundo en singles y en dobles.
Italia le ganó la batalla a grandes competidores como Japón, Singapur e Inglaterra. Tokio era el competidor más fuerte de Turín por la historia (sede Masters inaugural ATP 1970) y por lo económico; Singapur contaba con la experiencia de albergar exitosamente durante cinco años al Masters de la WTA; y Manchester, actual sede de un Chalenger sobre césped, era la menos favorita pero no por eso tenía menos posibilidades ya que Gran Bretaña había superado todos los récords de audiencia y espectadores durante los diez años que acumula como anfitrión del certamen en la "Arena O2" de Londres, a falta de dos temporadas para que finalice su contrato.
La ATP quería que el Masters se quedara en Europa por una cuestión de comodidad para los jugadores que terminan su calendario tenístico en octubre/noviembre luego de disputar la gira bajo techo de canchas duras europeas. El dinero muchas veces se impone al sentido común pero esta vez la Asociación de Tenistas Profesionales decidió que el circuito finalice su temporada ATP en Turín (noroeste de Italia) gracias a la Federación Italiana de Tenis y a "Sport e Salute SpA" que colaboraron con el Gobierno de Italia, el Ayuntamiento de Turín y la Región del Piamonte. Pero nada de esto hubiera ocurrido si el tenis italiano no hubiese estado viviendo este momento álgido.

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Andreas SeppiFabio FogniniPaolo LorenziMarco Cecchinato y Matteo Berrettini son los italianos campeones ATP durante esta década. El título más sobresaliente, el conseguido la semana pasada por Fognini en Monte Carlo, y el más reciente, el ganado por Berrettini ayer en Budapest, mismo certamen que un año atrás había coronado a Cecchinato antes de ser semifinalista de Roland Garros. A falta de siete meses para que termine la década, en total los tenistas italianos obtuvieron dieciocho títulos ATP entre 2010 y 2019, la segunda mayor cosecha de trofeos en la historia del tenis de Italia luego de los años '70, la época de oro (22 trofeos).


"Los italianos nos estamos ayudando mucho con nuestros logros. Esto es fantástico para los seguidores italianos y para el deporte italiano en general", declaraba Matteo Berrettini, campeón de dos torneos ATP en menos de doce meses, consciente del gran momento que atraviesa el tenis de su país. El romano de 23 años ostenta su mejor ranking histórico (37°), uno de los seis italianos miembros del Top100. Pero la mayor cantidad de sus coterráneos están en el Top200. Trece son los nacidos a orillas del mediterráneo entre el puesto 101-200, país líder absoluto en cantidad de jugadores allí, único con más de nueve tenistas entre los doscientos mejores del mundo.


Matteo llegó a Budapest con una racha de cinco derrotas consecutivas en el circuito ATP pero con un título Challenger en medio de esas caídas, en Pheonix (Arizona), con buenas victorias ante tres Top100: "No estaba ganando demasiados partidos en el año y creo que la clave esta semana fue mi servicio. También mejoré mucho mi revés. Mi golpe de derecha, especialmente sobre polvo, es una buena arma. Pero durante el torneo, mi revés y mi servicio me ayudaron mucho". A pesar de ganar dos títulos ATP, recién en Hungría obtuvo más victorias que derrotas ATP (30-29), lo que marca su poco rodaje en el circuito en comparación a su alta efectividad en finales.

Daniel Vitale Pizarro

22 abril 2019

El genio pudo con su genio

Se podría decir que Josep Perlas formó profesionalmente a Fabio Fognini durante los cinco años que trabajaron juntos. En ese período el italiano fue 13° ATP, ganó cuatro títulos ATP y alcanzó otras ocho finales. Significó un paso adelante en su carrera no solo en cuanto a resultados. El afamado entrenador español implementó entrenamientos de calidad para que pudiera golpear la pelota con limpieza en cualquier sitio de la cancha y durante el tiempo que dure un partido exigente. Pero en 2016 el tándem Perlas-Fognini llegó a su fin y el italiano decidió cambiar de aire. Franco Davin, el entrenador argentino más laureado, aceptó trabajar junto a 'Fogna' a partir de 2017.
El primer año fue de adaptación. Campeón en Gstaad y finalista en San Petersburgo, finalizó 27° ATP, lejos de las aspiraciones de ambos. El objetivo era subir el listón que había dejado Perlas e intentar irrumpir en el Top10. Capaz de generar tiros ganadores prácticamente sin esfuerzo y con una variedad de golpes que escasea en el circuito, su punto débil es su fragilidad mental. Ese punto atacó Davin desde que se unieron. Su temperamento sanguíneo, muchas veces incontrolable, le impidió conseguir buenos resultados en torneos importantes. Sus exabruptos lo expusieron a multas varias y hasta a expulsiones de torneos.


El 2018 fue la mejor temporada de su carrera: tres títulos en cuatro finales, 13° ATP en diciembre y 46 victorias en total. Todas marcas personales. Fognini atribuye el éxito a dos cosas: "Estoy mejor que nunca. Mejoré mis hábitos de alimentación, estoy más rápido y fuerte. Ser padre me cambió mucho y me hizo tomar las derrotas de otra manera. Cuando pierdo y luego veo a mi hijo las decepciones de la cancha me pesan mucho menos. Percibo una puerta abierta por la que me quiero colar para saciar mi hambre de triunfos". Padre de Federico junto a Flavia Penetta desde mayo de 2017, estaba todo dado para que asaltara el Top10 en 2019.
Su gran rendimiento lo llevó a dejar la marca de indumentaria italiana "Hydrogen" que lo vistió durante 2017-18 para ser el primer tenista vestido por "Emporio Armani", la reconocida marca italiana dedicada al público joven (EA7). Ya había hecho campaña publicitaria para la marca creada por Giorgio en 1975 pero en 2019 la compañía fundada en Milán fue más allá y decidió vestirlo de pies a cabeza dentro y fuera de la cancha. Nuevamente en el circuito, los resultados no llegaban y una vez más, como tantas otras durante su carrera profesional, su inestabilidad emocional dentro de la pista lo traicionó: "Fue un comienzo de año muy difícil porque en 2018 jugué muy bien y en un momento me sentí muy cerca de estar Top10, pero no se me dio".


El mejor resultado del año había sido semifinal de dobles en Miami junto a Novak Djokovic. El italiano no encontraba el norte y de a poco se alejaba del Top10. Llegó a Monte Carlo con la obligación de ganar algunos partidos para no abandonar el Top20. "A mi edad es difícil aceptar las derrotas y los problemas físicos. Tengo dolores en un tobillo y el codo derecho. Voy a jugar hasta Roland Garros y después veré", declaraba cabizbajo antes de debutar en el Principado. La suerte es un factor fundamental en la vida, solo hay que saber cuando y como aprovecharla para encaminar determinadas situaciones.

Fabio perdía 4/6 1/4 y chance de 1/5. El partido le pesó a Rublev y Fognini de a poco comenzó a levantar su nivel hasta darle la vuelta por completo. El grito del festejo significó mucho. El siguiente rival era Gilles Simon, al que nunca venció en cinco partidos disputados, todos sobre arcilla. El francés amaneció con la espalda dura y decidió no presentarse. Fognini accedía a octavos de final donde lo esperaba Alexander Zverev (3°). Luego de un tiebreak que podía haber ganado cualquiera de los dos, el italiano se soltó (7/6 6/1) y disputó un gran encuentro. La confianza, eso que en el tenis marca la diferencia con el resto. Y la suerte, claro.
En cuartos de final el rival era Borna Coric (13°). Y como en primera ronda, iba a tener que remontar partidos que en otro momento hubiera perdido. De 1/6 0/2 pasó a 1/6 6/3 6/2 con el codo derecho vendado. En un abrir y cerrar de ojos el nacido en San Remo era semifinalista en Mónaco. La cita era con Nadal y la vara subía. Preparado para el desafío, "Fogna" fue un vendaval de tenis. Plantado muy cerca de la línea, sin retroceder ni un paso, vapuleó al once veces campeón allí 6/4 6/2, faena que podría haber sido peor si del otro lado no hubiera estado el propio "Rafa" (Fabio sacó 5-0 40-0). Tercera victoria en ladrillo sobre el mejor de siempre, solo Djokovic (7) pudo vencerlo en más oportunidades. Tiene la fórmula.
La victoria sobre Nadal generó que se hablara de él en todo el mundo. No sucede todos los días que Rafael pierda sobre polvo de ladrillo y menos aun en uno de sus torneos predilectos. Fognini no debía conformarse. De nada serviría ganarle a Nadal y perder en la final ante Dusan Lajovic (48°). El serbio llegaba a la definición por el título sin ceder sets y con triunfos solventes ante, por ejemplo, Goffin (21°), Thiem (5°) o Medvedev (14°). Y no sería nada raro verlo arrebatarle el trofeo de campeón al favorito del público y de los especialistas, proclive a no concretar todo lo que genera desde su juego.


Pero no le pesó la final al mejor italiano de los últimos cuarenta años. Sin sobresaltos venció a Lajovic 6/3 6/4 con muestras de dolor en el muslo cuando promediaba el segundo set. El festejo es mejor verlo que leerlo. Primero con la remera sobre su cara y luego infundido en abrazos con Flavia (esposa), Fulvia (hermano), Fulvio (padre), Barazzutti (co-coach) y todo su equipo de trabajo. “Me gustaría disfrutar de este trofeo esta noche con mi familia y amigos. Mañana es el cumpleaños de mi madre así que quisiera disfrutarlo con ella. Pensando en el próximo torneo (Barcelona), veremos si estoy realmente en buena forma para jugar”, expresaba ante los periodistas un cansado y feliz campeón.

Daniel Vitale Pizarro

15 abril 2019

Cambiar para ganar

El tenis chileno vive su momento álgido. Las irrupciones tan esperadas de los jóvenes chilenos nacidos en 1995/1996 se hicieron realidad en estas últimas dos temporadas. Nicolás Jarry y Christian Garín dieron varios pasos adelante en sus carreras para volverse protagonistas del circuito ATP. El año pasado, el nieto de Jaime Fillol (14° ATP 1974) logró sus primeros cuartos de final, semifinal y final en tres torneos consecutivos durante la gira sudamericana para finalizar el año Top50 (39° ATP en noviembre). El otro chileno en cuestión, Garín, durante los primeros meses del año en curso cosechó solo éxitos, fruto del proceso de reconstrucción que empezó en agosto de 2018.
Christian Garín estaba estancado. A los 21 años y con un palmarés como juvenil que pocos tenistas pueden ostentar, no encontraba el camino correcto para insertarse en el circuito ATP. Campeón de Roland Garros (finalista en dobles) y del prestigioso Eddie Herr en singles y dobles; finalista del Orange Bowl y del Banana Bowl, siempre con Nicolás Jarry como compañero, alcanzó el N°4 ITF Junior y nadie dudaba de su próxima explosión como profesional. Su primera victoria ATP fue en 2013 aun siendo juvenil en Viña del Mar. Todo iba viento en popa, pero su segundo triunfo ATP tardó en llegar. Tanto tardó que los mismos que auguraban una carrera exitosa ya no pensaban lo mismo.
Pero Cristian tenía una ventaja con respecto a sus detractores: aun era muy joven. No todos los jugadores maduran al mismo tiempo. Algunos nunca logran dar el salto de calidad hacia el Top100, ese lugar que les garantiza tranquilidad económica y poder disputar casi todos lo torneos ATP. Agosto 2018. Garin decide sumar a su equipo de trabajo al argentino Andrés Schneiter, entrenador de Juan Ignacio Londero y de tantos otros en el pasado, entre ellos Mariano Puerta en 2005. En pocos meses la mejoría fue notoria: tres títulos Challengers ganados y 84° ATP en diciembre. El "Tanque" (312° en enero) había superado todas las expectativas.
El "gringo" Schneiter daba su parecer sobre el 2018 de su pupilo, luego de trabajar juntos cuatro meses: “Está muy contento. Vengo trabajando con él para que mejorase su solidez y acercarse a su mejor nivel tenístico y mantenerlo durante todo un torneo. Esa es la idea de todo lo que estamos trabajando. Todo esta racha de buenos resultados viene enganchado mucho con un tema mental. Se está trabajando mucho la cabeza, aceptando más, bancar, estar en los partidos, intentar estar siempre con la misma actitud y ganas todos los encuentros. Poco a poco los resultados nos están acompañando. A la larga será una cosa de tiempo”.
Comprometido con la causa, a Garín hoy se lo escucha y nota más maduro: "Me ha llevado cuatro años dar el salto y asentarme en el Challenger Tour, pero ahora me siento seguro de mí mismo. He mejorado mucho en el autocontrol, ha sido un trabajo silencioso junto a un psicólogo, que va más allá del tenis. Estoy recuperando la pasión por este deporte, una que no sentía desde que tenía 15-17 años. Ha habido años en los que me costaba competir, no aceptaba que hubiera jugadores mejores que yo, pero ahora vuelvo a ser el que era. A inicios de 2018 me di cuenta de que el tenis es lo que me apasiona en esta vida, y que tenía claro que quería alcanzar mis objetivos".




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Y muchos de esos objetivos los alcanzó en unos meses. El primero fue el quinto punto ganado en Austria para que Chile clasificara a las Finales de la Copa Davis en Madrid. Si había una competición en la que Garín fue denostado por la prensa chilena era en Copa Davis y allí fue donde empezó a torcer la opinión de los especialistas y del público en general. "Me han hecho mierda en cada partido que perdía, aunque también hay gente que me ha apoyado muchísimo y gracias a ellos estoy ahora jugando a este nivel", declaraba luego de quitarse la presión de rendir en la competición por equipos más importante del mundo del tenis con una mezcla de revanchismo y satisfacción por lo conseguido.


Su segundo "hito" fue volver a ganar un partido ATP después de seis años. La noche del ATP de Buenos Aires ante Felix Auger Aliassime fue el escenario perfecto. Dos semanas más tarde, en San Pablo, rompió los esquemas al alcanzar la final del torneo ATP250 ante Guido Pella, el argentino que ganó su primer torneo ATP luego de perder cuatro finales. Llegar al último partido por primera vez le cambió la mentalidad y empezó a darse cuenta de que podía pelear por cosas importantes. Un paso en falso por Miami no hizo mella en la confianza de cara a Houston, lugar elegido por el chileno para iniciar la gira sobre polvo de ladrillo. Mejor lugar, imposible.


El tercer gran momento fue en Houston (USA). En el torneo de la antigua arcilla verde, derrotó a Pablo Cuevas, Jeremy Chardy, Henri Laaksonen, Sam Querrey y Casper Ruud para ser campeón por primera vez en su carrera, ingresar al Top50 (47°) y lograr el positivo en victorias/derrotas ATP (22/21). El nacido en Santiago fue una estrella juvenil, le costó mucho la transición al profesionalismo, cayó en un pozo, la prensa lo denostó, cambió de entrenador varias veces, modificó su carrera y hoy disfruta de un presente excepcional gracias a su perseverancia y a confiar en él, en su círculo íntimo y en su tenis. Veremos hasta donde es capaz de llegar.

Daniel Vitale Pizarro

01 abril 2019

"Somos un pack"


Bob Bryan (209° ATP) y Roger Federer (125° ATP), profesionales desde 1998, fueron invitados a disputar el cuadro principal del Masters1000 de Miami en 1999. Bryan ganó su partido de primera ronda contra Sargis Sargsian y Federer cayó ante Kenneth Carlsen. Veinte años después, los únicos jugadores que disputaron el torneo en 1999 y 2019 son precisamente Bob Bryan y Roger Federer. Y da la casualidad de que el estadounidense fue campeón en dobles a los 40 años y el suizo en singles a los 37 años. Entonces, ¿casualidad o causalidad? Bob junto a Mike son la pareja más exitosa de la historia de la especialidad y Roger es considerado por muchos el mejor de todos. ¡Causalidad!
Poco se habla, comenta y escribe sobre el circuito de dobles ATP, tan entretenido y espectacular. ATP ha tratado de incentivar a que las mejores raquetas singlistas se vuelquen al dobles al menos en los grandes torneos para generar un atractivo más y cautivar al público que paga una entrada o una suscripción de TV. Sin ventajas en los games y con un tercer set a definirse en un Super tie-break, lograron que aun más tenistas extiendan sus carreras ya que el físico no es el pilar fundamental. Partidos más cortos, resultados inciertos y menos demandantes físicamente, ATP no logra que los Top10 o Top20 se involucren al dobles como sucedía antes de los años 2000.
Una respuesta podría ser lo terriblemente exigente que se ha vuelto el circuito ATP de individuales, físicamente solo para atletas, que viajan todas las semanas a un país diferente y administran sus energías con precisión quirúrgica para no lesionarse y perderse torneos importantes. Otro motivo quizás sea la desubicada cantidad de dinero del singles para los tenistas Top, lo que no incentiva a hacer la diferencia en metálico en duplas; o quizás sea la vergonzosa suma de dólares que entrega el circuito de dobles, cinco veces menor que el individual. Pareciera que el juego más estratégico, de jugar en la red, de peloteos cruzados o manejo de los ángulos no sedujera al público en general.

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En ese contexto de desdén del público hacia la especialidad y por ende de la poca cobertura de los medios de comunicación, una pareja se ha destacado muy por encima que la media durante los últimos veinte años. Ellos son los hermanos Robert Charles Bryan y Michael Carl Bryan, popularmente conocidos como Bob y Mike Bryan, recientes campeones del Masters1000 Miami, a un mes de cumplir 41 años. Juntos lograron la para nada despreciable suma de 118° títulos ATP, desglosados en 16 Grand Slams, 4 Masters Cup, 39 Masters1000, medallas Olímpicas en Juegos consecutivos (Bronce '08 y Oro '12) y los restantes ATP500 y ATP250.
Mike nació dos minutos antes que Bob, el 29 de abril de 1978 en Camarillo, California (USA). Compañeros de dobles desde que tomaron una raqueta, su primer impacto mundial fue ganar el US Open junior 1996. Poco les costó la transición al profesionalismo en dobles pero bastante en singles. Ambos intentaron ser Top100 pero no tuvieron la misma suerte que juntos. En el 2000, Mike fue 246° ATP y Bob 116° ATP. Para el año 2004 ninguno de los hermanos tenía ranking ATP en singles y salvo algún partido de Copa Davis con la serie ya definida, no volvieron a disputar un encuentro profesional solos adentro de una cancha de tenis.
Doce temporadas ganando Grand Slams (a excepción de 2004), 2018 los encontraba sin ser campeones de un Major desde 2014. La pareja atravesó una crisis de confianza e incertidumbre profesional y personal, que los llevó a pensar seriamente en el retiro. Así lo contaba Bob: “La forma en la que competimos durante algunos años no fue muy buena, pero lo más peligroso era que no nos estábamos divirtiendo. Estuvimos a punto de anunciar el retiro tras Australia Open 2017, incluso tenía una declaración escrita para leer en rueda de prensa. Entramos en la sala y de repente Mike me dijo: ‘Espera, esperemos hasta el US Open’. Fue un momento muy difícil para los dos”.
Un año después, Mike se divorciaba de su esposa tras cinco años de matrimonio por no poder compaginar el tenis profesional con su vida privada personal, lo que lo llevó a no hablar durante varios meses con su hermano. Separado, se mudó a la casa de Bob para iniciar la pretemporada 2018. El inicio fue auspicioso si tenemos en cuenta el período 2014-2017: dos títulos y tres finales entre enero y mayo. Cinco meses después, el impedimento de ganar grandes títulos no fue la confianza ni el nivel de los hermanos, sino la cadera maltrecha de Bob, que los obligó a retirarse en medio de un partido por primera vez en más de mil partidos como profesionales.


Bob explicaba como se manifestó la lesión: "Empecé a cojear muy visiblemente durante el entrenamiento. El miércoles ganamos pero me tuve que tomar algunos analgésicos. Ganamos otra vez, me tomé más analgésicos al punto de que, cuando llegamos a la final, no sabía si podíamos jugarla. Pero cuando ganamos el título, la emoción de la victoria te quita el dolor que tienes, así que no pensé en nada. La cojera empeoró. Empecé a hacer abdominales. Estábamos tan confiados que seguimos ganando hasta llegar a la final en Madrid, lo que probablemente fue peor. Al final, podía escuchar lo que pasaba con mi cadera: sólo se escuchaba hueso con hueso. Desgasté hasta el último milímetro de cartílago que tenía, así que cuando impacté con el suelo al bajar del movimiento de saque, me rompí el hueso".
A partir de ahí, el proceso de recuperación, lo más tedioso para un profesional. Tres meses de estudios y tratamientos desembocaron en una cirugía para reemplazar la cadera derecha por una de metal, con el riesgo de no volver a pisar una cancha de tenis. Siete meses desde su último partido, Bob volvió al circuito para ser campeón en Delray Beach y Miami : "Los médicos eran positivos pero la realidad era que mis posibilidades de regresar al circuito eran 50% y 50%. Era un territorio inexplorado. Sería el primero en regresar con un reemplazo de cadera. Honestamente, estoy feliz de poder terminar nuestra carrera juntos, porque como dijo Mike, cuando dejemos el deporte, lo haremos juntos. Somos un pack".

Daniel Vitale Pizarro